¡Rápido! ¡Trae el Raid! |
He aquí mi novela favorita de Wells, porque muchas de sus escenas difícilmente podrían ser más divertidas. Imaginad la situación: dos científicos descubren un alimento capaz de hacer que los seres vivos crezcan hasta ser verdaderos gigantes. El invento promete, pero sus experimentos son tan descuidados —«la lían parda»— que acaba desparramándose por ahí, y los resultados son terribles: gallinas del tamaño de avestruces, avispas mortíferas, ratones enormes que devoran caballos...
Según George Hay, presidente de la H. G. Wells Society, se trata de una vasta analogía, y tiene razón. Como él dice: el alimento es una metáfora de la revolución de las ideas que resquebrajaban a la sociedad postvictoriana. Varios párrafos son muy explícitos al respecto. Lo fascinante es que la lectura resulta terriblemente actual; tanto que podría haber sido escrita hoy. ¿Seguirá estando fresca dentro de un siglo? ¿Y de cinco? ¿Y, por qué no preguntarlo, de mil?
Quizá sería más correcto cambiar las cuestiones anteriores por una sola: ¿mejorará la condición humana? Yo pienso que gran parte de ella es inalterable, pero no estaría mal que me equivocase. ¿A quién no le gustaría subirse en la máquina del tiempo para descubrirlo? Al menos podemos reírnos de nosotros mismos con el hilarante retrato que Wells nos ha hecho.
En El alimento de los dioses la ciencia sirve para que tiemblen los cimientos de la sociedad. El autor ya había jugado antes con un concepto similar en La guerra de los mundos, donde una superior tecnología alienígena amenaza con arrasar a toda la civilización; de esa novela se dice que es una crítica al imperialismo británico, algo posible si tenemos en cuenta el pensamiento de Wells... Analogías aparte, hay un claro mensaje: la ciencia avanza, pero nosotros no vamos al mismo ritmo. Eso plantea un montón de posibles futuros distópicos.
Pienso que la novela tiene un poco de paja, pero he perdonado eso porque se trata de una obra excelente. El desarrollo horada con sutileza la parte más cómica hasta dejar paso a la tragedia, a la lucha ineludible entre razas e ideas diferentes. Una violencia que nace del fatídico alimento creado por ese par de bienintencionados científicos, tan inteligentes y, al mismo tiempo, tan alejados de la realidad. Todas sus cábalas y esperanzas se desplomaron ante el rumbo que tomó su creación.
Este título es apto para cualquier tipo de «comeletras». Dadle una oportunidad independientemente de que seáis seguidores del género o no, seguro que os gustará. Aquí hallaréis al mejor Wells, crítico con su época y comprensivo con el lector. Hay pesimismo, sí, mas la luz de un final decoroso aún no se apaga para la inmadura raza humana.
Según George Hay, presidente de la H. G. Wells Society, se trata de una vasta analogía, y tiene razón. Como él dice: el alimento es una metáfora de la revolución de las ideas que resquebrajaban a la sociedad postvictoriana. Varios párrafos son muy explícitos al respecto. Lo fascinante es que la lectura resulta terriblemente actual; tanto que podría haber sido escrita hoy. ¿Seguirá estando fresca dentro de un siglo? ¿Y de cinco? ¿Y, por qué no preguntarlo, de mil?
Mira qué simpático, el gallináceo |
En El alimento de los dioses la ciencia sirve para que tiemblen los cimientos de la sociedad. El autor ya había jugado antes con un concepto similar en La guerra de los mundos, donde una superior tecnología alienígena amenaza con arrasar a toda la civilización; de esa novela se dice que es una crítica al imperialismo británico, algo posible si tenemos en cuenta el pensamiento de Wells... Analogías aparte, hay un claro mensaje: la ciencia avanza, pero nosotros no vamos al mismo ritmo. Eso plantea un montón de posibles futuros distópicos.
El filme... no os lo toméis muy en serio, los años le han sentado mal |
Este título es apto para cualquier tipo de «comeletras». Dadle una oportunidad independientemente de que seáis seguidores del género o no, seguro que os gustará. Aquí hallaréis al mejor Wells, crítico con su época y comprensivo con el lector. Hay pesimismo, sí, mas la luz de un final decoroso aún no se apaga para la inmadura raza humana.
Ya he encontrado el próximo clásico que leeré ;-).
ResponderEliminarNo conocía el título, me ocurría como a la mayoría: nos hemos quedado en La guerra de los mundos y en La máquina del tiempo.
Seguro que lo quieres leer por la ilustración del gallináceo; menudo poder de convicción que tiene xD.
EliminarGrandes novelas escribió HG Wells todo un prodigio de novelista de ciencia ficción
ResponderEliminarPues sí. Lo malo es que hay dos títulos —los que dice Pedro— que han ensombrecido al resto.
EliminarA mí éste también me falta... así que ya sé..a buscarlo.
ResponderEliminarAhora mismo en castellano no sé si será fácil de encontrar, pero seguro que andará por la red.
Eliminar