domingo, 29 de mayo de 2011

España y la sonrisa del arco iris


Cuando un español habla mal de su país, pocos se alarman, pues forma parte de su idiosincrasia: «Oyendo hablar a un hombre, fácil es saber dónde vio la luz del sol. Si alaba Inglaterra será inglés. Si os habla mal de Prusia, es un francés y si habla mal de España... es español». Yo no voy a ser menos y haré lo propio, a pesar de ser una época de indignaciones y violencia —¿cuándo ha sido diferente?—, en la que  muchos levantan los puños al cielo en dirección al monte olimpo, donde están los nuevos dioses vestidos con traje y corbata. Lo cierto es que cada país carga con lo suyo y unos lo llevan mejor que otros; pero si los problemas que hay en ellos son similares a los nuestros, quizá no me equivoque al ser muy pesimista con el futuro. Sólo hay que echar un breve vistazo a la historia para saber cómo es la inquebrantable naturaleza humana, la cual no ha de estar al servicio del sistema, sino al contrario: el sistema debe amoldarse a ella. Por eso han ardido falsas utopías y se han despedazado tantas ilusiones. Un cambio completo solamente será posible cuando seamos nosotros mismos los que evolucionemos hacia algo mejor. Y eso no ocurrirá ahora. La realidad es que debemos conformarnos con muchas reglas existentes, mientras luchamos por mejorarlas y limpiarlas de corrupción.

La política. Hablar de ella aquí es igual que caminar por el filo de una navaja, porque la guerra civil no se ha terminado. Ha llegado el momento de explicar el extraño título de esta entrada. La sonrisa del arco iris es un episodio de Verano azul; en él, Julia nos contaba la desgracia que había sufrido su familia, muerta en un accidente de coche, y cómo ella se recuperaba en un manicomio usando la pintura, pues ésta formaba parte de la terapia. Lo último que recordaba del triste suceso, eran unas mariposas negras revoloteando entre los hierros ensangrentados. Yo veo esas mariposas negras; las veo cuando dos personas de diferentes ideologías discuten con una venda cubriéndoles los ojos; las veo cuando el fin justifica los medios y las veo..., en todas partes. Y no sé cuánto tiempo podré soportarlo. La máquina se ha desbocado sin que nadie se atreva a detenerla. Los reyes se alimentan de oro en sus feudos modernos, debido a ello se presentan multitud de héroes; pero no son de este mundo y no pueden hacer nada salvo promesas quiméricas que se desploman ante la hipocresía sobrealimentada. Las mentes ya están adoctrinadas desde los albores, encadenadas por unas siglas y controladas desde arriba. ¿Se las puede liberar? ¿Se pueden cortar los hilos?

Es curioso ver lo poco que ha evolucionado el ser humano en todos estos años, pues aún hoy los romanos destruyen campamentos e imponen sus normas; sin embargo, no hay que olvidar que su imperio fue arrasado una vez, y puede volver a ocurrir si la lucha persiste. Nos merecemos un sistema mejor, porque el pueblo es el país, y si el pueblo es pobre, el país también. Aunque las ratoneras ya están dispuestas y al final cumplan su cometido, lo que se ha logrado no debe desaparecer, sino transformarse. Pero ¿qué se ha logrado? Se preguntan los damnificados. La respuesta es sencilla, basta con escuchar y ver a aquellos que están al otro lado del espejo rojo y azul: tienen miedo y dudas, ya que no se lo esperaban. No comprenden qué ha fallado en su estructura circense, porque estaban acostumbrados al sometimiento y respeto de su férula. Incluso los jóvenes que se preparan para atravesar ese espejo están asustados. Saben que los corderos mansos se han unido y han dejado de balar, ahora son un hidra, y como tal, si se le corta una cabeza aparecerán muchas más. Tener una democracia en pañales no es excusa para que se robe el dinero que pertenece al pueblo y, por ende, al país, eso debería ser considerado alta traición; recordad dónde estaban los traidores en La divina comedia.




sábado, 28 de mayo de 2011

El nerd furioso


¿Alguna vez te has irritado jugando a uno de esos juegos injustos que tanto abundaban en las 8-bit? Entonces seguro que te lo pasarás en grande viendo los videos geniales de James Rolfe, un tipo que decidió mostrarnos toda la frustración que sufrió cuando era pequeño. Puedes verlos todos en el siguiente enlace:

http://zonaforo.meristation.com/foros/viewtopic.php?t=1311501

Desde aquí le doy las gracias a «Juanako25» por haberlos traducido. Son muy divertidos.

