Una de las mejores portadas que he visto, tremenda y con sabor añejo, la pátina mejora el resultado final |
Un peso pesado que con el tiempo se ha convertido en obra de culto y una de las más vendidas del género. Dune es por derecho propio una referencia para los lectores de ciencia ficción. Posteriormente, Frank Herbert escribiría El mesías de Dune y cerraría la trilogía prevista desde un principio con Hijos de Dune; pero el éxito enorme que tuvo le llevó a realizar más títulos: Dios emperador de Dune, Herejes de Dune y Casa capitular de Dune. Dejando un final abierto a una posible nueva entrega. Tras la muerte del autor se han añadido dos trilogías más que son un preludio a lo acontecido en Dune. Yo solamente he leído las seis de Frank Herbert, de las cuales me quedo con la primera, tan extensa como entretenida, y con algunas escenas brillantes que se quedarán fijadas en la memoria durante mucho tiempo. El libro recibió los premios Hugo y Nébula, desde mi punto de vista se los merece, pues estamos ante una de esas obras que marcan un antes y un después. Las novelas pergeñadas más tarde fueron levemente ensombrecidas por la grandeza de la primera.
Buena continuación, pero no supera lo anterior |
El argumento es muy atrayente. Para empezar no cae en el clásico error de estar situado en un tiempo demasiado cercano, pues la trama se desarrolla más allá del año 20.000; así que a Dune no le va a cazar nuestra propia época. ¿Y qué hay en un futuro tan lejano? Está claro: un imperio galáctico. El cual está dividido en feudos planetarios controlados por familias nobles, conocidos como las grandes casas, cada una con su emblema e historia. El protagonista, Paul Atreides, vive su infancia en Caladan, planeta en cuya superficie predomina el agua. A los quince años deberá mudarse con su familia a Arrakis por mandato del emperador, siendo este nuevo mundo la antítesis del anterior; es decir, un desierto hosco lleno de peligros. Arrakis también es conocido por el nombre de Dune debido a sus numerosas dunas, y es el lugar en donde discurrirá la trama. Puede parecer que un mero desierto no sea importante, pero en él se encuentra la melange, una especia preciosa que es el bien más preciado del universo, y obtenerla implica el alto riesgo de encontrarse con un gigantesco gusano de arena. Los Fremen, nativos del planeta y expertos en sobrevivir en él, son muy buenos cosechándola.
Nunca me gustó la película de Lynch, a pesar de que tiene un elenco de lujo, prefiero la miniserie |
No es complicado adivinar que todas las casas están muy interesadas en el comercio de la melange, y serán capaces de hacer cualquier cosa para obtenerla. Recurriendo a las más viles artimañas si es necesario, sobre todo si se trata de una casa decadente. Las casas están dotadas un trasfondo y personalidad propia muy trabajados: los Harkonnen, regidos por el barón Vladimir Harkonnen -un tipo con obesidad mórbida que necesita un mecanismo para moverse-, son una de las casas más relevantes en la novela, su símbolo más conocido es un toro de hierro y son bastante arteros. Atreides es la casa del protagonista, Paul Atreides, son los que reciben la orden de ir a Dune para fiscalizar el comercio de la especia. Destacan por su nobleza de espíritu y su buen trato hacia el pueblo; su símbolo es un halcón. Esas son las dos casas que más presencia tienen en la primera novela, aunque no son las únicas e iremos conociendo más a medida que avanza la historia. Hasta aquí lo más interesante y básico, no quiero extenderme para eludir posibles spoilers involuntarios. Basta decir que Dune es una obra ambiciosa capaz de satisfacer al lector más exigente.
El Barón Harkonnen pensando en alguna maldad |
Quizá una posible tara de estas novelas sea el ritmo narrativo, porque a pesar de tener varios momentos sublimes, -la prueba de la caja, la primera aparición de un gusano de arena, el banquete...-, otros se pueden hacer bastante pesados, deteniendo la historia como si se metiese un palo en las ruedas de una bicicleta. Esta sensación se irá incrementando según avancen las novelas. Pero no es un impedimento lo suficientemente grave como para que llegue a empañar el magnífico resultado final. Nos hallamos en definitiva ante una de las grandes obras que ha parido la ciencia ficción, un clásico imprescindible que ningún aficionado a soñar con las estrellas debería perderse. Lleno de personajes entrañables, situaciones cargadas de emoción, intriga, acción y mucho más. Sin olvidar ese formidable ambiente que Herbert consigue transmitir al lector; con tanta eficacia, que a veces da la sensación de que el aire se llena de arena. En el ámbito económico, hacerse con estas novelas -al menos las seis primeras- no es complicado porque están todas en formato de bolsillo, a diferencia de otras sagas que se venden en caras ediciones de tapa dura.
Ilustración del juego de mesa |
Dune no se termina en los libros, también existe un juego de tablero muy llamativo. Vio la luz en 1979 y tuvo versión extendida en el 84. Yo no he tenido la oportunidad de jugarlo, ni siquiera lo encontré porque a estas alturas sería como ver El Dorado; según he leído en blogs de gente que lo tiene, se podía conseguir una versión francesa que tenía las instrucciones traducidas al castellano, o la inglesa, que estaba sin traducir. Las reglas se alejaban del típico Risk, y tenían la complejidad suficiente para hacer las partidas amenas, se podía escoger entre seis diferentes facciones y cada una tenía sus ventajas y defectos: los Atreides tienen la capacidad de ver el futuro (pueden mirar cartas antes de comprarlas); los Harkonnen son expertos en traiciones, (al comprar cartas de traición adquieren otra extra), etc. Como nunca he jugado no puedo dar un veredicto certero, pero tenía una apariencia muy atrayente. Una pena que no lo reediten. Esperemos que alguna de las nuevas compañías se atreva con él, porque creo que tendría unas ventas significativas si se adapta a la época actual. También podría ser interesante un juego de rol.
¡Me pido los Fremen! |