viernes, 17 de febrero de 2012

Niebla

Buena cubierta, quizá un poco
juvenil para mi gusto
Cuando Unamuno escribió esta novela su intención era romper el encorsetamiento estilístico de la época, algo que no encajó muy bien con la crítica; pero sí con el público, que valoró la obra con mayor justicia. En Niebla no vamos a encontrar amplias descripciones que anquilosen el ritmo, o florituras que destilen presuntuosidad: lo primero que verá el lector son diálogos, muchos diálogos. Incluso cuando el personaje está solo tiene largos monólogos —algunos de ellos junto a su perro, Orfeo—; pero las conversaciones entre personajes son cortas, rápidas, como si se tratase de una obra actual. Podría afirmarse que Unamuno fue un visionario al que no le importó ni un ápice lo que dijesen de él «entendidos» y petimetres. El curioso nombre que le dio a este nuevo género es el de nivola, en él se le da más importancia al contenido que a la forma. Otras novelas como La tía Tula también entrarían en esa descripción.

Unamuno pensando en sus nivolas
Niebla es, por lo tanto, una novela sencilla con un estilo arriesgado —para la época— que busca agradar al público en general. Si se publicase hoy mismo seguro que la considerarían una obra fresca y jocosa, aunque tal vez posee un argumento desfasado: el clásico hombre que se hace un lío con las mujeres y no sabe por dónde tirar. Sin embargo, el final es sorprendente e impactante. Lo que Unamuno buscaba era demostrar que hay libertad a la hora de escribir; no todo tiene que estar enmarcado por las mismas reglas. Somos nosotros mismos los que, a veces sin darnos cuenta, ponemos límites a la imaginación. Recuerdo haber leído hace tiempo en un foro la siguiente pregunta: ¿Es necesario que siempre haya humanos en la fantasía? La respuesta es no, basta con echar un vistazo a Cristal oscuro o La ciudad de los libros soñadores.

Simpática caricatura del autor con
su obra predilecta
Si tuviese que escoger una novela de Unamuno me quedaría con ésta, y además suelo recomendársela a los que temen abrir un clásico español  —es algo frecuente, porque hay obras foráneas muy atractivas y aquí hubo mucho realismo—, pues en Niebla hasta el prólogo, escrito por uno de los personajes, no tiene desperdicio: «Se empeña don Miguel de Unamuno en que ponga yo un prólogo a este su libro en que relata la tan lamentable historia...». Una curiosidad de la trama es el tiempo y el espacio: no tienen importancia, porque el objetivo que se persigue es que el lector se centre en la historia, algo que se logra magistralmente con elipsis muy bien escogidas. Nos hallamos ante una obra opuesta a la literatura del siglo diecinueve; seguro que algún autor clásico se quedaría aterido si la leyese. Ahora no tiene nada de raro encontrar novelas que se atrevan a experimentar, por suerte la homogeneidad obligada de estilos se ha quedado atrás.

4 comentarios:

  1. Maldita sea! Si esta entrada hubiera estado la semana pasada me habría servido para poner algunos de estos datos en el examen de Literatura! xDDD Otra de las tantas obras que me quiero leer, me interesa ver como es esa conversación del personaje con el autor, como un paralelismo del hombre con Dios...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recuerdo que cuando leí esa conversación por primera vez me sorprendió, hizo que la «nivola» me gustase mucho más. Hasta se puede llegar a sentir un poco de lástima por el protagonista.

      Eliminar
  2. He de confesar que a Unamuno le he tenido un poco de aprehensión por frases tan célebres como "Que inventen ellos" que tanto daño han hecho. Pero es una persona compleja y gran erudito, y sobre todo un gran escritor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo —y esto es subjetivo, porque no conozco bien el pensamiento de Unamuno— que esa frase ha sido sacada de contexto, y su verdadera connotación se perdió con el tiempo. Encontré un artículo interesante sobre ello.

      Eliminar