domingo, 1 de julio de 2012

Sobre las novelas que he escrito



Esta entrada está dirigida a aquellos que desean crear una buena obra literaria. Quizá mi experiencia les sirva de ayuda. No he recorrido mucho camino aún, pero di los suficientes pasos para poder detenerme, mirar atrás y reflexionar.  

La primera novela que escribí puede enmarcarse en el género de terror, era la época en la que devoraba las letras de Stephen King y Poe, principalmente. Nunca pensé en enviarla a alguna editorial, así que no me preocupé de corregirla. El único acicate que me llevó a escribir esas doscientas hojas fue mi propio entretenimiento. ¿Hacer aquello sirvió de algo? Sí, porque además de pasar un montón de tardes divertidas —algunos personajes eran reales, y no me caían demasiado bien—, descubrí que podía construir un libro, algo que entraña dificultad aun sin llegar a la fase de corrección; fase que sería complicada, pues por aquel entonces no tenía ordenador, así que usé el método más rudimentario: un bolígrafo barato. 

Todavía la guardo en uno de los cajones del escritorio, con sus cientos de frases mal construidas, faltas ortográficas y tachaduras. A veces la abro y observo la época funesta donde necesitaba una evasión si no quería ser derribado por... Dejémoslo en que a veces, como suele decirse, de lo malo sale algo bueno. Eso sí, espero que a nadie se le ocurra publicarlo a traición en un futuro lejano, porque es un texto pésimo. 

Aunque dejé de escribir durante bastantes años, siempre fui, incluso en los peores momentos, un lector. Noble hábito que tal vez me salvó de ciertos escollos. Con mi primer sueldo adquirí, al fin, un PC, y no tardé en interesarme de nuevo por la escritura. Había dejado atrás el terror y otro género llamó a mi puerta: la fantasía. Publiqué decenas de fanfics en foros, agradeciendo constantemente la ayuda desinteresada en forma de correcciones, las cuales me sirvieron de mucho. Esto me recuerda una gran frase: «Corrige al sabio y lo harás más sabio; corrige al necio y lo harás... tu enemigo». Por eso yo tengo cuidado a la hora de escoger a quién ayudo con sus relatos. Los mencionados fanfics, que narraban aventuras de los reinos olvidados, no satisfacían del todo mis ganas de contar historias; por lo tanto, decidí emprender otra vez el periplo de la novela larga. 

Ahora tenía ordenador, y las palabras aparecían en las páginas a toda velocidad. Teclas restallando, noches en vela, cafeína e ilusión. La ilusión de hacer lo que siempre quise desde la adolescencia.

Pero no fue suficiente.

El resultado fue un fruto de la inexperiencia: poca variedad de signos, divagaciones, argumento poco original —uno de los personajes era un sucedáneo de Gandalf, qué triste—, descripciones confusas... Ni siquiera usé el guión largo para los diálogos. Sin embargo, yo en ese momento no sabía si merecía la pena o no. Hice una prueba: enviarla a tres editoriales, sólo a tres, a ver qué pasa. Me contestó la segunda. El mensaje era sucinto, descuidado; mas bastó para dejarme las cosas claras: «Lo ssentimos, emos revisado su obra pero lo sentimos, su nobela no tiene suficiente caliddad». Por supuesto, no diré quién es el editor que escribió eso. Tened en cuenta que a pesar de las faltas, que denotan una escritura a vuelapluma, como si no quisiese perder ni un segundo conmigo, el tipo tenía razón: la novela era mala. No le di importancia, la guardé en un cajón y a por la siguiente. Además aprendí unas cuantas cosas.

La tercera novela, y la última que he escrito hasta ahora, es mucho mejor que las dos anteriores en todos los sentidos. La conclusión es obvia: la práctica hace al maestro. Aun así, no estoy seguro de que vaya a ser publicada. Es cierto que tiene buenos fragmentos, pero todavía falta algo. No importa el número de veces que se revise un manuscrito, porque si no se tienen los conocimientos necesarios, siempre quedarán elementos por pulir, como yo mismo he comprobado al abrir el archivo de mi último trabajo, y releer el primer capítulo. Hay que saber cuándo pasar página y continuar el camino. No os quedéis atascados.

Con todo, reconozco que mi moral se está resquebrajando poco a poco. Decía Bolaño: «Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura». Yo me conformaría con una señal, aunque fuese tenue, de que sigo la ruta correcta, de que hay alguien al otro lado; pero no dejo de vagar por la oscuridad, buscándola.

2 comentarios:

  1. Sigo encontrando esas señales que el universo me pone frente.
    Este fue un enorme consejo que guardare conmigo por siempre, gracias por publicar esta entrada, siento que fue escrita para mi e.e, yo quiero mejorar mis cuentos pero no se, necesito buenos consejos que ayuden a pulir mis escritos y quiero que tu me ayudes, por favor acepta leer, yo se que puede ser mucha basura visual como me lo han dicho, pero aun así no me doy por vencido y se que hay personas que me pueden ayudar a mejorar como escritor ( aspirante a escritor para ser exactos), lee mis cuentos y dime que piensas de ellos. Tu experiencia me ha servido mucho

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    1. Hola, Despertar Gris. Te recomiendo leer unas entradas muy buenas de «El rebaño del lobo»: Link

      Tranquilo, cuando tenga un poco de tiempo me pasaré por tu blog. ;) Aunque no sé si soy el más indicado para ir por ahí dando consejos...

      ¿Basura visual? Me gustaría conocer en persona a alguien capaz de llamar «Basura visual» al esfuerzo de otro. Menudo espécimen debe ser.

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