Las intenciones de Jekyll eran nobles al principio: conseguir que los humanos puedan desprenderse de su parte negativa. Para ello, debía comenzar por destruir a su alter ego maligno; esa segunda personalidad hinchada de iniquidad que se encuentra en cada uno de nosotros. Pero los resultados fueron diferentes a lo que él esperaba, porque la poción que elaboró tras un exhaustivo estudio, aunque sí consiguió separar gran parte de su maldad, en realidad no le libró de ella. Pues tuvo lugar la nefasta transformación en Hyde, la cual afortunadamente era temporal. Sin embargo, con el tiempo, Jekyll sucumbió a la tentación de ser alguien sin conciencia, que se deleitaba cuando cometía fechorías; alguien que no debía preocuparse por la etiqueta o por la justicia, ya que si perpetraba algún acto deshonroso, podía refugiarse en un escondite extraordinario; el cuerpo de Jekyll. Y así, el buen doctor terminó convirtiéndose en aquello que odiaba. Durante un tiempo parecía irle bien, había hecho un descubrimiento científico sin precedentes, y su malvado amigo le servía como vía de escape de la vida ordinaria. Pronto cambiaría su situación.
Las dosis necesarias para la transformación fueron cada vez más elevadas. Hasta llegar a un punto, en el que ambas personalidades pugnaban por el control. Y la desgracia se cernió sobre Jekyll cuando ya no necesitaba la poción para ser Hyde, sino para volver a ser el doctor... Esta novela de Stevenson nos habla de la dualidad del hombre y la lucha interna que opera en cada uno, desde una trama que ha inspirado a cientos de personas. Fue escrita en tres días y corregida en unas pocas semanas; toda una proeza. Me ha sorprendido la descripción del argumento que ofrece la Wikipedia, "adquiría la fuerza y la astucia de doce hombres"; supongo que eso será de algún cómic, porque en el libro no recuerdo que Hyde destacase por su fuerza. Y es que se ha apuñalado muchas veces a ese personaje en el cine, que últimamente lo mostró como una especie de Hulk con inteligencia limitada. Cuando en realidad es el cúmulo de todas las partes negativas que se escondían en Jekyll. Y hubiese sido mejor que permaneciesen ocultas, sin escapar al exterior para extender su perversidad.
He estado buscando portadas -o cubierta, si se quiere ser exacto- de este clásico decimonónico y no encontré ninguna que me satisfaga. Puede que resulte banal, pero yo tenía una idea muy concreta de cómo debería ser, y al no encontrarla me sentí terriblemente decepcionado. Imaginaba a una sombra escurridiza con sombrero de copa escabulléndose entre calles angostas iluminadas por las estrellas -parecido a la ilustración oscura de arriba-, o por la luz tenue de una farola victoriana. Nada de eso encontré, supongo que fui demasiado exigente y tuve que conformarme con lo que había. Lo importante de un libro no es la portada, sino su contenido; pero una imagen acorde con la historia nunca está de más.
No está mal, evoca un Londres mágico y misterioso, pero le falta algo. Podría ser la portada de otra novela y no se notaría. |
Según los personajes*, Hyde tenía una deformidad difícil de describir, así que me temo que el señor Cascioli se ha pasado un poco. |
*No es fácil de describir. Hay algo extraño en su aspecto; algo desagradable, algo completamente detestable. Nunca conocí a un hombre que me desagradase tanto; sin embargo, apenas sé por qué. Debe ser deforme de alguna parte; produce una fuerte sensación de deformidad, aunque no podría especificar el punto. Es un individuo de aspecto extraordinario, y, no obstante, verdaderamente no podría yo señalar algo anormal. No señor; no puedo describirlo. Y no por falta de memoria, pues juro que es como si lo estuviera viendo en este mismo instante.
¡Retruécanos! ¡Es una criatura de Lovecraft! |
Aquí tenemos a uno de los hombres grises de "Momo", le falta el puro, seguro que lo lleva en la mano que no se ve del todo |