jueves, 25 de octubre de 2012

Manuscrito encontrado en Zaragoza

Esos dos ahorcados darán mucho
la lata...
El autor de este libro se descerrajó un tiro en la cabeza tras haber pulido, pacientemente, la bala de plata que usaría para tal fin. Eso nos indica que no se trató de un suicidio provocado por algún tipo de paroxismo, sino de un acto premeditado. Lo hizo en su biblioteca, y el motivo fue una enfermedad acrecentada por la melancolía. No es el único escritor que, por una u otra razón, decide cuándo será el momento de su final.

Historias dentro de historias, así es la estructura de Manuscrito encontrado en Zaragoza. Yo aconsejo leerlo rápido, sin hacer pausas prolongadas, porque de lo contrario es posible olvidarse de algún detalle importante. Para que os hagáis una idea, uno de los personajes se queja de ello, parafraseo: «Me hago un lío... estabas contándome tu vida y ahora me cuentas la del hombre que te encontraste, y éste a su vez narra la del hijo...».

En la España mágica, más te vale no
llevar una existencia pecaminosa
Cada historia tiene su personalidad: unas se acercan más al romanticismo, otras al misterio... El hilo central es el de Alfonso Van Worden, un oficial de la guardia valona que atraviesa Sierra Morena en dirección a Madrid. El comienzo de su viaje me recuerda a un relato de Solomon Kane, Cráneos en las estrellas, porque Alfonso también tiene que escoger entre dos caminos; uno de ellos, el más corto, está en manos de los demonios; mas ha de tomarse porque es lo que dicta el honor. Ambos podrían haber escogido la ruta sencilla, pero prefieren enfrentarse a la iniquidad de las oscuras criaturas que moran en los lugares más inesperados. ¿Que hay demonios? Pues que se aparten. 

Si buscamos un tema recurrente, de forma directa e indirecta, encontraremos al honor, cualidad que por desgracia está bastante olvidada en estos días. Para algunos personajes no existe mayor desgracia que ver socavado su honor.

En YouTube podéis ver el filme.
Actualización: ya no, lo han retirado...
No os voy a engañar: la atmósfera de misterio, de miedo, se diluye un poco cuando se avanza en las tramas, dando paso a las fantasías de los cabalistas, a los duelos, a las injusticias. Pero nunca se pierde la sensación de que puede ocurrir algo fuera de lo común en cualquier instante, porque las leyendas caminan junto a los protagonistas.

La traducción de Mauro Armiño —Valdemar— me ha parecido excelente. Lo único que me molestó fue no ver la coma final tras varios «es decir»; un detalle nimio que solo fastidiará a los lectores tiquismiquis como yo. Dicho eso, vuelvo a elogiar la traducción. Pocas veces he podido disfrutar tanto de la lectura sin encontrar percances que me saquen de ella.

No opinaré sobre la película porque no la he visto. Quizá más adelante le dedique una entrada.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Cuatro películas de terror... ¡divertidas!

Una historia china de fantasmas

 

Un romance entre un mortal y el
fantasma de una doncella
Aún hoy lo recuerdo con claridad. Hace muchos años, en una noche cualquiera, intentaba dormir sin éxito, así que encendí el televisor en busca de algo que me entretuviese un rato. No había muchas posibilidades porque eran altas horas de la madrugada. Fui de canal en canal —«Basura, basura, basura...»—, hasta que algo en Calle 13 captó mi atención: un feroz taoísta barbudo sesgando por la mitad a una doncella espectral. El tipo, con su espada sagrada y sus poderes conferidos por el bien, era un cazafantasmas ancestral. ¿Quién no se hubiese interesado por él? El actor que lo interpretaba parecía un asceta huraño, y debido a ello me cayó simpático rápidamente. Lo acompañaba un joven recaudador de impuestos que se resistía a creer que su amor era en realidad una mujer muerta; este muchacho, el protagonista, logró encandilar al espectro gracias a su bondad, la cual chocará con la visión oscura que tiene el taoísta de los hombres. Una historia china de fantasmas es una película de culto que, aunque tiene sus momentos cutres, cuenta con algunos instantes dignos de ser archivados en vuestra memoria.

