Novela distópica de Ray Bradbury publicada en 1953.
Sinopsis:
Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Guy Montag es un bombero, y el trabajo de bombero es quemar libros, que están prohibidos por ser motivo de discordia y sufrimiento. El sabueso mecánico del departamento de incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias trasnmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas.
Una civilización esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo.
Ayer vi por casualidad a un tipo arrojar un montón de libros atados con una goma al contenedor de basura. No pude evitar pensar en la distopía de Bradbury, en la que leer novelas es negativo, pues pueden ocasionar entre otras cosas tener criterio propio o tristeza debido a pensar demasiado en el porqué de las cosas. Es un futuro donde prima el más absoluto conformismo y la búsqueda de la felicidad, así que no hay lugar para pensamientos que puedan ocasionar discrepancias.
Yo veo la historia de Fahrenheit 451 como una posible evolución negativa de nuestra sociedad consumista actual, donde todo gira alrededor del dinero de una manera extrema. Muchas veces el ser humano es un gran rebaño que se deja guiar por los vericuetos que marca ese pastor situado en lo más alto de la pirámide. Mientras el afán individual de lucrarse a toda costa, hace que existan desde empresas fraudulentas a bombardeos abusivos de publicidad dañina. ¿Cómo es posible todo esto? Cegando a las multitudes con noticias escogidas en la prensa sensacionalista; creando ídolos, polémicas, programas basura, odio y hasta miedo. Todo para ponernos una venda en los ojos y que unos pocos puedan continuar sentados acumulando poder y riquezas.
Por eso creo que la distopía de Bradbury es el posible paso siguiente que puede dar nuestra sociedad. En el libro, recuerdo que un coche atropellaba a una persona para luego continuar su camino sin que ese suceso tenga ninguna relevancia. No hay investigación, no hay noticia, no hay lágrimas; simplemente unas máquinas recogen los restos y la "vida" sigue, porque la muerte de un ser querido produce melancolía y eso es mejor evitarlo. En nuestra sociedad, sí repercute por ahora la muerte de un familiar; sin embargo, no hay escrúpulos a la hora de pasar de una noticia funesta a una festiva.
Muchos se preocupan de tener el último modelo de coche, de consola, de videojuego, de ropa...Y en otras partes del mundo niños mueren de inanición. Esto que acabo de decir es una de las realidades que la mayoría no quiere escuchar, eso sí, se lamentan cuando ven a los desnutridos por la televisión a la vez que consumen una abundante comida caliente. Otros anhelan no tener ningún tipo de oposición a los ideales que consideren propios, quieren que todos piensen igual, quieren... la felicidad absoluta que propone Bradbury; eso sin olvidar que muchas de esas ideas les han sido inculcadas desde niños por la familia o mediante proselitismo desmedido, impidiendo al individuo pensar por sí mismo.
Puede que la quema de libros sea una representación simbólica de la destrucción de las ideas, produciéndose de esa manera el conformismo extremo, que además rompe las ambiciones y nos estanca evitando toda posible evolución. Una vaharada que esos bomberos con lanzallamas sueltan hacia nuestras mentes.
El escritor Heinrich Heine escribió en 1821: "Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos".
Hay una versión cinematográfica de Fahrenheit 451, dirigida por Truffaut y estrenada en 1966. A pesar de que la película es bastante fiel a la novela, no me gustó demasiado. De todas formas es entretenida.
-¿A la gente de color no le gusta "El negrito Sambo"? Quémalo. ¿Los blancos se sienten incómodos con "La cabaña del tío Tom"? Quémalo. ¿Alguien escribió una obra acerca del tabaco y el cáncer pulmonar?¿Los fumadores están afligidos? Quema la obra. Serenidad, Montag. Paz, Montag. Fuera los conflictos. Mejor aún, al incinerador.¿Los funerales son tristes y paganos? Elimina los funerales. A los cinco minutos de morir, el hombre ya está en camino de la Gran Caldera: incineradores abastecidos por helicópteros y distribuidos por todo el país. Diez minutos después de la muerte, el hombre es una motita de polvo oscuro. No aflijamos a los hombres con recuerdos. Que olviden. Quememos, quemémoslo todo. El fuego es brillante y limpio.
-Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por estas cosas. Paz, Montag. Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de los estados, o cuanto maíz cosechó Iowa el último año. Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian. No les des materias resbaladizas, como la filosofía o la psicología, que engendran hombres melancólicos. El que pueda instalar en su casa una pared de TV, y hoy está al alcance de cualquiera, es más feliz que aquel que pretende medir el universo, o reducirlo a una ecuación. Las medidas y las ecuaciones, cuando se refieren al universo, dan al hombre una sensación de inferioridad y soledad. Lo sé, lo he probado. Al diablo con esas cosas.
¿Qué necesitamos entonces? Más reuniones y clubes, acróbatas y magos, automóviles de reacción, helicópteros, sexo y heroína. Todo lo que pueda hacerse con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la comedia es insulsa, si la película no dice nada, golpéame con el thelerím ruidosamente. Me parecerá entonces que estoy respondiendo a la obra.