Yo —cuando todavía jugaba— muchas veces cometí la imprudencia de adquirir juegos basados en películas, sobra decir que eran lamentables. Aún recuerdo Las dos torres de Electronic Arts. Lo había comprado porque los juegos clásicos de esa compañía me solían gustar —Budokan, Starflight, Road Rash...—; pero resultó que Las dos torres, además de tener una publicidad engañosa, en la que insinuaban que era un juego para dos jugadores cuando no era así, tenía un montón de defectos: era excesivamente líneal, tenía movimientos limitados, la IA era absurda y se terminaba en menos de una semana. Tras eso no volví a comprar más juegos basados en películas, porque en muchos casos se aprovechan del éxito de éstas para tener unas ventas fáciles.

Lo cierto es que muchas compañías de videojuegos —y revistas— han engañado a la gente, vendiendo productos deficientes en una época en la que por desgracia no había internet para conocer las opiniones más importantes: las de otros consumidores.

Voy a dejar por aquí dos de los videos que más me han gustado, los del Dr. Jekyll y Mr Hyde. Sí, el juego es tan malo que tiene dos videos... ¿Por qué tienes un arma si no funciona...? Qué tiempos.




miércoles, 25 de mayo de 2011

Una semana entre zombis


Segundo día


      —¿Qué hace ahora?
      —No lo tengo claro.
      —Déjame los prismáticos. Ya veo..., se va a meter en el edificio.
      —Buscará comida supongo.
      —No podemos dejarle aquí, vamos a por él.
      —Debemos ser circunspectos. Todavía no sabemos suficiente, recuerda qué ocurrió la última vez.
      —Vale, vale. Lo que tú digas…


                                                           ***


    No entiendo qué pasa. Después de dos horas dando vueltas por la calle y no ver a nadie decidí entrar en un edificio, la puerta del portal estaba despedazada y casi tropezé en esas escaleras llenas de escombros. Casi todos los pisos tenían las entradas abiertas, así que me hinché a investigar. Parezco un detective. Al principio me entretenía buscando comida y rompiendo cosas, pero ahora estoy nervioso, porque no hay ni un alma, las televisiones no funcionan y los teléfonos no tienen línea. Está claro que un acontecimiento serio ha tenido que suceder. Seguro que nos han invadido; a lo mejor yo me libré por estar viviendo oculto en un contenedor. Vaya, al final la suerte me sonríe por una vez.

   Entré en un piso muy bien amueblado, los cabrones que vivían aquí debían estar forradísimos; jacuzzi, pantalla plana de cincuenta y dos pulgadas empotrada en la pared, bustos feos de mármol… Hostia, hay carne en la nevera, me voy a poner las botas.

    Antes de poder dar un mísero mordisco escuché un quejido que venía de la habitación que tenía al lado. Lo primero que vi fue el enorme peluche de un oso encima una cama de matrimonio. Menuda cursilada. Me disponía a arrancarle la cabeza por diversión cuando noté que mi gastada bota pisaba algo vivo.

   ¡Es un hombre! Tiene la piel hecha jirones y respira muy mal. Casi no se mueve. Está tirado boca abajo en una alfombra ensangrentada , así que me arrodillé y le di la vuelta. Al ver cómo tenía la cara no pude evitar dar un salto hacia atrás y caerme de espaldas, ya que le falta una parte de la cabeza. Dios..., si hasta tiene un ojo colgando como un yoyó. Será hijo de puta. Ahora se arrastra muy despacio en mi dirección.

      —Tranquilo amigo, voy a por una toalla para envolverte eso.

   Fui al baño y cogí un trapo sucio que encontré; no había nada mejor. Regresé e intenté envolverle esa herida, pero quiso morderme varias veces. Cansado de esquivarle le encerré. Qué se vaya a la mierda. Encima de que le intento ayudar así me trata. Si después me encuentro con alguien le aviso y que se ocupe él, porque yo no tengo edad para estos sustos. Por si fuese poco, en la calle estalló un estruendo; el típico sonido de un accidente. Me asomé a la ventana y vi una marea de gente caminando despacio y gimiendo. Todos con peor aspecto que el mío. Que ya es decir. Me arrodillé y recé, pues había llegado el Apocalipsis, ¿por qué Dios me habrá perdonado a mí? Supongo que tendré que averiguarlo mientras me aparto de todos esos leprosos pecadores. No puedo ver qué ha provocado el ruido; por lo tanto será mejor esperar aquí y aprovechar para dormir un poco. Me ayudé con la botella de güisqui que guardaba en el bolsillo interior de la gabardina.