¡Haz clic en el «lenguaraz» fantasma hermafrodita para
ver el tráiler!

 

House

 

La imagen deja claro de qué va el film:
terror por allí; comedia por allá
Los que hayan visto aquella serie clásica titulada El gran héroe americano, seguro que reconocerán enseguida al protagonista de House, porque no es otro que Willian Katt —sí, amigos, también ha hecho películas—. No es el único actor conocido, también podemos encontrar en el reparto al entrañable George Wendt; el nombre quizá no os suene, pero si digo que era Norm Peterson en Cheers, lo más probable es que os acordéis de él. ¿Y qué hacen estos dos monstruos de la televisión en un filme?, bordar sus papeles, ni más ni menos. El primero, interpreta a un escritor que ha perdido a su hijo, y ahora busca un poco de soledad para comenzar una novela donde rememora sus días como soldado en la guerra de Vietnam; el segundo, es el clásico vecino entrometido que, al ser fan del escritor, no dejará de espiarle y molestarle. La casa que el escritor escoge para su retiro está encantada: en ella se suicidó su tía, y después de muerta aún continúa haciéndolo de vez en cuando... También es la misma vivienda en la que su hijo desapareció misteriosamente.

¡Haz clic en la hermosa damisela para ver el tráiler!

The Return of the Living Dead

 

Menudo aroma a los ochenta que suelta
este cartel, ¿verdad?

No podía faltar una de zombis. Me ha costado decidirme entre ésta y Braindead, que también os recomiendo porque es, a su manera, una obra maestra del género; quizá en el futuro escriba una entrada extensa sobre ese filme, pues se lo merece. Otra con la que me lo pasé estupendamente es Zombies Party, pero opté por The return of the Living Dead porque creo que es menos conocida. En ella la parte cómica supera a la terrorífica. Por el título es fácil deducir que es una parodia de la conocidísima obra de Romero, pero tienen pocas cosas en común: aquí los zombis son mucho más difíciles de destruir, y son inteligentes hasta cierto punto. La película, aunque no ofrece nada nuevo, cuenta con un buen repertorio de situaciones hilarantes. Todo se resume en un grupo de humanos bloqueando los accesos de un almacén para que la horda zombi no devore sus cerebros. No esperéis un gran guión, o actuaciones notables, vuestra meta al verla sólo debería ser pasar un buen rato. El final... no lo desvelaré, sin embargo, he de deciros que puede ser decepcionante: tal vez iban cortos de tiempo, quién sabe.

Si quieres que nuestro amigo el zombi pueda merendar,
¡haz clic en la imagen y contempla el tráiler!

  

Leprechaun

 

¡Quiero mi oro!
«Salto, salto en los pulmones», cantaba el duendecillo montado en un pogo. El humor negro está presente en cada una de las escenas donde el Leprechaun, que quiere recuperar su oro robado, asesina a los débiles y codiciosos humanos. Parece divertido, ¿no?, el problema es que la crítica suele valorar mal este título; se lo toman demasiado en serio. Aquí la intención es que el espectador sonría con las maldades del duende y las consecuentes peripecias; verlo moverse a cámara rápida montado en un triciclo, no tiene precio. Uno de los objetivos de la iniquidad extrema del duende será una joven Jennifer Aniston, que con este filme, el segundo de su carrera, empieza a abrirse paso en el mundillo. Leprechaun es una de esas películas recomendables para ver una vez y divertirse. Tiene varias continuaciones que también recomiendo si os ha gustado la primera, aunque la calidad varía entre una y otra, por supuesto. Hay una que hasta se desarrolla en el espacio; la cuarta, si no recuerdo mal.

Una advertencia: es mejor verlas sólo si se tiene a mano un trébol de cuatro hojas...

