lunes, 10 de febrero de 2014

Tiempo de mutantes

Cubierta engendrada durante los
primeros años noventa. Qué
estilo, no le quedaría mal a una
novela de Stephen King
Silverberg, autor conocido por estos lares, escribió un relato breve titulado The Mutant Season; en él construyó, a grandes rasgos, una sociedad que debía convivir con mutantes, humanos de ojos áureos que se refugiaban en pequeñas comunidades aisladas. Siguiendo el consejo de un amigo, Silverberg, ayudado por su esposa —o al revés, quién sabe—, hizo que aquella idea embrionaria cruzase la frontera del relato: lo convirtió en varias novelas. Aunque esa acción puede acarrear un problema grave si se cae en la trampa de usar partes superfluas para rellenar huecos, la pareja logró eludirla y el resultado final es bastante aceptable. Nótese que he usado las palabras «bastante aceptable», porque, aun sin fragmentos hueros, hay un leve abuso del mismo recurso: el sexo entre humanos y mutantes. 

Lo cierto es que esta obra me ha provocado sensaciones encontradas: por cada virtud que encontraba, y no son pocas, un defecto se dejaba ver, escondido tras ella. Imaginad una suntuosa fuente de ambrosía en la que se baña un diablillo oscuro, corrompiendo el preciado manjar con su cuerpecito.

Una senadora mutante, el camino
de un pueblo oprimido a la
ansiada equidad
Tiempo de mutantes engancha, pero le cuesta despegar; posee originalidad, pero también clichés; algunos personajes están bien trabajados, pero otros, no; el ritmo es ideal, pero a veces cojea; los giros argumentales llegan en el momento preciso, pero pocos sorprenden. Como veis, hay demasiados «peros» que echan tierra sobre el título. Y las escenas de sexo, que no están nada mal, pierden fuerza porque se recurre mucho a ellas. Así que, considerando lo expuesto, la conclusión es que el vaso está a la mitad; verlo de una manera u otra dependerá de cada lector. Hasta la traducción tiene aciertos loables y errores incomprensibles, básicos, que podrían haberse corregido fácilmente.

En contra de lo que pueda parecer, no es complicado sacar el máximo provecho de esta novela: sólo hace falta una pequeña dosis de indulgencia. Perdonar sus fallos supone adentrarse en un argumento clásico que pocas veces decepciona, admirar a esos mutantes pugnando por sus derechos en medio de una sociedad que no les comprende, pues sus costumbres y poderes mentales amedrentan al «normal».

La secuela. No estoy seguro de que
haya sido traducida al castellano.
El nombre de Karen Haber desplaza
al de su marido: supongo que el
peso de las novelas recayó sobre
ella
Lo más interesante de la obra, pienso, es que el racismo va en ambas direcciones, porque los mutantes también sienten rechazo hacia el diferente. Sus comunidades endogámicas no ven con buenos ojos la unión de parejas mixtas, y condenan al protagonista, un mutante que se enamora de una «normal». Muy shakespeariano.

Un trozo del final, el que apunta a la pareja mixta, es brillante, difícil de prever. Satisface aun sin tener las continuaciones a mano. Habrá que olvidarse de éstas, pues editarlas significa asumir el riesgo de tener unas ventas exiguas. ¿Una obra mediocre que encima es de ciencia ficción? El panorama es desalentador. Si al menos versase sobre sectas masónicas y nazis... otro mutante cantaría. Una lástima que la obra se quede así, medio desnuda. Sería interesante averiguar si las novelas siguieron manteniendo el nivel de la primera —bajo pero suficiente—, o degeneraron en un monstruo que espantó a Silverberg, motivo que le llevaría a esconder su nombre. A ver si puedo conseguirlas en inglés y reseñarlas por aquí.

10 comentarios:

  1. No la he leído. Es probable que las escribiese principalmente Karen con ayuda de Robert, pero es difícil saberlo. Siempre que veo uno de estos proyectos a cuatro manos (Amanecer, Buenos presagios, Mercaderes del espacio) tengo curiosidad por saber cuál fue el proceso.

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    1. El propio Silverberg —atrévete a escribir el apellido, pillastre— afirma que lo escribió Karen: «Karen se dedicó a escribir el primer borrador del libro, que yo revisé línea a línea sugiriendo correcciones». ¿Sería sincero?

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    2. Silver-Berg, Silverberg... no me ha vuelto a pasar pero se me debió quedar el asunto en el subconsciente y de ahí la omisión xD.

      Lo de las cuatro manos, yo creo que es sincero, sí, aunque es difícil precisar el volumen de trabajo de cada uno, y la cantidad de tiempo que dedicarían a hablar sobre el tema en común.

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  2. Yo de Silverberg he leído poco... y de los libros a cuatro manos no sé qué pensar... Tiemblo sobre qué habrán hecho Isaac y Robert con el magnífico Anochecer... lo leeré no obstante, cuando lo encuentre

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    1. Pues, pues... mejor deja éste para el final, porque Silverberg tiene novelas mucho mejores. De todas formas, no sé si será fácil de encontrar; seguro que en España está descatalogado.

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    2. Aquí tienes la reseña que hice yo, Salci, por si te interesa:

      http://www.pedromoscatel.es/2013/06/anochecer-de-isaac-asimov-y-robert.html

      En mi opinión la historia se resiente al alargarse pero la novela es bastante digna, y es interesante revisitar el relato. Lo tienes disponible en la colección Asimov de ed.Debolsillo.

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  3. Hey Watson
    Silverberg es para mí un gran escritor de ciencia ficción. Un amigo le llama el miniAsimov por su extensa obra de divulgación que, mayormente sin traducir, es desconocida fuera del mundo angloparlante.
    La colaboración con Asimov en Anochecer, sobre la cual IA habla en su autobiografía, está en mis lecturas futuras.

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    1. Hola, Anfitrión. He entrado en tu blog, por curiosidad, y lo primero que he visto es una TARDIS, jeje. Supongo que también eres colega del Doctor. Tienes buen gusto.

      Silverberg es muy bueno, sí, por eso me sorprendió el bajo nivel de esta novela. Usarían su nombre para vender, sospecho.

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    2. Watson: ¡La Tardis siempre está estacionada allí! Esta entrada de la Tardis suele encabezar el blog, lo que pasa es que leo un poco de todo. Y esa entrada sirve para anunciar cual es la última entrada de mi otro blog que es sólo de ciencia ficción y fantasía.
      A ese blog voy traslandando de a poco (a la vez que reviso/reescribo) lo que ya publiqué del género y allí aparecerá lo nuevo que vaya leyendo. Saludos.

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    3. Ah, vale. Me llamó la atención porque no es habitual ver una imagen de la Tardis: es más común la Enterprise o ese señor que lleva un oscuro casco de samurái. Hmmm, creo que una Tardis no quedaría mal en mi estantería, entre Ganesha y Tintín xD.

      Un saludo.

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