La lanzadera va directa a una aventura inesperada |
A veces no me resultó sencillo ver esta serie, porque tuve que soportar un buen número de episodios pésimos. Todas las series los tienen, pero Farscape lleva sus malos guiones a una categoría desconocida para mí. ¿Humor pueril que homenajea a El coyote y el correcaminos? ¿Historias largas y soporíferas que, tras mostrar mil penalidades, no tienen relevancia alguna en la línea argumental? Ni Andrómeda supera eso.
La maldad de los cenobitas barkerianos..., ejem, de los guionistas no acaba ahí: disconformes con meter interminables horas de relleno sin gracia —el relleno puede entretener aun siendo relleno; éste no es el caso—, se dedican a torturar al espectador mediante personajes insufribles, estomagantes. Aunque no son muchos, caen tan mal que se hacen notar como si fuesen omnipresentes, y sus aspavientos estropean escenas que podrían haber sido mucho mejores.
Al principio, cuando nadie ha pensado aún en meter a los indeseables, todo parece ir viento en popa: la trama engancha y los protagonistas tienen carisma. Space opera con unos pocos ramalazos de comedia y el extraordinario arte de la Jim Henson Company. Luego, según van pasando las temporadas, aparecen los lastres ya mencionados; empero, la serie posee virtudes que logran salvarla de la quema. Y en los instantes donde esas virtudes se conjugan... se producen pequeñas joyas del género.
John Crichton, astronauta estadounidense, atraviesa un agujero de gusano que lo lleva a una galaxia muy, muy lejana; y allí pasa a formar parte de una abigarrada tripulación alienígena que viaja en una nave viva, Moya. Nuestro astronauta descubre que se halla entre fugitivos; si quiere regresar a la tierra, tendrá que cooperar, ya que escapan de los pacificadores, una organización castrense de gatillo fácil.
El argumento cumple, ofrece varias incógnitas que despiertan curiosidad. ¿Podrá regresar Crichton a la tierra? ¿Se llevará bien con sus nuevos socios?
¿Y el villano? Toda space opera que se precie necesita un antagonista épico que esté a la altura de los héroes. Star Wars tiene a Vader; Farscape, a... a... un tipo atezado que lleva coleta y perilla. No recuerdo el nombre. Es un pacificador —los pacificadores son casi idénticos a los humanos— que odia a Crichton porque cree, erróneamente, que mató a su hermano. Se trata, en resumen, de un enemigo flojo con trasfondo manido. El actor no lo hace mal, pero ese papel... Sospecho que los guionistas también se percataron de ello y tomaron la mejor decisión que podían tomar: villano nuevo. Y qué villano. Opino que es uno de los mejores personajes que han aparecido en este tipo de series. Menudo as se guardaban bajo la manga.
Scorpius posee un trasfondo interesante que no contaré aquí para evitar spoilers; basta con decir que es más convincente que el de su pavisoso predecesor. Con su llegada empieza el verdadero Farscape, se perfila la antesala de lo que va a ser una gran línea argumental. Ahora tenemos un villano taimado, reflexivo, paciente; no subestima a sus contrincantes, no contempla una única vía de pensamiento. Su merecida reputación infunde deferencia y temor. A Crichton sólo le queda hacer lo posible para alejarse de él, porque un enfrentamiento directo sería demasiado duro. El aspecto siniestro de Scorpius, además, intimida: parece salido de una pesadilla, y la armadura no es un mero atuendo ornamental.
Afortunadamente, Crichton cuenta con el apoyo de la oficial Aeryn Sun, ex pacificadora. El resto de los fugitivos, aunque se mueven por sus propios intereses, también echan una mano.
La tripulación original está compuesta por personajes que funcionan. Luego añadieron a Chiana, una jovencita alocada que anda siempre torcida, y pensé: «No es posible que metan a alguien que me caiga peor». Y llegó Stark, esa especie de Caronte neurótico: «¡Están todos muertos! ¡Todos muertos! Oye, tú, escucha: ¡están todos muertos!». Por supuesto, volví a pensar lo mismo después de conocerlo; mas, a pesar de lo que vino después, Stark ganó el premio: nadie me cayó peor que él, hasta consiguió que me reconciliase con Wesley Crusher, de Star Trek. Te queremos, Wesley.