  Otro sueño raro: me encontraba en el centro de un círculo de personas que me señalaban y se reían; no tenían rostro, solamente una boca larga con colmillos. Y justo cuando estaban a punto de saltarme encima, escaparon, porque a lo lejos venía otra vez el camión con la boca metálica de tiburón…

   Por fortuna desperté antes de que me pillase. Maldita sea, con estos sueños se me van a quitar las ganas de dormir. Han pasado unas cuantas horas y está anocheciendo. Volví a asomarme por la ventana. Nadie. Las calles estaban vacías de nuevo. ¿Me estaré volviendo loco? Tanto alcohol… Quizá lo que he visto antes haya sido otro sueño. Comprobarlo es sencillo, sólo tengo que hacer una visita a mi encerrado amigo tuerto. Me aproximé a la puerta y coloqué una oreja a ver si le escuchaba. Silencio. Cogí el pomo con una mano que no cesaba de temblar y…, lo solté. No quería volver a verlo, porque si se encontraba allí sería la prueba irrefutable de una desgracia o la pérdida de mi locura debido a los excesos; preferí marcharme del edificio bajando las escaleras con cuidado para no tropezar, y una vez fuera miré en todas direcciones. Ni un alma.

   Con la mente en blanco volví a mi escondite, que se encontraba dos esquinas más abajo, y vaya sorpresa me llevé.

   Había un camión militar enfrente del contenedor. Estaba volcado, chamuscado y con la parte trasera aún humeante; sin embargo, la cabina no sufrió muchos daños. Al acercarme más a ella casi me desmayo.

   El morro tenía pintada una boca de tiburón.

   De repente flaqueé y se me doblaron las piernas, porque esto ya no tenía ni pizca de gracia. A lo lejos me pareció distinguir a uno de esos leprosos caminando junto a una pared enladrillada. Debía esconderme a menos que quisiese ser contagiado con esa mierda, así que llegué hasta el contenedor avanzando a trompicones y me acosté junto a todas las botellas que había dejado allí ayer. Esa vez no me dormí inmediatamente, porque no sé cuánto tiempo estuve contando botellas de güisqui.

                                                           ***

      —¿Y ahora qué hace?
      —Vuelve a la basura. Por su aspecto y costumbres reitero que debe tratarse de un indigente alcohólico.
      —Tú y tus manías de prejuzgar a la gente.
      —¿Sí? Ya veremos.
      —¿Y el otro?
      —Se ha escondido detrás del camión y el viejo no le ha visto. ¿Quién será? Me gustaría saber cómo ha sobrevivido a ese accidente.



Comentarios: Me voy acostumbrando a narrar desde el punto de vista de un personaje soez. Una vez que ya tenía claro lo que quería contar, abrí el procesador de textos y lo escribí todo a vuela pluma, sin detenerme; luego lo corregí un poco. Una vez más me lo pasé muy bien y ya tengo una idea vaga para continuarlo. Por si las moscas, deseo recordarles que esto lo hago por mero entretenimiento propio. No le dedico mucho tiempo. Soy consciente de que puede quedar un poco raro pasar de un estilo «de diario» a otro un poco más novelesco.

viernes, 20 de mayo de 2011

El video de la discordia


Hace tiempo un tal Eduardo Mendoza, escritor consagrado y ganador del «amado» premio planeta, le dedicó unas palabras a otro autor: Kafka. Gracias a internet podemos recordarlas y analizarlas.

Primero el video:


«Kafka es un ser entrañable al que todos queremos».
Generalizando que es gerundio.

«Era muy fotogénico, le pasaba como al Che».
Hombre, reconozcamos que muy fotogénico no era. Por otro lado me llama la atención que compare la popularidad inmensa de la foto de Ernesto Guevara con la de un autor que, sinceramente, yo jamás he visto en pañuelos, camisetas, tazas... Incluso hay gente que no sabe ni quién es Kafka, mientras que el Che es ultraconocido. Una analogía bastante desafortunada, diría yo.

«Era un mal escritor y él lo sabía».
¿Sabía o creía? Porque sin atisbo de duda puedo afirmar que a Kafka van continuar leyéndole dentro de unos cuantos siglos; debe ser que los lectores no sabemos discernir la calidad.

