jueves, 21 de octubre de 2010

Por un puñado de dólares


Sinopsis:
Un pistolero a sueldo llega a un pequeño pueblo mejicano donde dos familias de contrabandistas enfrentadas, los Rojo y los Baxter, conviven a duras penas intentando destruirse mutuamente para hacerse con todo el negocio de las armas y el alcohol. Viendo una oportunidad para hacer dinero, el pistolero empezará a ofrecerse a unos y a otros indistintamente en un peligroso juego.

Es la primera entrega de "La trilogía del dólar", dirigida por Sergio Leone en 1964 y protagonizada por Clint Eastwood en el papel que lo lanzó a la fama. Se rodó en España y tenía un argumento basado en la película Yojimbo de Kurosawa, eso le trajo al film varios problemas legales que por suerte no evitaron su lanzamiento. Pertenece al subgénero llamado despectivamente "Spaghetti Western"; nos muestra unos tipos rudos típicos de estas películas, destacando "El hombre sin nombre", personaje que inspiró al señor King para crear a Roland, el vaquero que se desvive por encontrar una torre oscura. No hace mucho tuve la oportunidad de ver Por un puñado de dólares por primera vez, prenguntándome por qué el celuloide habrá desechado este subgénero, hasta el punto de que ahora casi ha desaparecido, salvo por algunos directores actuales que lo saquean como vulgares bucaneros para rellenar y mejorar algunas de sus películas altamente comerciales.

El objetivo de esta entrada -escrita rápidamente porque dispongo de poco tiempo esta semana- es recomendarles una buena película que viene de una época en la que el cine era diferente, sin tanto remake, tiempos bala, violencia gratuita, cadenas de casualidades imposibles, música hiriente, cámaras temblorosas, ambientes cursis y un largo etcétera. Si aún no la han visto, tendrán la oportunidad de descubrirla; si ya la conocían, comprenderán el porqué de esta entrada y mis quejas. Por supuesto estoy generalizando, todavía se hacen películas buenas; pero son las excepciones que confirman la regla. Después de Por un puñado de dólares, vendrían La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, dos films magníficos y archiconocidos que derrochan estilo y marcan tendencia. La combinación Morricone-Leone no suele defraudar a menos que el género no sea del agrado del espectador, algo que depende de gustos personales.

Dicen que los tiempos pretéritos parecen mejores, en materia de películas yo creo que lo son.

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