sábado, 28 de enero de 2012

Cambios drásticos


Me he cansado del aspecto anterior y decidí cambiar el estilo del blog. Esto no tiene por qué ser definitivo, que nadie se asuste. Si notáis que se lee peor o algo por el estilo podéis decírmelo en los comentarios, aunque imagino que el clásico «negro sobre blanco» no resultará molesto.

Un saludo y buen fin de semana.

jueves, 26 de enero de 2012

Salvado por Casiopea

Casiopea indicándole a Momo el buen camino
Me encontraba ante al ordenador escribiendo la entrada más visceral que os podáis imaginar, porque el Sr. Odio había invadido mi mente y sólo podía teclear expresiones lacerantes, descarnadas. Tras treinta minutos de autodestrucción —el odio, entre otras cosas, es autodestructivo, como demostró el capitán del Pequod—, únicamente me quedaba hacer clic en «publicar entrada»; pero fui detenido en el último segundo por unos golpecillos en la pierna, laxos y constantes. Era Casiopea, la tortuga. En su caparazón apareció una palabra rutilante que iluminó la habitación: Stop. Yo aun así no sabía qué hacer, una parte de mí quería publicar esa entrada, desahogarme y denunciar la pantomima, la falacia que gira en torno a un evento importante. Sin embargo, comprendí el porqué de esa aparición: la entrada era el primer peldaño de una escalera a la que no quiero subir, ya hay demasiada iniquidad en la atmósfera para permitir que también este sitio se infecte.

Quizá algún día esté preparado para hablar de ese tema sin dejarme llevar por sentimientos que nublen la justicia y objetividad necesarias. De momento prefiero olvidarlo y centrarme en lo que me corresponde; que cada uno haga con su vida lo que quiera.

A estas alturas os estaréis preguntando de qué hablaba en el artículo. Pienso que después de esto merecéis al menos una pista..., dejémoslo en que tiene relación con la entrada anterior:


Después de borrar el texto, Casiopea se esfumó en el aire; espero que haya sido la verdadera y no un producto de mi imaginación, porque no me gustaría terminar como el ingenioso hidalgo de la Mancha. Sea lo que sea, me ha salvado con su advertencia tan lacónica como efectiva, y se lo agradezco. Así que ya sabéis, si alguna vez os hace una visita a vosotros cuando os apartéis demasiado del camino, seguidla, seguro que os rescata del extravío.

Voy a tomarme unos días de reflexión y contarle todo esto a Momo. Nos vemos.

lunes, 23 de enero de 2012

El arte de canjear letras por monedas


Tras enterarme de la sorprendente declaración de Lucía Etxebarria, que amenaza con guardar su valiosísima pluma porque gana poco dinero, he llamado a mi amigo Schopenhauer, ese filósofo malhumorado, para que le dedique unas palabras. Podéis hallarlas en Parerga y Paralipómena.

En la literatura ocurre lo mismo que en la vida: hacia donde uno se dirija, siempre encuentra al instante la plebe incorregible de la humanidad, la cual se encuentra en todas partes formando legiones: llenándolo todo, ensuciándolo todo, como las moscas en verano. De ahí el sinnúmero de libros malos, esas malas hierbas de la literatura, que quitan el alimento al trigo y lo asfixian. Arrebatan el tiempo, el dinero y la atención del público, que en justicia pertenecen a los buenos libros y a sus nobles fines, mientras que los primeros se escriben con la intención de ganar dinero, de conseguir cargos. Así pues, no sólo son inservibles, sino positivamente dañinos.

Dichas esas palabras que pueden resultar perniciosas. Ahora mismo os preguntaréis a qué viene esta entrada, es fácil, me choca enormemente lo que dijo Lucía Etxebarria —ya he dicho un nombre relacionado con Mordor* dos veces, corro peligro—. Quiero pensar que fue un error y no algo dicho desde la razón, porque si fuese lo segundo pensaría en qué clase de personas escriben desde el firmamento; personas que cuando las monedas faltan se sienten impelidas a hacer lo que sea para que las miradas del mundo converjan en ellas, como posar desnudas, por ejemplo. ¿Escribir? Un trabajo como otro cualquiera, amigo, no tiene nada de especial, se trata de apilar letras encima de otras hasta construir un libro, como un niño jugando con piezas de Lego. Y si alguien afirma lo contrario es un embustero.

