El mito se hace real, tangible, y necesita ser recordado para seguir vivo |
Por algún motivo que desconozco, el nombre de Clive Barker siempre me hace imaginar un montón de cuchillas dando vueltas en medio de la oscuridad, movidas mediante una maquinaria infernal. No me preguntéis por qué. Quizá esa idea sea un vago resumen de su estilo, o la reminiscencia de una escena concreta. En Candyman, más que cuchillas afiladas —que las hay—, habrá garfios, porque el garfio es lo que caracteriza al villano de este filme.
Candyman es una leyenda urbana, un ente que se manifiesta cuando alguien se atreve a pronunciar su nombre cinco veces. No desvelaré aquí la trágica historia de ese personaje, porque su revelación es un instante especial del filme; basta decir que está cargada de odio, crueldad y esperanzas frustradas. Sería emocionante presenciar un encuentro entre este tipo y Freddy Krueger, el asesino onírico.
La protagonista, Helen Lyle, se interesa por un asesinato que, según los «supersticiosos», ha sido perpetrado por Candyman. Más tarde comienza a investigar, a curiosear en un sórdido gueto negro donde aún se le tiene miedo al hombre del garfio. Qué interesante, esa urbe sombría cubierta de pintadas, qué melancólica. Helen se siente fascinada por ella, y se adentra en su interior para buscar datos sobre la leyenda, sacando fotos, yendo a lugares prohibidos. ¿Estás ahí, Candyman? ¿Existes de verdad?
Cuando Helen se percata de que ha ido demasiado lejos, es tarde: consigue atraer la atención de aquél al que buscaba con escepticismo. Toda su vida, su lucha, se vuelve evanescente; sólo queda resistir hasta el final.
Los dos actores principales, Virginia Madsen y Tony Todd, hacen una interpretación fabulosa. De Tony he de decir que es uno de mis actores favoritos, aún recuerdo su papel en un episodio de Andrómeda; si la memoria no me engaña, era el capitán de una nave arcaica. De capitanes y sueños inalcanzables habrá una entrada en el futuro.
Se dice que esta película está sobrevalorada, pero no lo creo, porque nadie, que yo sepa, la pone al nivel de una obra maestra. Su calidad tiene altibajos, momentos sublimes y detestables. Hay que restarle importancia a las partes flojas para meterse más en la trama, solazarse con ella. Es, simplemente, un buen filme. Que guste más o menos, depende de cada uno. Y recordad: no digáis su nombre cinco veces, que nunca se sabe...
No se puede huir de Candyman |
La protagonista, Helen Lyle, se interesa por un asesinato que, según los «supersticiosos», ha sido perpetrado por Candyman. Más tarde comienza a investigar, a curiosear en un sórdido gueto negro donde aún se le tiene miedo al hombre del garfio. Qué interesante, esa urbe sombría cubierta de pintadas, qué melancólica. Helen se siente fascinada por ella, y se adentra en su interior para buscar datos sobre la leyenda, sacando fotos, yendo a lugares prohibidos. ¿Estás ahí, Candyman? ¿Existes de verdad?
Cuando Helen se percata de que ha ido demasiado lejos, es tarde: consigue atraer la atención de aquél al que buscaba con escepticismo. Toda su vida, su lucha, se vuelve evanescente; sólo queda resistir hasta el final.
Escena premonitoria: Helen devorada por la leyenda que investiga |
Se dice que esta película está sobrevalorada, pero no lo creo, porque nadie, que yo sepa, la pone al nivel de una obra maestra. Su calidad tiene altibajos, momentos sublimes y detestables. Hay que restarle importancia a las partes flojas para meterse más en la trama, solazarse con ella. Es, simplemente, un buen filme. Que guste más o menos, depende de cada uno. Y recordad: no digáis su nombre cinco veces, que nunca se sabe...
Yo no me atrevo con Barker. No sé por qué, pero me imagino que no me va a gustar nada eso de cuchillas, garfios, pinchos... ¿Es gore?
ResponderEliminarNo es gore, pero tiene alguna que otra escena violenta. Nada del otro mundo si lo comparas, por ejemplo, con lo que se ve en Hellraiser.
EliminarAtrévete con Barker, hombre, sé valiente, jeje.
Caramba, no sé si la he visto o no. Por el peinado de Hellen, diría que tiene años, aunque no tantos, seguro, como Hellraiser. Esperaré esa entrada de capitanes y sueños.
ResponderEliminarSabes, Watson, si fuera al cine solo iría a por una de ciencia ficción o fantástica, y no hace falta que sea una obra maestra.
Saludos desde Vamurta.
Sí que tiene sus años, es del noventa y dos. La saga de Hellraiser empezó a finales de los ochenta.
EliminarLa entrada de los capitanes... no sé si te gustará; ya verás quiénes son los capitanes...
A veces parece que la pelis tengan que estar a la altura de Blade Runner, y si no es así, a la hoguera con ellas. Con las novelas ocurre algo similar en algunos sectores de la crítica.
Saludos, Igor.
La primera vez que la vi, hace ya un buen puñado de años, me pareció una peli de terror pasable y nada más. Hace poco que volví a verla, esta vez con otra mirada y después de haber leído alguna de las obras escritas de Barker, y la verdad es que le saqué (o le quise sacar, que nunca se sabe) mucha más tajada, más significados y retruécanos.
ResponderEliminarPara mí es una película con mucho fondo.
Es una pena que Candyman se quedase a medio camino de estar a la altura de un Freddy, o un Jason; pero, como dices, tiene mucho fondo, más cosas de las que se ven a simple vista.
EliminarA mí no veas lo que me entretuvo cuando la vi, hace años.