lunes, 26 de mayo de 2014

Karasu Tengu Kabuto


Esta serie, conocida en España como Ninja Kabuto, fue emitida en Telecinco durante los lejanos años noventa. No duró mucho en antena, pero creo —no estoy seguro— que llegó a emitirse en su totalidad. Yo fui uno de los afortunados que pudo verla, al menos una parte de ella, y jamás la olvidé del todo; recordaba a un hombre rojo de luenga nariz, a una misteriosa espada que hablaba y a un ninja con la capacidad de volar. También tenía alguna reminiscencia sobre un castillo flotante lleno de demonios, imagen que fue exaltada por mi imaginación.

No disponía de internet en aquella época, así que Kabuto se esfumó durante casi dos décadas, perdí su rastro y no supe más de él... hasta hace unos meses, cuando me interesé por averiguar cómo eran exactamente aquellos dibujos de ninjas.

Fue una búsqueda complicada porque ya no sabía el nombre de la poco conocida serie; sólo intuí que esa nariz roja debía pertenecer a una criatura mitológica japonesa, seguramente un oni. Después de indagar por la red, encontré lo que quería: un demonio llamado Tengu. Eso me llevó hasta el Karasu Tengu, y lo demás vino por sí solo; pasados cinco minutos, volvía a ver una de las series de animación que más me fascinaron en la infancia. Me habría encantado descargar los episodios, pero no hallé dónde hacerlo; por suerte, alguien está subiéndolos a youtube. Ahora mismo pueden verse los diez primeros. 

Aunque no ha llegado a decepcionarme, he de admitir que es muy distinta a lo que recordaba. Cosas del tiempo y los cambios que produce en nosotros. Lo bueno es que sigue siendo igual de entretenida: los onis pegan fuerte, el dragón-esvástica impresiona y al castillo flotante aún no se le acabaron las pilas.


Antes de que alguien lo pregunte: no, no se trata de un malévolo dragón nazi; la esvástica es un símbolo muy antiguo, milenario. En los libros de Kipling, verbigracia, aparecía una sauvástica, que es muy similar —sus brazos están en sentido inverso—. Debido al inminente movimiento nazi, Kipling ordenó que la retirasen porque alguien podría pensar mal.

Entre esos libros hay cubiertas que muestran esvásticas, lo
cual tampoco es grave porque se trata de un elemento hindú.
Kipling nació en la India, y varias historias suyas, entre ellas
las del famoso Libro de la selva, transcurren allí

Como he leído a un montón de gente preguntando por la serie, dejo este artículo en el blog. Quizá le sirva a alguien para hallar al venerable guerrero tengu y sus cuatro fuerzas del bien, guardianes que lo ayudan a frenar la inmensa ola de maldad. ¿Conseguirán vencer a los secuaces demoníacos de Doki?

Lo que no lograron derrotar, desde luego, fue la moralina de los censores: en México, dicen algunas páginas, no permitieron que se viese ni una semana. Aquí duró más, pero dudo que haya habido una reposición. ¿A qué viene tanto miedo? ¿Es por la trama violenta? ¿Porque salen mujeres semidesnudas? Si es lo último, ¿qué daño puede hacer eso en un crío? «Oh, una chica semidesnuda; ahora debo tirarme por la ventana».

Sería gracioso, realmente gracioso, que la censurasen por el pobre dragón...

lunes, 19 de mayo de 2014

El corsario negro

¡Adelante, hombres del mar!
Hoy la calle Baker se llena de ron y filibusteros, cañones y asaltos sanguinarios; ¡Sherlock está que trina!, ¡ha tenido que recibir a varios marinos en su casa! 

Como parece que a Salgari se le está leyendo cada vez menos, voy a dejar aquí una ínfima aportación para que no caiga en el olvido, porque eso sería una tragedia: las nuevas generaciones merecen recorrer estas aventuras. Ya en mi época, sustituido por otros escritores, no se le conocía demasiado. De hecho, debo admitir que yo prefería historias diferentes; la caza del crimen me gustaba más que los viajes repletos de trifulcas enconadas. Lo único que leí de este autor es El corsario negro, estupendo libro que me habría gustado tener en la juventud. ¿Quién sabe?, si hubiera preferido a Salgari en vez de a Doyle, quizá ahora el blog sería muy distinto... Habrá que viajar al pasado y descubrirlo. Que nadie se alarme si esto se transforma en una jungla o un mar embravecido. 

