Cóctel explosivo de CF Hard |
No es fácil adentrarse en el frío y técnico universo de La máquina génesis, porque el contenido científico pesa mucho: teorías y teorías sobre una ignota neofísica que debe ser estudiada con cuidado. Los dos científicos protagonistas, ambos genios en su campo, aprovechan cualquier oportunidad para hablar de partículas, resonancias, gravedades... Qué aburrido suena, ¿no? Salvo si te gustan esos temas, correrás el riesgo de dejar el libro abandonado en el lugar más lejano que se te ocurra; quizá lo arrojes en el corazón de un profundo y denso bosque, donde sólo los Bigfoot puedan hacerse con él... Seguro que a ellos les gusta más.
Bromas aparte, no es tan fiero el libro como lo pinto: todo va cobrando interés a medida que avanza la investigación y se descubre en qué tipo de sociedad se mueven los personajes.
Hogan sitúa la historia en el año 2005 —el libro se publicó en el 78; por aquel entonces el año dos mil sonaba a futuro misterioso—. La tierra desborda tensión por todas partes, y los ejércitos le sacan brillo a sus armas. A un lado del cuadrilátero, enarbolando una copia del manifiesto comunista, está la gran alianza de las repúblicas populares progresistas; al otro, bajo la sombra del sonriente tío Sam, la alianza de las democracias occidentales. Un escenario perfecto para que empiecen a llover misiles. Se nota la influencia de la guerra fría.
En medio de esa locura, los dos científicos intentarán sortear al sistema, ya que a éste sólo le interesa que enfoquen su ingenio hacia el terreno armamentístico. Nada de explotar la inmensa cantidad de fabulosas posibilidades que ahora tienen ante sí: es necesario ganar el pulso tecnológico e inclinar la balanza de la guerra a favor del país.
Durante todo el libro reina un fuerte mensaje antimilitarista. Los siniestros burócratas fagocitados por el sistema anhelan apoderarse de las mentes brillantes y hacerlas trabajar a su servicio: «¡Científicos!, quieren dedicarse a coger margaritas mientras el mundo entero se queda a merced de cualquiera». Y el pragmatismo impuesto por la situación domina a los líderes. ¿Cómo reaccionarán los protagonistas? ¿Se someterán?
La máquina génesis, título bastante revelador, es una obra destrozada por una traducción pésima. Si a eso se le suma que pertenece a un género leído por un público minoritario, y que no es lo mejor de Hogan, el resultado es un libro que ha pasado casi desapercibido. Dudo que mucha gente pagase los más de veinte euros que costaba al principio. Búscalo sólo en caso de que el tema te llame a gritos.
«Créanme, no van a vencer al sistema. Esto es sólo el comienzo y las cosas empeorarán. No subestimen a las personas a las que se enfrentan: muchas de ellas son estúpidas, pero tienen poder, y ésa es una combinación temible».
Bromas aparte, no es tan fiero el libro como lo pinto: todo va cobrando interés a medida que avanza la investigación y se descubre en qué tipo de sociedad se mueven los personajes.
Edición Española de una editorial desaparecida |
Hogan sitúa la historia en el año 2005 —el libro se publicó en el 78; por aquel entonces el año dos mil sonaba a futuro misterioso—. La tierra desborda tensión por todas partes, y los ejércitos le sacan brillo a sus armas. A un lado del cuadrilátero, enarbolando una copia del manifiesto comunista, está la gran alianza de las repúblicas populares progresistas; al otro, bajo la sombra del sonriente tío Sam, la alianza de las democracias occidentales. Un escenario perfecto para que empiecen a llover misiles. Se nota la influencia de la guerra fría.
En medio de esa locura, los dos científicos intentarán sortear al sistema, ya que a éste sólo le interesa que enfoquen su ingenio hacia el terreno armamentístico. Nada de explotar la inmensa cantidad de fabulosas posibilidades que ahora tienen ante sí: es necesario ganar el pulso tecnológico e inclinar la balanza de la guerra a favor del país.
¿Qué ocurriría si una potencia tuviese poder ilimitado? |
La máquina génesis, título bastante revelador, es una obra destrozada por una traducción pésima. Si a eso se le suma que pertenece a un género leído por un público minoritario, y que no es lo mejor de Hogan, el resultado es un libro que ha pasado casi desapercibido. Dudo que mucha gente pagase los más de veinte euros que costaba al principio. Búscalo sólo en caso de que el tema te llame a gritos.
«Créanme, no van a vencer al sistema. Esto es sólo el comienzo y las cosas empeorarán. No subestimen a las personas a las que se enfrentan: muchas de ellas son estúpidas, pero tienen poder, y ésa es una combinación temible».