 «Cuánta gente de aquí ha leído El castillo entero, El proceso o incluso La metamorfosis; muy pocos levantarían la mano sinceramente».
Yo la levanto. Y estoy seguro de que muchos más también.
«No tenía sentido de la narración», «Un gran principio de novela es: la pequeña ciudad...».
Una novela puede comenzarse de múltiples formas. No necesariamente describiendo el entorno, el cual creo que debería estar presente al comienzo si tiene una relevancia especial en la historia; como por ejemplo en La regenta. En otros casos es opcional. No entiendo el porqué de esa rigidez, a veces las normas están para romperlas. Por cierto, se ve que te gusta Stendhal, pero ¿no recuerdas el comienzo del Quijote? Yo tampoco, aunque sé unas frases más, y de la Mancha pasa a...

Pues eso a sido todo amig@s.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Azazel

¡Anímese! Por poco dinero usted
puede tener su propio demonio
portátil


Asimov es de sobra conocido por sus novelas de ciencia ficción. Pero ésta que da título a la entrada versa sobre un tema muy diferente. Uno de los personajes tiene la habilidad de invocar a un demonio de dos centímetros, que intentará resolver, en la medida de lo posible, esos insignificantes y extraños problemas humanos. Esto puede tener cierta lógica, pues al igual que haría un nigromante, invoca a un ser para que éste le sirva y cumpla sus deseos. Lo malo es que los resultados al final siempre resultan ser tan sorprendentes como negativos. Estamos ante un conjunto de relatos cortos humorísticos, amenos y fluidos. La clásica historia donde un geniecillo maligno hace de las suyas y lo que en un principio parece una buena idea, más tarde se torna en algo incierto. Un libro donde Asimov demuestra que es capaz de ir más allá de las naves espaciales y los robots antropomórficos. Por desgracia, tuvo ciertos problemas cuando intentó publicarlos, siendo obligado a sustituir el demonio por un extraterrestre hasta que conoció a la editora adecuada. Eso explica por qué en uno de los relatos aparece lo siguiente: «Azazel es el demonio o el ser extraterrestre (elija)».

Máquina de escribir > PC
Incluso el propio Asimov es uno de los protagonistas, pues en todas las historias será el confidente de George, el poseedor del demonio. Cada uno de los relatos está muy bien construido y se diferencia bastante de los demás, de modo que la lectura será agradable tanto si se devora la novela de un tirón o a intervalos. Lo único que me ha disgustado es que se explica múltiples veces qué es Azazel. Debido a que inicialmente esos relatos fueron publicados en revistas, y de ahí que se hagan necesarias dichas explicaciones, las cuales desde mi punto de vista podrían haber sido suprimidas, ya que en el comienzo llamado El demonio de dos centímetros, queda claro todo el asunto. De todas formas esas descripciones son muy breves y lo importante no se hace de rogar. El propio autor cuenta en la introducción que su estilo en este libro es deliberadamente hinchado y poco asimoviano; empero, después de leerlo, aunque sí se aleja de lo que Asimov suele hacer, puedo decir que no es tan hinchado y que los que se atrevan a probar algo diferente, se encontrarán con unas páginas muy divertidas.

Buena cubierta, aunque se
pasaron un poco con el tamaño
de Azazel


Es posible que los seguidores más acérrimos de uno de los venerables padres de la ciencia ficción, sean reacios a afrontar su lectura. Ellos se lo pierden, porque de la misma forma que Stephen King demostró que podía apartarse del terror y salir airoso, Asimov hizo lo propio con su Azazel. Es posible que, debido a su naturaleza, este libro no tenga la misma distribución que otras de sus obras mucho más conocidas; pero no por ello deja de ser una opción muy válida, porque de vez en cuando no viene mal dejar de lado todos esos dramas, distopías y combates sangrientos para darle la mano a un poco de humor. Además Asimov hace gala de una buena prosa; vocabulario rico, ritmo, elipsis, etc. Por lo tanto recomiendo la lectura de Azazel a cualquiera que se lo encuentre.

Los títulos de los relatos son:

El demonio de dos centímetros (1988)
Una noche de canto (1982)
La sonrisa que pierde (1982)
Al vencedor (1982)
El sordo rumor (1982)
Salvando a la Humanidad (1982)
Una cuestión de principios (1984)
El mal que hace la bebida (1984)
Tiempo para escribir (1984)
Deslizarse sobre la nieve (1984)
La lógica es la lógica (1985)
Viaja más rápido (1985)
Los ojos del que mira (1986)
Más cosas en el cielo y en la Tierra (1986)
La estructura de la mente (1986)
Las peleas de primavera (1987)
Galatea (1987)
Vuelo de fantasía (1988)

miércoles, 11 de mayo de 2011

Los diez libros que más me han gustado hasta ahora


Aunque fue complicado ceñirme únicamente a diez, me lo tomé como un reto y aquí están. Quiero dejar claro que no escogí estos libros por ser los mejores que he leído, es decir, me he guiado sólo por mis gustos personales, los cuales pueden tener como preferencia libros de toda índole; desde best-sellers desaforadamente comerciales hasta novelas casi desconocidas.