Personalmente no me parece mal que alguien se gane la vida con las letras, o hasta que se haga rico gracias a ellas; pero permitidme dudar de quien deje de hacerlo porque «ya no gana tanto» mientras otros —yo de momento no, por suerte para mí— malviven sin dejar de crear; se parten el lomo y piensan, al salir de un trabajo áspero, en cuánto tiempo podrán permanecer tecleando de noche hasta que el sueño los rapte. Para ellos no es un mero trabajo, es una necesidad, porque son escritores, lo otro no sé qué será. Me gustaría verlos en la sociedad ácrata que tan bien describió James P. Hogan en Viaje desde el ayer. ¿Qué harían en un mundo donde no hay dinero? No lo tengo claro. Sin embargo, de algunos sí que estoy seguro: emplearían el tiempo en lo mismo, en su necesidad.

Me temo que cuando escasea el dinero se dejan traslucir ciertas actitudes; caen los disfraces. Maquiavelo dijo una vez: «Todos ven lo que aparentas; pocos ven lo que eres». Eso de aparentar está muy bien, pero no hay que olvidar que aparentar no es ser.

El dinero, en algunos casos, puede ser como la zanahoria que se coloca ante un asno para que camine.

*Mordor: Planeta.

viernes, 20 de enero de 2012

El tren llegó puntual


Novela corta —unas ciento setenta páginas— de situación. Un soldado alemán toma un billete con destino al frente de la guerra, es decir, a la muerte. Durante el trayecto conocerá a otros dos soldados con los que entabla una amistad pasajera, pero vital. Esta no es una historia gloriosa donde lluevan medallas y se encumbre el honor, sino todo lo contrario: es un viaje dramático lleno de resignación y malos recuerdos. Los tres soldados protagonistas intentan sobreponerse a las experiencias vividas en el campo de batalla, se narran sus recuerdos con la esperanza de atenuar el dolor, juegan, beben... Y el tren sigue su curso inexorable, rápido, directo al humo, la sangre, el fuego.

El autor hace uso de un vocabulario sencillo, sin hacer alarde de florituras que empañen una trama que, sin necesidad de ellas, ya se desarrolla lentamente, porque las dilatadas reflexiones del protagonista ocupan bastante espacio. Las descripciones, por el contrario, son tan breves como eficaces a la hora de crear imágenes: «el mal afeitado», «el rubio». Pero aumentan poco a poco según avanza la trama, sin sobrecargar el texto o detener acciones importantes. Un estilo muy adecuado y cómodo para una novela corta. Heinrich se aprovecha de que el lector sabe que son soldados para ahorrar palabras; usa sólo lo justo para diferenciar primero y completar después.

El tren llegó puntual no carece de profundidad a pesar de su sencillez, Heinrich consigue llevar al lector a su mundo, sentarlo junto a ese pequeño grupo de soldados mientras ellos hacen lo posible para alegrar los días que les quedan. Una buena opción si lográis encontrar un ejemplar a un precio razonable. La novela no es fácil de conseguir, y RBA se ha aprovechado de ello creando una edición rústica y vendiéndola por un precio desgarrador —veinte euros—. Pienso que un libro de ese tamaño debería costar la mitad, sobre todo en esta época. Así lo único que se consigue es la proliferación del libro electrónico, el cual debería ser un complemento y no un sucedáneo. 

lunes, 16 de enero de 2012

The Measure of a Man

Como he visto que este año empieza con un pesimismo insalubre, dejo por aquí un canción para combatirlo: The Measure of a Man. Compuesta por Alan Menken e interpretada por Elton John. También voy a reproducir un comentario del video que me gustó mucho: «Lo que pocos entienden sobre Rocky es que no solo se trata de enfrentar la vida con optimismo: se trata de aclarar y dejar de lado las dudas, de uno mismo y de los demas, de romper las murallas que te pone la vida, de no tener miedo de pelear, aunque todo este en contra de uno, y hacer a un lado a los que digan que no podras. Si uno quiere ganar, tiene que creer que puede hacerlo, sin rendirse ni culpar a nadie de sus problemas, (en el fondo eso es como veneno) , si no, uno no va a ningun lado». Es de Falken6967.
Y de postre:  http://www.youtube.com/watch?v=L9qrdMLi2EE&feature=related

miércoles, 11 de enero de 2012

Nuevos episodios de Sherlock


Justo cuando había perdido las esperanzas de que se continuase esta serie, que sólo tenía tres capítulos, descubrí que se han emitido dos nuevos y el tercero está en camino. Los prometedores títulos son: Scandal in Belgravia, The hounds of Baskerville y The Reichenbach fall. He visto los dos primeros y mantienen el nivel de la primera temporada.