El corsario negro dirigiendo su nave, El
Rayo, a través de la tormenta
El corsario negro es la primera novela del ciclo Piratas de las Antillas, compuesto por cinco volúmenes. En ellos se narran las aventuras de un caballero que busca vengar la muerte de su familia; para realizar esa empresa cuenta con un barco veloz, una fiel tripulación y varios amigos audaces, también piratas. Se llama Emilio, como su creador, y tiene un atuendo fúnebre que atemoriza a los enemigos. A lo largo de la novela, se las verá con tenaces españoles, feroces indios, animales salvajes...; pero él, impelido por la venganza, no se detendrá ante nada: sus hermanos muertos han de ser resarcidos.

Salgari es un escritor valiente, igual que sus personajes —leed la aciaga biografía—, y transmite ese valor a las obras que crea. No necesito ahondar más en su trabajo para saberlo. Hablamos de alguien que no temía batirse en duelo, o hacerse el seppuku.

¡Comed metralla, españoles!
Tras la lectura de esta obra, mi interés por Salgari ha crecido desmesuradamente, y pienso hacerme con toda la colección. Tiene un estilo algo descuidado, fruto de no repasar lo necesario; mas eso se subsana con la visceralidad, el intenso romanticismo que desprenden sus letras.

Malditos sean Salgari y el corsario negro: me han hecho soñar con una época apasionante que, me atrevería a decir, es más divertida que la plúmbea actualidad, donde todo lo que ocurre ha ocurrido ya en otros tiempos, aunque cambie el decorado. Debe ser magnífica la experiencia de encontrarse fuera del escenario, navegar bajo una bandera de libertad sin temer a la muerte. Pienso en capitanes como Nemo y Harlock, que juegan siguiendo sus propias reglas, son dueños de sí mismos y no se inclinan ante nadie. He de repetirlo: malditos sean Salgari y el corsario negro.

jueves, 8 de mayo de 2014

El temor de un hombre sabio

Esta imagen me recuerda a algo...
Después de revolucionar al fandom del fantástico con El nombre del viento, Rothfuss provocó una enorme expectación: los que supieron apreciar las virtudes de su obra querían más, deseaban saber cómo va a arreglárselas nuestro amigo Kvothe para combatir a los temidos Chandrian. Éstos son unos oponentes formidables, y derrotarlos no está al alcance de cualquiera; a Kvothe aún le quedaba muchísimo recorrido.

Sí, era un personaje con una inteligencia excepcional, y la universidad le proveyó de conocimientos útiles; mas eso no bastaba, porque a los Chandrian no los destruiría un joven con unas pocas nociones de magia. Necesitaba otro tipo de artes y avanzar en la nominación, aprender a pedirle ayuda al viento cuando lo necesitase. Imagino que fue fácil, publicada esa pose marcial, vaticinar por dónde irían los tiros.

¡Ah!, a esto me recordaba
Dejémoslo en que el Kvothe de esta novela va a ser muy combativo. No añadiré nada porque hacerlo es moverse por terreno minado: podría desvelar, sin pretenderlo, algo que el lector debe descubrir en el libro, no aquí. Ésa es la razón de que no escribiese una pequeña sinopsis de la trama durante la reseña anterior. Tampoco lo haré ahora.

Lo que sí puedo decir es que El temor de un hombre sabio tarda en arrancar, porque su comienzo entronca, evidentemente, con la fase más bonancible de la primera novela, la que tanto disgustó a los ávidos de acción, vísceras y explosiones varias —¿llegarían a, ejem, esa parte que se desarrolla en Trebon?—. A pesar de que el inicio es lento porque Rothfuss dilata bastante las escenas, sirve como recordatorio de situaciones y personajes. Además, la prosa es liviana casi todo el tiempo; así que se lee con rapidez. El tamaño del libro amedrenta, pero su cuantioso número de páginas no impide que la mayoría lo acabe en sólo una o dos semanas.

Graciosa ilustración de los
Chandrian
Tampoco hay que preocuparse por aquello del «protagonista demasiado perfecto que cae mal», pues Rothfuss soluciona ese problema dándole algunas limitaciones, y ahora Kvothe no debería ser tan irritante. ¿Cuándo haría los ajustes? ¿Antes o después de leer los comentarios del primer volumen? A mí el protagonista siempre me gustó; pero alguien cercano a él, Denna, me da la sensación de que es un personaje comodín: «Vaya, no sé cómo seguir... ¡Ya está! ¡Haré que Denna aparezca por casualidad!». Habrá que esperar a la tercera entrega para saber si realmente le da ese uso, o existe algún secreto detrás de esos afortunados encuentros...

La crónica va por buen camino, aunque aún es demasiado pronto para afirmar que se convertirá en un clásico: tendrá, entre otras cosas, que satisfacer al público con un final impresionante, y aun así... habrá que dejarle la decisión final a Chronos, el crítico más importante de la literatura.

Por cierto, suele darse por hecho que va a ser una trilogía. Yo apuesto a que se quedará, como poco, en tetralogía.