El ojo del Gran Hermano vigila tus movimientos... y pensamientos |
«Al ciudadano de Oceanía no se le permite saber nada de las otras dos ideologías, pero se le enseña a condenarlas como bárbaros insultos contra la moralidad y el sentido común. La verdad es que apenas pueden distinguirse las tres ideologías, y los sistemas sociales que ellas soportan son los mismos. En los tres existe la misma estructura piramidal, idéntica adoración a un jefe semidivino, la misma economía orientada hacia una guerra continua. De ahí que no sólo no puedan conquistarse mutuamente los tres superestados, sino que no tendrían ventaja alguna si lo consiguieran. Por el contrario, se ayudan mutuamente manteniéndose en pugna. Y los grupos dirigentes de las tres potencias saben y no saben, a la vez, lo que están haciendo. Dedican sus vidas a la conquista del mundo, pero están convencidos al mismo tiempo de que es absolutamente necesario que la guerra continúe eternamente sin ninguna victoria definitiva».
El planeta está dominado por tres facciones totalitarias, en ellas, se mantiene una vigilancia severa destinada a impedir cualquier vestigio de libertad individual. Como el partido cambia el pasado a su antojo, falsificándolo, la sociedad se ha anquilosado: no hay avances científicos, porque falta el conocimiento empírico necesario para ellos; tampoco se ven indicios de un posible cambio en otros aspectos, porque sólo así es posible la perpetuidad de la organización que gobierna mediante el terror. Quiénes la conforman no es relevante, porque podría ser cualquiera; el verdadero mal se halla en la propia idea del partido, forjada a través de los años con el único objetivo de mantenerse viva. Los humanos se adoctrinan nada más nacer para traicionar a sus propios padres, en ningún momento se les permite pensar por sí mismos, hacerlo es delito. Es el partido el que dicta qué debe ser odiado, exacerbando a la multitud a su antojo. La libertad es así encerrada en una prisión sin paredes desde el nacimiento.
Esa quimera llamada Gran Hermano es en realidad la propia población, ya que se premia la denuncia de la perfidia, y la temible «policía del pensamiento» siempre está al acecho, dispuesta a sofocar al que dé problemas. Aquellos elementos que puedan incitar conductas deficientes, como la literatura o la música, son creados mediante máquinas que hacen obras inocuas. El lenguaje es devastado día a día compendiándose en un idioma recién creado: «neolengua». Los hijos no son concebidos por amor, pues su finalidad es la de inmortalizar el sistema. Generaciones y generaciones de indigentes viviendo en una ilusión constante. Humo y espejos. «El que controla el pasado controla el futuro; el que controla el presente controla el pasado». La civilización que Orwell imaginó, está basada en el miedo y el odio, se nutre de ellos para vivir. Paz es guerra. Libertad es esclavitud. Ignorancia es fuerza. Esta novela, que se escribió en 1948, debe situarse en su contexto histórico, donde las guerras que buscaban imponer una ideología estaban aún frescas.
Todavía hoy suelen buscarse similitudes entre lo que Orwell narró y la realidad actual con la intención de criticar al sistema. ¿Se dirige la humanidad en la dirección que marcó Orwell? Yo no lo sé, pero mucho de lo que denuncia en 1984 sí que puede suceder o está sucediendo desde hace tiempo, como, por ejemplo, las noticias tendenciosas que se dan en los medios de comunicación; entidades que gobiernan sirviéndose del odio ideológico —y se mantienen en el poder gracias a él—; autoritarismo capitalista; cambios ominosos en el lenguaje; espectáculos deplorables en los que prima la humillación; banalización progresiva de la violencia; desprecio al arte en todas sus facetas... Quizá todo eso denote el principio de una aproximación al universo orwelliano o no, sin embargo, ser positivo cuando se mira hacia el futuro resulta difícil aun siendo alguien que sólo contemple lo mejor del ser humano, porque la maquinaria que éste crea puede superarle con facilidad, lacerándole eficazmente y enterrándole para siempre en un apartado planeta del que nunca saldrá. Contemplad a la raza que se destruyó a sí misma.
«Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias». George Orwell
En la novela los ojos de los carteles se mueven siguiendo al ciudadano que pase cerca. Escalofriante, ¿verdad? |
La confianza es inexistente incluso en las familias |
Si el autor de esta cubierta buscaba transmitir languidez, lo consiguió gracias, sobre todo, al color |
«Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias». George Orwell