Décima posición: La regenta

A pesar de su pausado ritmo decimonónico, hay momentos en este libro que son sublimes. Y su final es el que más me gusta de todos los que he leído; inesperado a la vez que descarnado. Cuando leo La regenta siempre tengo la sensación de encontrarme ante uno de los libros mejor construidos, tanto por los personajes como por las trabajadas descripciones; algunas de ellas son capaces de arrancarte de la realidad y transportarte al interior del libro, donde se pueden percibir los mismos sonidos y contemplar los mismos parajes por los que en ese momento se estén moviendo los protagonistas. Al abrir este libro se nos dará la oportunidad de visitar la decadente Vetusta, un lugar en el que puede ocurrir de todo: romances, duelos, traiciones, mentiras, críticas... Tal vez la única traba es el desarrollo lento de la narración, algo que los lectores deberán tener en cuenta antes de acometer su lectura. Sobre todo aquellos que no suelan degustar clásicos. La regenta puede agradar o no, pero es una obra maestra de la literatura.


Novena posición: La defensa

No tengo mucho que decir de ella porque ya la comenté en la entrada anterior. Es una de las pocas novelas que suelo releer; algo extraordinario porque acostumbro a escoger una novela nueva antes que regresar a lo ya experimentado.
Octava posición: El conde de Montecristo

Si Jane Austen escribía sobre el amor, Dumas en esta novela escribió sobre la venganza; retratándola a la perfección. Para mí, es una de las imprescindibles que cualquier lector que se precie debería leer al menos una vez. Indispensable en cualquier biblioteca particular. Dumas, consigue que empatizemos eficazmente con Edmundo, hasta tal punto que somos nosotros mismos los que queremos destruir a esos bellacos. Es curioso comprobar cómo un libro de tantas páginas —un millar—, puede resultar tan corto, porque cuando una narración es tan buena siempre queda una intensa desazón cuando se termina. Para escribir esta historia, Dumas se inspiró en la historia de un zapatero llamado François Picaud, el cual se comprometió con una mujer rica, y sus celosos amigos le acusaron de ser un espía de Inglaterra. Cuando lo encerraron durante siete largos años, un presidiario moribundo le reveló la existencia de un tesoro oculto en Milán. Una vez que recobró la libertad se hizo con él, y pudo así vengarse de sus amigos. A veces la realidad supera a la ficción.

Séptima posición: Almacén de antigüedades

Fue traducida al español con diferentes títulos: La vieja tienda de curiosidades, Almacén de antigüedades y La tienda de antigüedades. En este libro se encuentra un personaje magnífico, capaz de despertar humor y simpatía en una escena, para generar un rechazo inmenso en la siguiente. Se trata de Daniel Quilp, un enano terrible, retorcido y malicioso. No se dejen engañar por su condición, se trata de uno de los mejores villanos que ha dado la literatura. Sólo por su presencia ya merece la pena que tengan en cuenta esta obra. A mí una vez me sirvió de inspiración para crear a cierto personaje que era tan malvado como astuto. Además la trama es muy digna y tiene una buena capacidad para atrapar al lector, tanto, que en su época fue unas de las obras más célebres y la gente se aglomeraba en los puertos esperando la siguiente entrega. A mí personalmente es el libro que más me atrae del autor, quizá porque fue el primero que leí de él; sin embargo, considero que no es su mejor obra.

Sexta posición: Moby Dick

«¡Por allí resopla!». De la venganza mostrada magistralmente en El conde de montecristo, pasamos al odio más absoluto, y cómo éste puede conducir a la perdición. Moby Dick, la gran ballena blanca que fue capaz de despojar a Ahab de su pierna, será el objetivo. El capitán podría haberse olvidado del agravio y continuar con su vida; pero eso le resultará imposible, y no dudará a la hora de arrastrar a todos hacia una desgracia inevitable. Toda esa historia es muy cautivadora; sin embargo, además de pasárselo bien con ella, el lector podrá aprender las costumbres que había en la vida marinera de la época. Ya que la caza de ballenas está muy bien descrita. Esta obra también fue inspirada en un hecho real, un ballenero que se llamaba Essex fue atacado por un cachalote, después del ataque solamente sobrevivieron ocho tripulantes, de los cuales dos se atrevieron a narrar el suceso, del que Melville tuvo conocimiento. Sobra decir que esta obra es una de las que perdurarán en el tiempo a lo largo de los siglos.