La serie es una adaptación libre de la obra holmesiana, y hasta ahora los guionistas han sabido mantener contento al público, porque su Holmes está muy bien actualizado. Además, como las tramas varían lo suficiente para no mostrar lo mismo que ya se vio tantas veces en el cine y la televisión, es una de las mejores versiones contemporáneas del célebre detective.  

Lo único que me ha disgustado de ella es el personaje de Moriarty, demasiado histriónico, joven, vulgar... Yo me lo hubiese imaginado de otra forma: un hombre provecto, atávico y templado; el cual se esconde en las sombras mientras medita y controla a una sanguinaria organización. Gustos personales aparte, el personaje no está del todo mal y puede caer simpático.

Son pocos episodios porque se tomó la decisión de ir de tres en tres cada cierto tiempo; pero si eso hace que la calidad se mantenga, bienvenido sea.

viernes, 6 de enero de 2012

El valle del miedo

Recomiendo esta edición de Juan
Antonio Molina Foix
Traducida a veces como El valle del terror, esta novela es la última de las cuatro que Doyle escribió sobre Sherlock Holmes, y con ella termino el período Holmesiano, porque los relatos voy a dejarlos a un lado de momento. Hablaba en las entradas anteriores sobre la evolución de Doyle como escritor y cómo fue mejorando desde su primera entrega; aquí, sin embargo, el autor vuelve a los orígenes partiendo la trama en dos partes, las cuales son muy diferentes y crean la sensación de que se están leyendo dos novelas reunidas en un mismo tomo. Aun así, ambas son dignas del célebre novelista: en la primera Holmes resolverá un caso con inusitada brillantez —se nota que ya es veterano y carga sobre sus espaldas una pesada experiencia—; y en la segunda se regresará al pasado para revelar las raíces de la historia que provocó el asesinato anterior. Doyle escribió El valle del miedo después de resucitar a Sherlock Holmes, el cual había muerto en uno de los relatos: El problema final —supongo que decir eso no será un spoiler, porque es muy conocido—.

Este tipo de cubiertas me gustan porque
se alejan de lo pueril e irradian seriedad
La trama comienza dando unas pinceladas a la misteriosa figura de Moriarty: la antítesis de Sherlock Holmes, el personaje que Doyle creó cuando ya se había cansado de su detective y necesitaba a un oponente que estuviese a su altura. Es, como el propio Holmes dice, «el napoleón del crimen»; alguien que ha conseguido un poder desmedido y tiene dos facetas: en las sombras es el cerebro de una gran red criminal, mientras que en la vida pública es un hombre honorable al que todos respetan. Se trata, por lo tanto, de un enemigo aparentemente intocable, y con capacidad de eliminar a cualquier persona sin mancharse. Aunque él se mantiene lejos de la acción su presencia se palpa en cada una de las páginas de la novela, porque los dilatados hilos que mueve llegan a remotos parajes, y zafarse de ellos puede ser una tarea ardua. Con el profesor Moriarty en la partida, Holmes, aun sabiendo quién es en realidad y hasta dónde puede mover sus piezas, tiene las de perder. Doyle concibió un oponente digno que, por suerte para Holmes, aparece muy poco.

Esta otra me deja frío. ¡Qué colores!
¡Qué detalles!
Tras completar un poco el personaje de Moriarty, comienza la clásica escena del cadáver en la habitación y los sutiles detalles reveladores; es decir, la primera mitad del libro entra dentro de lo que se podría denominar como género policíaco. En la segunda Holmes sale de escena para dejar paso a un nuevo protagonista: un tipo duro y armado, supuesto miembro de un clan de asesinos. Al principio no hay una clara relación con lo narrado anteriormente, pero poco a poco se irá esclareciendo la trama hasta que Doyle escribe lo que a mi juicio es uno de sus mejores finales. De las cuatro novelas de Sherlock, ésta es la menos conocida, y puede ser hasta difícil de conseguir —mientras que el resto están en cualquier sitio—; pero es una de las piezas que completan el canon oficial. Y muchos consideran que impulsa a la novela negra como género.

Un saludo a todos y buen fin de semana. Me han dicho que he sido un poco duro en la entrada anterior, así que he decidido darle una segunda oportunidad a la edición de Nowtilus. Cogí un fragmento de la novela, me relajé, di un paseo por la playa, lo leí... y en el enlace que les dejo abajo pueden ver mi reacción.

http://www.youtube.com/watch?v=Y9KyBdPeKHg