Plutón Ediciones tiene muy buenos precios |
Única novela conocida de Oscar Wilde. Hay quien considera que ha escrito una más, El fantasma de Canterville, pero se trata de un relato largo. Tal vez en otra época hubiese podido aumentar su obra, porque ser acusado de sodomía era bastante grave en la que le tocó vivir.
Dorian es un joven de aspecto encantador corrompido por una amistad perniciosa. A veces se hacen comparaciones con Fausto, donde el amigo cínico —cuya visión de la vida resulta, como poco, inquietante— es un perfecto Mefistófeles. No es para menos, pues logra obsesionar a Dorian con su belleza hasta hacerle desear aquello que será su ruina: «¡Qué triste! Me volveré viejo, horrible, espantoso. [...] ¡Si ocurriese lo contrario, si fuera yo siempre joven y este retrato envejeciese! ¡Por eso, por eso lo daría todo! ¡Sí, no hay nada en el mundo que no daría yo! ¡Por ello daría hasta mi alma!».
El resto es fácil de imaginar: la juventud de Dorian resiste el paso del tiempo mientras el cuadro se va volviendo cada vez más horrible, ya que no se conforma con enseñar los estragos de la vejez..., también refleja las malas acciones.
Casi todas mis reseñas están dirigidas, principalmente, a los que no han leído el libro, por lo tanto, debo advertir que no se trata de una historia tan fantástica o terrorífica como la venden, aunque haya en ella pequeñas dosis de ambas cosas. Seguro que en aquellos lejanos días algunas escenas causaron pavor, pero hoy han perdido parte de ese efecto, lo cual no significa que El retrato de Dorian Gray suspendiese la implacable prueba del tiempo. Cuando comienza su lectura, el lector quiere saber cómo quedará el cuadro, porque sus desmejoras son una evolución cautivadora que sólo aparece en los instantes más álgidos. Este gancho narrativo es tan eficaz que varios autores actuales lo han usado con éxito —Stephen King, por ejemplo, en El perro de la Polaroid—.
Además de usar el misterio para atrapar, Wilde recurre a la ingeniosidad que lo caracteriza y dota a la prosa de llamativos aforismos. Un escritor no tiene por qué poseer el don de la oratoria, pero tengo la impresión de que Wilde fue un maestro en ese campo; debatir con él sería un desafío para cualquiera. Aprovecho para explicar una curiosidad: la cita «Todo arte es completamente inútil», que forma parte del prefacio, está sacada de contexto, porque justo antes de eso escribió: «Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil en tanto que no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente». El matiz de la célebre cita cambia un poco, ¿a que sí?
De la novela me queda por decir que, a pesar de no haber envejecido favorablemente, sigue siendo una obra maestra que nadie debería perderse. Puede que haya algún momento que no os termine de gustar, empero, contiene una enorme riqueza que lo compensará.
Dorian es un joven de aspecto encantador corrompido por una amistad perniciosa. A veces se hacen comparaciones con Fausto, donde el amigo cínico —cuya visión de la vida resulta, como poco, inquietante— es un perfecto Mefistófeles. No es para menos, pues logra obsesionar a Dorian con su belleza hasta hacerle desear aquello que será su ruina: «¡Qué triste! Me volveré viejo, horrible, espantoso. [...] ¡Si ocurriese lo contrario, si fuera yo siempre joven y este retrato envejeciese! ¡Por eso, por eso lo daría todo! ¡Sí, no hay nada en el mundo que no daría yo! ¡Por ello daría hasta mi alma!».
Cubierta de un cómic. Pobre Dorian, no sabe lo que le espera |
Casi todas mis reseñas están dirigidas, principalmente, a los que no han leído el libro, por lo tanto, debo advertir que no se trata de una historia tan fantástica o terrorífica como la venden, aunque haya en ella pequeñas dosis de ambas cosas. Seguro que en aquellos lejanos días algunas escenas causaron pavor, pero hoy han perdido parte de ese efecto, lo cual no significa que El retrato de Dorian Gray suspendiese la implacable prueba del tiempo. Cuando comienza su lectura, el lector quiere saber cómo quedará el cuadro, porque sus desmejoras son una evolución cautivadora que sólo aparece en los instantes más álgidos. Este gancho narrativo es tan eficaz que varios autores actuales lo han usado con éxito —Stephen King, por ejemplo, en El perro de la Polaroid—.
Ilustración que destapa la verdadera personalidad de Dorian |
De la novela me queda por decir que, a pesar de no haber envejecido favorablemente, sigue siendo una obra maestra que nadie debería perderse. Puede que haya algún momento que no os termine de gustar, empero, contiene una enorme riqueza que lo compensará.
La novela no la he leido, pero si he visto varias adaptaciones cinematográficas de la misma que me han gustado.
ResponderEliminarYo recuerdo haber visto la del 2009; decepción absoluta... Y eso que no me importan los cambios.
EliminarPues adaptaciones al cine no he visto ninguna, pero el libro sí que lo leí hace ya un tiempo. Es verdad que no ha envejecido muy bien, pero tiene muchas escenas memorables, y la metáfora de la idea principal me parece genial.
EliminarSí, los años no le han sentado tan bien como a otros clásicos. En su época tuvo que ser una buena bofetada para cierta clase de personas; ahora ha perdido un poco de fuelle, pero sólo un poco...
Eliminar