Quinta posición: El proceso

De todo lo que escribió Kafka, El proceso siempre ha sido lo que más he disfrutado, porque en muchas ocasiones me sentí igual que el protagonista. Sobre todo a la hora de lidiar con funcionarios y sistemas incompetentes que pueden transformar una simple búsqueda de un impreso, en una odisea digna de los aventureros más recios de la fantasía épica. El proceso, es un relato que impregna a la realidad de una agobiante atmósfera onírica, atrapando al protagonista en un bucle sin fin, en el que no podrá escapar de la larga sombra judicial debido a un delito que ni siquiera conoce. ¿Cómo se lucha contra algo que no se puede ver? ¿Cómo evitar ahogarse en un océano de frustración e impotencia? En 1962 Orson Welles osó llevar esta novela al cine, aunque ha sido machacada por la crítica numerosas veces, a mí me entretuvo. Además, a diferencia de otras películas, ésta es lo suficientemente fiel a la novela.

Cuarta posición: La serpiente Uróboros

Cuando pienso en fantasía épica, el primer autor que siempre me viene a la mente es Moorcock, porque cuando leo ese género, lo que más me gusta es recrearme en los combates fácilmente resueltos por un héroe muy poderoso; igual que en las epopeyas clásicas. Nada de canciones cada cinco minutos, romances interminables o personajes que se creen más importantes de lo que son; lo que busco es violencia, imaginación y una prosa sencilla. Por lo tanto, mi primer impulso fue colocar aquí la trilogía de Corum; pero luego recordé que este libro, escrito antes que El señor de los anillos, me atraía más que las novelas de Moorcock —cada cual con sus gustos—, Eddison creó una historia heroica deliciosamente simétrica, cíclica y singular; todo aderezado con algunas pinceladas de mitología griega. Aunque carece de una prosa tan buena como otros, y los nombres de lugares y personajes dejan bastante que desear; este es otro de esos libros que, junto con La defensa, me gusta releer de vez en cuando

Tercera posición: Yo, robot

Me ha costado mucho decidirme por una novela de entre todas las que he leído de ciencia ficción, sobre todo porque hay muchas que superan a ésta en calidad. Pero me divertí más con Yo, robot, un conjunto de historias fascinantes sobre robots y su interacción con la sociedad . También me lo pasé en grande con muchas otras novelas suyas. Y no todas necesariamente iban de robots y sus posibles relaciones futuras con humanos; en la siguiente entrada hablaré de una novela que se aleja bastante del estilo asimoviano. Las influencias de este escritor se han dejado ver en cientos de obras literarias y televisivas. Por mencionar una, el teniente comandante Data de Star Trek, el cual lleva un cerebro positrónico y parece regirse por las tres leyes de la robótica escritas por Asimov, a saber:
  1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Respecto a la película que ha hecho Will Smith, como se suele decir, mejor correr un tupido velo.

Segunda posición: La historia interminable

Yo soy uno de esos que antes de leer el libro vio el filme; no era algo complicado, pues en mi época estaba muy de moda, y si eras un niño había muchas probabilidades de que lo terminases viendo, ya sea por una reposición o un alquiler de videoclub. Resultado: muchos obviaron la novela. Un caso similar podemos encontrarlo con la trilogía de Tolkien, la cual ha caído en ventas desde que ha sido emitida en el cine. Imagino que un pensamiento popular debe ser: «ya la he visto, para qué leerla». Una lástima, porque al menos la adaptación de El señor de los anillos no está tan mal; pero la obra de Ende ha sido ninguneada en la pantalla grande. Del libro se puede decir que es original, magistral, divertido e inolvidable. Henchido de situaciones diversas que harán las delicias de cualquiera que se atreva a adentrarse en el universo creado por Ende. Se titula La historia interminable por un motivo; pero yo encontré otro, es una novela tan buena que siempre subsistirá en la memoria de sus lectores.