Cualquiera que esté interesado en visionar Farscape, debe saber que, entre relleno y relleno, hay capítulos excelentes. Los dos en los que aparece Maldis, sin ir más lejos, merecen la pena. Es raro que no quisiesen sacarle un mayor partido al temible brujo, quizá sea porque hubo un percance que defraudó a los seguidores: acabada la cuarta temporada, una dolorosa y prematura cancelación puso el punto final a la serie.
Lo gravoso del asunto es que Farscape terminaba con un «continuará». Todo se quedaba en suspenso. De nada sirvió que la quinta temporada ya estuviese sobre la mesa.
Como suele ocurrir en estos casos, el público reaccionó muy mal e hizo lo acostumbrado: presionar a la cadena para que las aventuras siguiesen. Estas acciones, en general, sirven para echar sal en la herida, ya que las cadenas no están por la labor de retractarse. ¿Qué pasó entonces? Lo que nadie esperaba: la Jim Henson Company produjo una miniserie que ató los cabos sueltos, Farscape: The Peacekeeper Wars. Esa miniserie consta de dos episodios largos que le dan a Farscape un final digno; un poco apresurado, pero digno. Agradará a los que hayan seguido las correrías de Crichton desde el principio.
Rigel XVI, ex dominante de su mundo, un noble venido a menos. Éste aporta notables diálogos y es simpático |
John Crichton, astronauta estadounidense, atraviesa un agujero de gusano que lo lleva a una galaxia muy, muy lejana; y allí pasa a formar parte de una abigarrada tripulación alienígena que viaja en una nave viva, Moya. Nuestro astronauta descubre que se halla entre fugitivos; si quiere regresar a la tierra, tendrá que cooperar, ya que escapan de los pacificadores, una organización castrense de gatillo fácil.
Stark, versión cutre del fantasma de la ópera. No podéis imaginar cuántas veces deseé que alguien le pegase un tiro |
¿Y el villano? Toda space opera que se precie necesita un antagonista épico que esté a la altura de los héroes. Star Wars tiene a Vader; Farscape, a... a... un tipo atezado que lleva coleta y perilla. No recuerdo el nombre. Es un pacificador —los pacificadores son casi idénticos a los humanos— que odia a Crichton porque cree, erróneamente, que mató a su hermano. Se trata, en resumen, de un enemigo flojo con trasfondo manido. El actor no lo hace mal, pero ese papel... Sospecho que los guionistas también se percataron de ello y tomaron la mejor decisión que podían tomar: villano nuevo. Y qué villano. Opino que es uno de los mejores personajes que han aparecido en este tipo de series. Menudo as se guardaban bajo la manga.
Crichton y Scorpius. Está claro quién es el malo, ¿no? |
Afortunadamente, Crichton cuenta con el apoyo de la oficial Aeryn Sun, ex pacificadora. El resto de los fugitivos, aunque se mueven por sus propios intereses, también echan una mano.
Tampoco podía faltar alguien que hiciese las veces de mago malvado. Maldis es un vampiro brujo que se alimenta de miedo |
Cualquiera que esté interesado en visionar Farscape, debe saber que, entre relleno y relleno, hay capítulos excelentes. Los dos en los que aparece Maldis, sin ir más lejos, merecen la pena. Es raro que no quisiesen sacarle un mayor partido al temible brujo, quizá sea porque hubo un percance que defraudó a los seguidores: acabada la cuarta temporada, una dolorosa y prematura cancelación puso el punto final a la serie.
La imagen ya venía así. Lo prometo |
Como suele ocurrir en estos casos, el público reaccionó muy mal e hizo lo acostumbrado: presionar a la cadena para que las aventuras siguiesen. Estas acciones, en general, sirven para echar sal en la herida, ya que las cadenas no están por la labor de retractarse. ¿Qué pasó entonces? Lo que nadie esperaba: la Jim Henson Company produjo una miniserie que ató los cabos sueltos, Farscape: The Peacekeeper Wars. Esa miniserie consta de dos episodios largos que le dan a Farscape un final digno; un poco apresurado, pero digno. Agradará a los que hayan seguido las correrías de Crichton desde el principio.