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Un miembro bizarro de la
honorable infantería móvil |
Relato sugestivo, el de Heinlein.
Tropas del espacio nos presenta una sociedad con una marcada actitud militarista, pues sólo los ciudadanos pueden votar, y para ser ciudadano, se debe cumplir un plazo de servicio en el ejército. Una lógica sencilla, el que ha sido capaz de pensar en los demás antes que uno mismo, está más capacitado a la hora de escoger un gobierno, independientemente de sus aptitudes. Todo esto ocurre después de haber desechado de manera empírica otras posibles opciones. La novela ha sido tachada en numerosas ocasiones de ser pro militar y fascista. Antes de poner el grito en el cielo y rasgarse las vestiduras, se debe tener en cuenta que se trata de ciencia ficción, una realidad alternativa en la que el ser humano se ve obligado a una guerra larga contra una raza alienígena que amenaza con destruirle. Ellos, o nosotros. Yo al menos tendría clara la elección. Sobre todo si el enemigo está compuesto por sanguinarias criaturas insectoides y arácnidas sin compasión, con el único objetivo de eliminarnos. A lo largo de la novela aparecerá también otra raza, "los huesudos", pero no será ni de lejos tan peligrosa como la anterior mencionada.
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¿No son adorables? |
Volviendo a la sociedad militar, el ejército hace todo lo posible por disuadir a los posibles nuevos reclutas, porque se busca a los más decididos; el oficial que los recibe antes de que presten juramento es un tullido al que le faltan el brazo derecho y las piernas, -posteriormente reaparecerá con avanzados miembros electrónicos-, aun después del juramento, se da una última oportunidad de no presentarse y en caso de abandonar no ocurrirá nada especial, no habrá represalias. Más tarde, durante el duro entrenamiento los reclutas tienen la oportunidad de renunciar cuando gusten; por supuesto, eso implica quedarse fuera del ejército sin posibilidad de regresar. La historia ha demostrado que el servicio obligatorio no funciona, ergo, debe ser vocacional, proporcionar al estado los hombres -porque en la infantería móvil sólo hay hombres, mientras que en el puesto de piloto son más apreciadas las mujeres- adecuados para administrar la violencia necesaria en las diferentes misiones.
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Si el traje se queda sin energía
se puede convertir en un problema |
Los soldados usan una pesada armadura que les proporciona protección y agilidad, pues cuenta con capacidad de impulsión que les permite dar saltos elevados. Para ellos es como una segunda piel que les da todo lo necesario de manera instintiva, algo muy útil en las incursiones. La novela arranca con una elipsis espacio temporal que nos enseña la eficacia de esas armaduras, después, la historia regresa a los apurados inicios del soldado protagonista, que nos irá relatando su vida militar llena de férulas, alocuciones, injusticias y desgracias. El libro está lleno de reflexiones y diálogos extensos, eso será un lastre para el ritmo porque la historia avanzará despacio; pero contiene buenas dosis de acción.
Tropas del espacio, es una de esas novelas fácilmente devorables en un par de tardes, e incita a averiguar qué sucederá a medida que transcurre la trama. Algunos de los personajes son formidables y las múltiples situaciones por las que nos llevará el protagonista avivarán la curiosidad por saber, entre otras cosas, a qué rango llegará antes del final. Con el riesgo siempre presente de la degradación, o peor aún, la muerte.
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Beberly Hills llega al espacio |
Las tres películas basadas en la novela son por lo general mediocres, sobre todo las dos últimas. Tienen poco que ver con el libro de Heinlein, aunque eso no es lo importante, ya que no hace falta ser fiel al libro, el cual puede ser sencillamente una fuente de inspiración que sirva para relatar una historia parecida, con alguna que otra analogía anecdótica. Ahora bien, cuando eso ocurre, la trama puede mejorar o empeorar, y salvo unas pocas excepciones suele ser lo segundo. Con todo, la primera de las tres partes que se han hecho, es la mejor -no por ello deja de ser un filme regular-, gracias a beber directamente de la novela, contar con una banda sonora de Basil Poledouris y tener un buen director. Sin olvidar a Michael Ironside, que salva un poco la situación haciendo un papel magnífico. Las otras dos que vinieron después, fueron un intento descarado de recoger los restos del éxito que tuvo la primera. No resultó. Pasaron completamente desapercibidas y sólo fueron vistas por los que más se divirtieron con la película inicial.