Primera posición: La sombra del ciprés es alargada

Delibes es uno de los pocos escritores que nunca me han decepcionado, todo lo que he leído de él me entusiasma; pero esta novela va más allá, en ella pude encontrar ciertas similitudes entre mi personalidad —cuando era más joven— y uno de los personajes. Delibes me enseñó que debía afrontar el camino que el tiempo nos impone desde otro punto de vista. Es decir, La sombra del ciprés es alargada marcó un antes y un después en mi manera de ver las cosas, por ello, creo que se merece el primer puesto. ¿Nunca han leído algo que les mostrase una lección estimable? Hay muchas novelas que sacian el ocio, pero pocas que te regalen un valioso consejo que te pueda ser realmente útil. Y ésta es una de ellas. Eso ya sería un motivo de sobra para leerla; sin embargo, hay que añadir una prosa sublime y un argumento inolvidable. 


Y estas diez novelas son las que más me gustan, no las que considero mejores, pues sé diferenciar entre mis propios gustos personales y la calidad. Hacer esta lista ha sido todo un reto, porque he tenido que dejar en el tintero demasiados títulos. Por supuesto, todos los que he dicho no son inamovibles, la lista puede variar mucho en los años venideros. Un saludo y gracias por leerme.

Daniel Quilp. Rey de villanos.
La maldad personificada

jueves, 5 de mayo de 2011

La defensa

De todas las novelas que elaboró Nabokov, La defensa, es mi preferida. Tal vez sea porque dediqué una parte de mi juventud a ese juego complejo donde la astucia se mezcla con la inteligencia; leía revistas y libros para revivir las partidas de los más grandes y jugaba emocionantes torneos. Nunca llegué a destacar como jugador, ya que me faltaba un alma más competitiva, y en las partidas importantes me distraía con facilidad. Pero esos años que pasé enfrente del tablero tuvieron momentos inolvidables, y no los cambiaría por una experiencia diferente. Con el tiempo fui abandonando paulatinamente la afición, y ahora por desgracia la he dejado de lado; sin embargo, la lectura de este libro siempre rescata algunas de esas reminiscencias que languidecen en el rincón más alejado de mi mente. Por eso es uno de los que suelo releer sin cansarme nunca de él. Nabokov también fue un aficionado, debido a ello, seguro que debió encontrarse muy a gusto mientras tecleaba la historia de un prodigio ajedrecístico.

Nabokov intentando mover las piezas
con la mente, seguro que él puede
La defensa, nos narra la vida de Luzhin, un niño marginado y maltratado por sus compañeros de colegio -¿quién dijo que el acoso escolar era algo nuevo?-, que se verá fascinado por el ajedrez, saltándose las clases odiadas y convirtiéndose en un jovencísimo genio del "juego de reyes" ante el asombro de su padre, el cual es un escritor de novelas infantiles al que no se le da muy bien eso de mover torres y caballos. Pronto Luzhin se convertirá en un gran maestro, y su vida se verá envuelta en una obsesión por el juego, refugiándose en él para escapar de lo mundano. Un relato que muestra lo que puede ocurrir cuando le damos la espalda a la vida para entregarnos por completo a una única pasión; permitiendo que ésta nos domine. La trama no se aleja mucho de la realidad, pues se ha podido ver algo parecido en varios ajedrecistas que han sucumbido a la locura, Morphy, Steinitz..., este último, cuando fue recluido en un sanatorio mental pronunció su famosa frase: "Puedo jugar con Dios y darle un peón de ventaja"

Actualmente está editada por Anagrama
y tiene un buen precio
Aunque la novela más conocida de Nabokov sea la inmortal Lolita, personalmente me gusta mucho más ésta. La fantástica descripción que hace de la partida decisiva y un ritmo adecuado le dan al relato un atractivo particular; al tiempo que las palabras escogidas por el autor, consiguen que visualicemos cómo la realidad se va desmoronando lentamente alrededor de Luzhin; cómo lo tangible se vuelve etéreo. Es sabido que a Nabokov no le gustaba Dostoievski -a mí sí-, y en esta novela hay unas líneas interesantes: "El profesor había prohibido que Luzhin leyera cualquiera de los libros de Dostoievski, el cual, según palabras del profesor, causaba un efecto opresivo en la mente del hombre contemporáneo". Este libro estimable puede ser apreciado tanto por los amantes del ajedrez como por los más profanos del mismo, por lo tanto, es bueno para cualquier clase de lector. También hay una película llamada La defensa de Luzhin, aunque no la he visto.

lunes, 2 de mayo de 2011

Una semana entre zombis


Primer Día

Las gotas de lluvia repiquetean en el techo metálico del contenedor. Huele mal. Pero es el único refugio que encontré. Voy a intentar dormir un poco, si tengo suerte escampará y podré salir. Seguro que me despiertan los policías, como siempre. Primero golpean el techo con las porras y después a mí, dejándome tirado en cualquier rincón, porque para ellos sólo soy una sombra sucia que molesta. Quizá esta vez pueda descansar unas cuantas horas antes de que eso ocurra.

