Aunque esta cubierta es aceptable, no encaja del todo con la novela: le da un carácter que no tiene |
Vaya por delante que el Reverte articulista me gusta, y mucho; se ganó mi respeto con La risa de las ratas. Pero el Reverte novelista —Alatristes aparte— no ha llegado, de momento, a despertarme tanta simpatía. Explicaré los porqués más adelante.
El anzuelo principal de La piel del tambor es descubrir quién es Vísperas, apodo que se le da al pirata informático que logró infiltrarse en el vaticano y dejarle un mensaje al papa: «[...] Hay un lugar en España, en Sevilla, donde los mercaderes amenazan la casa de Dios, y donde una pequeña iglesia del siglo XVII, desamparada por el poder eclesiástico tanto como por el seglar, mata para defenderse [...]». Lorenzo Quart, cura enviado por Roma, debe encargarse de resolver el misterio, indagar por todos los rincones como haría cualquier detective del género policíaco. Si te atrae dicho género, es posible que esta novela no te desagrade.
La trama no se queda ahí, por supuesto. A la investigación se le añade un buen número de complicaciones: dos hombres tuvieron accidentes mortales en la iglesia que «mata para defenderse», la misma que un banquero quiere eliminar para apropiarse del terreno; tres esbirros pintorescos e incapaces, contratados por el también incapaz subordinado del banquero, reciben el encargo de obstaculizar a la iglesia; y el páter investigador se encuentra con una hermosa y tentadora mujer.
Quart se enfrenta a los inconvenientes con disciplina y tesón, porque en su interior hay un soldado, un templario dispuesto a sacrificarse por un bien mayor. Su meta es informar de lo que sucede sin implicarse, y si ruedan cabezas, que rueden; él sirve a su institución, y el banquero no es el único interesado en quitar de en medio esa iglesia, donde un obstinado y atávico párroco lucha para impedir su derrumbe, oficiando misas sin inmutarse ante los tiburones que lo persiguen.
La novela cumple desde un punto de vista comercial, porque está escrita con profesionalidad y le da al consumidor lo que pide. Reverte escogió un tema que le atraía para transformarlo en una historia muy vendible, lo cual me parece lícito, tanto como escribir para un público minoritario; cada uno sabrá dónde quiere meterse.
Los personajes están sumamente trabajados: Reverte deja poco a la imaginación, describe con minuciosidad sus experiencias pasadas, actitudes, aptitudes y hábitos. Esto ayuda a conocer los orígenes de cada sujeto, a comprender mejor los motivos que lo impulsan; mas lentifica al desarrollo. Aunque, por mi parte, prefiero más ligereza, no lo digo en sentido peyorativo, sino informativo. No me parece que esas descripciones empeoren el conjunto. Otra cosa son los diálogos, en ocasiones impostados, o el demasiado predecible final. De todas maneras, La piel del tambor es una novela que se deja leer y entretiene lo suyo.
El anzuelo principal de La piel del tambor es descubrir quién es Vísperas, apodo que se le da al pirata informático que logró infiltrarse en el vaticano y dejarle un mensaje al papa: «[...] Hay un lugar en España, en Sevilla, donde los mercaderes amenazan la casa de Dios, y donde una pequeña iglesia del siglo XVII, desamparada por el poder eclesiástico tanto como por el seglar, mata para defenderse [...]». Lorenzo Quart, cura enviado por Roma, debe encargarse de resolver el misterio, indagar por todos los rincones como haría cualquier detective del género policíaco. Si te atrae dicho género, es posible que esta novela no te desagrade.
¡Hala!, ¿quién es el gamberro que hizo eso con un rotulador azul? |
Quart se enfrenta a los inconvenientes con disciplina y tesón, porque en su interior hay un soldado, un templario dispuesto a sacrificarse por un bien mayor. Su meta es informar de lo que sucede sin implicarse, y si ruedan cabezas, que rueden; él sirve a su institución, y el banquero no es el único interesado en quitar de en medio esa iglesia, donde un obstinado y atávico párroco lucha para impedir su derrumbe, oficiando misas sin inmutarse ante los tiburones que lo persiguen.
¿Se ha traducido? Supongo que debió ser un desastre para los antirevertes. Qué dura es la vida del antireverte |
Los personajes están sumamente trabajados: Reverte deja poco a la imaginación, describe con minuciosidad sus experiencias pasadas, actitudes, aptitudes y hábitos. Esto ayuda a conocer los orígenes de cada sujeto, a comprender mejor los motivos que lo impulsan; mas lentifica al desarrollo. Aunque, por mi parte, prefiero más ligereza, no lo digo en sentido peyorativo, sino informativo. No me parece que esas descripciones empeoren el conjunto. Otra cosa son los diálogos, en ocasiones impostados, o el demasiado predecible final. De todas maneras, La piel del tambor es una novela que se deja leer y entretiene lo suyo.
A mí no me gustó demasiado, la verdad... Me gusta Pérez - Reverte, pero como articulista o por El maestro de Esgrima, la serie de Alatriste, El Club Dumas o La tabla de Flandes... Del resto... he leído muchos, pero me gustan así, así...
ResponderEliminar¡Ah! Una recomendación: La sombra del águila. Una breve (unas 200 págs. en bolsillo) ambientada en las guerras napoleónicas, con un humor muy suyo.
Entiendo que no te haya gustado, yo me lo pasé bien a ratos; o sea, ni fu ni fa. Haré caso de tu recomendación y leeré La sombra del águila, a ver qué tal. Tampoco he leído El maestro de esgrima.
EliminarLa leí, pero hace demasiado tiempo y no puedo valorar más que el hecho de que recuerdo haberme divertido leyéndola. Aunque por otro lado, el que no recuerde casi nada me dice que no es una lectura que hay tenido gran influencia en mi vida.
ResponderEliminarCoincido con La sombra del águila, me encantó.
Un abrazo.
Es que la novela tiene escenas divertidas, como la del boxeador en el barco, jeje.
EliminarCaray, ahora tengo más ganas de leer La sombra del águila. Si me decepciona, os retaré a un duelo; pistolas al amanecer.
Abrazos.
A mí no me pareció de sus mejores novelas. la parte de personajes es muy buena, como suele ser habitual en él, así como la ambientación. Pero la documentación.... buffffffffff. Documentó la trama hacker con el culo, dicho en castellano viejo. Cualquiera que sepa algo de seguridad informática se descojona con eso: Una señora que se hace hacker leyendo unas revistas y algunos libros... ¡En sus sueños!... Un inteligentísimo Vaticano que monta un servidor-espejo para cazar al hacker... ¿Quéeeeee??? ¡Pero si basta con un simple cortafuegos, para tener su IP! ¿Esos son los expertos del Vaticano? Pero lo mejor de todo la estupidez de la señora de meterse en el servidor del Vaticano para dejar mensajes anónimos... ¡Coño, señora! ¿Es usted hacker y nunca le hablaron del protocolo Telnet, con el que se puede anonimizar cualquier correo? jajajajajaja. De veras, la documentación patética. Pérez Reverte quiso dárselas de moderno y la cagó de firme.
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