El pobre duendecillo necesita rehabilitarse, ¡haz clic en
él y ayúdale viendo el tráiler!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cumbres borrascosas


Suele ser común, entre los que desconocen la obra, confundir Cumbres borrascosas con la típica novela romántica; pero eso es un error, porque en ella podemos encontrar escenas como ésta:

«Esta vez recordaba que estaba acostado en aquella cama de roble y oía claramente las ráfagas de nieve y ventisca. También oía el ruido molesto y persistente de la rama del abeto, y creía que era eso lo que sonaba. Pero me exasperaba de tal manera que decidí hacerlo cesar, si encontraba el procedimiento. Imaginé que me levantaba y que intentaba abrir la ventana. La manilla estaba soldada a la armella, particularidad que advertí despierto, pero que había olvidado. "Sin embargo, tengo que hacer que cese", me dije. Rompí el cristal con el puño y saqué el brazo fuera para asir la rama importuna. Mis dedos se cerraron en los dedos de una manita fría como el hielo. El intenso horror de la pesadilla se apoderó de mí. Traté de retirar el brazo, pero la manita se agarraba, y sollozó una voz infinitamente melancólica: "¡Déjame entrar, déjame entrar!". "¿Quién eres?", pregunté luchando entre tanto por desprenderme. "Catalina Linton", respondió temblando la voz, "he vuelto a casa; andaba perdida por el páramo". Aún hablaba la voz cuando distinguí vagamente un rostro de niña que miraba por la ventana. El terror me hizo cruel. Viendo que era inútil intentar soltarme, atraje el puño de ella hacia el cristal roto, y lo restregué allí hasta que la sangre brotó y empapó las sábanas de la cama. La voz continuaba gimiendo: "¡Déjame entrar!". La mano mantenía su tenaz apretón, lo que me hacía enloquecer de miedo. "¿Cómo podré hacerlo?", dije por fin, "suéltame si quieres que te deje entrar". Los dedos se aflojaron. Yo retiré la mano al punto por el agujero, y amontoné contra el mismo los libros formando una pirámide. Me tapé los oídos para no oír la quejumbrosa súplica, y me pareció quedarme así durante un cuarto de hora. Pero en cuanto me puse a escuchar de nuevo volví a oír el doloroso gemir, que continuaba."¡Vete!", grité, "no te dejaré entrar, aunque te pases pidiéndomelo veinte años!". "Veinte años son!", gimió la voz, "veinte años; hace veinte años que ando errante". Después oí arañar por fuera débilmente, y el montón de libros osciló cual si lo hubiesen empujado hacia delante. Traté de levantarme, pero no pude mover un solo miembro, y, en el paroxismo de terror, empecé a lanzar alaridos».

Como podéis ver, ésta es una de esas
novelas cuya cubierta puede llevar a
engaño. Comparadla con la anterior
y la siguiente

He escogido esa escena porque me ha parecido un buen preludio para el mes de octubre, en el que me dedicaré al «terror» —lo pongo entre comillas porque no todo será puramente de terror—, un género al que le tengo mucho aprecio a pesar de que ya casi no lo escribo. Cumbres borrascosas no es, desde luego, una novela de terror; aun así, estoy seguro de que la escena os ha gustado, y quizá ahora sintáis curiosidad por leer este clásico de la literatura inglesa si no lo habéis hecho ya.

Emily Brontë fue capaz de construir una estructura novedosa en su época: historias dentro de historias, personajes que van pasándose el relevo de la trama. Pero eso sólo consiguió confundir a los críticos, que infravaloraron la obra. Tuvo que pasar un tiempo hasta que fue reconocida.

La primera voz narradora es la de Lockwood, un hombre que va por primera vez a la finca llamada Cumbres borrascosas. El motivo de la visita es conocer al casero que le ha alquilado una villa, el señor Heathcliff. Hasta aquí todo parece normal, pero Lockwood se encuentra con un recibimiento extremadamente hosco en medio de una atmósfera sombría. Esto sorprende al visitante, perplejo por no entender el porqué de tal comportamiento. Qué es lo que le ha sucedido a esa familia, será lo que el lector vaya descubriendo cuando una sirvienta que vive en la villa alquilada, relate su historia a Lockwood.

El resto es mejor que lo averigüéis vosotros.