He tenido el sueño más extraño de mi vida, un camión no dejaba de perseguirme, ni siquiera cuando entraba en un edificio me libraba de él, porque se encogía y hasta subía escaleras. Además tenía una boca metálica de tiburón en el morro que se abría y cerraba igual que un cepo gigantesco. Ya no hay ruido de lluvia y gracias a dios alguien ha arrojado restos frescos de comida justo en mi pecho, no los veo; pero la larga experiencia que el hambre le ha dado a mi olfato me permite saber qué es comestible y qué no simplemente con la nariz; como un perro. Aunque en el pasado he tenido que escupir o vomitar muchas veces, ya que no quería terminar delante de un hospital sollozando como una plañidera sin que nadie me atendiese. Después de engullir esos manjares, abrí la tapa del contenedor y me desperecé. Había salido el sol y su luz me sacudía los ojos.

Tardé en acostumbrarme a ella, y cuando lo hice, maldije en alto varias veces, porque me había acostado justo encima de un viejo paraguas con la tela rasgada, aún funcionaba y me podía haber servido para mantenerme seco mientras buscaba un refugio mejor. La calle parecía estar vacía. Según el reloj digital de pulsera que hace unas semanas descubrí en la basura son las nueve de la mañana, demasiado temprano para mí, así que cerré mi escondrijo y le di un par de sorbos a lo poco que quedaba en la botella de vino barato.

Unos golpes inesperados me despertaron. Seguro que eran los policías. No abrían la tapa. Se limitaban a aporrearla sin cesar. Qué raro. Tras cinco minutos me decidí a salir, a ver qué demonios pasaba. Sólo era un tipo mal vestido y tambaleante, otro como yo, el cabrón quiso quitarme mi cama, pero se lo impedí a golpes. Menudo soy. Y eso que era insistente, no me dejó en paz hasta que le di con el mango del paraguas en la cabeza, creo que le abrí una brecha y todo. Luego se desplomó y no se levantó. Mal asunto. Podía meterme en un lío si me quedaba allí.

Enfilé hacia el estanco más cercano, no sin antes hacer una parada al lado del supermercado, un buen sitio, en pocos minutos podía conseguir lo suficiente para un güisqui.; o eso era lo normal, porque hoy no entraba ni salía nadie, y está abierto. ¡Un momento! Por la acera viene alguien. Joder, menudo pedo lleva encima, a ver si al menos me da algo.

Vaya si me lo dio, en cuanto le cogí la mano intentando que me prestase atención se la arranqué de cuajo, y el tío como si nada, pasó de largo sin mirarme. Qué asco. Arrojé esa prótesis asquerosa en el suelo y entré en la tienda. Con un poco de suerte podría agenciarme unas botellas de vino. La tienda estaba completamente vacía y desordenada, por aquí ha debido pasar una manifestación o vete a saber. En lo que a mí respecta, vuelvo contento al escondite con un carrito lleno de licores y comida. Es curioso, pero ahora que me fijo los coches están todos mal aparcados; la gente ya no respeta nada. Entonces, entre trago y trago, recordé al gilipollas que antes intentaba quitarme mi contenedor. No podía volver. Seguro que aún estaba ahí tirado. Me quedé en medio de la calle rascándome la barba y pensando, hasta que decidí pasar por delante con disimulo; maldita conciencia.

Ya no estaba, ¿habrá vuelto en sí y después se largaría? Me da lo mismo, al principio pensé que estaría durmiendo en mi contenedor; pero tras echar una ojeada no encontré intrusos. Así que metí la mercancía del carrito dentro y yo con ella. Cerré la tapa y los ojos. 


Comentarios: Es la primera vez que escribo en primera persona desde el punto de vista de un personaje que no soy yo, lo primero que he descubierto es que todas las palabras deben armonizar con los pensamientos y la actitud del protagonista, dificultando la tarea de escribir, porque, por ejemplo, hay términos que ese viejo vagabundo nunca usaría. Debido a eso es posible que algunas palabras hayan quedado un poco forzadas, de todas formas me lo he pasado muy bien con este relato.