Asesinos sin rostro es el primer libro de la serie Wallander |
Hablar de Henning Mankell es hablar de Kurt Wallander, el ficticio inspector de policía que le ha llevado a la fama.
No hallaremos en Wallander al clásico investigador que brilla por su intelecto y una enorme capacidad deductiva; tampoco al que, disfrazado de oveja despistada, devana los hilos sueltos hasta dar con la solución. Él es de otra clase: más humano, intuitivo. Hijo de una época dócil donde la violencia sin sentido no era tan común. Sufre con cada escena sangrienta, con cada caso; sufre por sus problemas familiares, por su adicción a la bebida. Y a pesar de ello demuestra una tenacidad admirable; no se detiene, se sobrepone una y otra vez. Nunca del todo, por supuesto, porque la vida que lleva deja una huella indeleble, como la dejaría en cualquiera de nosotros si estuviésemos en su lugar. Eso hace que el personaje sea cercano, pues muchos de sus problemas están a nuestro alrededor. Tal vez ahí esté el motivo de que gustase tanto al público: es sencillo empatizar con él.
En Asesinos sin rostro Wallander ha de enfrentarse a un caso aparentemente ilógico. ¿Por qué alguien se molestaría en asesinar a un matrimonio de granjeros? ¿Por qué, además, los torturaron? Como no hay ninguna pista sólida que los pueda conducir hasta el autor, o autores, del crimen, Wallander y sus hombres dan vueltas en círculos, pasan más tiempo atascados que avanzando.
Mankell, al igual que hacen otros compañeros del género, subraya un aspecto social negativo introduciéndolo en la trama como un elemento más. Cuando las sospechas parecen señalar a los extranjeros, entra en escena la xenofobia; el miedo a los que, ilegalmente, se introducen en el país. Estas denuncias que vemos en las novelas negras no son imprescindibles, pero sí necesarias, a veces.
La prosa es ágil, ya que busca una lectura rápida —yo leí el libro en un par de días—; pero la trama avanza más despacio de lo que parece porque también se narran los detalles íntimos de Wallander, que son igual de sugestivos que las partes donde se resuelve el crimen. Si buscas una novela densa rellena de un vocabulario rico y florituras rebuscadas... Asesinos sin rostro te sabrá a poco; si, por el contrario, te interesa algo más fácil de digerir, ni lo pienses. Hay ocasiones en las que viene bien dejar el diccionario guardado y disfrutar de un sano analgésico, el cual sólo tiene la pretensión de regalar una pizca de entretenimiento.
Además de Asesinos sin rostro, sobra decir que hay muchos otros títulos protagonizados por Wallander. No voy a reseñarlos todos porque no quiero olvidarme de otros autores de novela negra —bastante más relevantes, por qué no decirlo—, aunque sí que hablaré de algún título más.
No hallaremos en Wallander al clásico investigador que brilla por su intelecto y una enorme capacidad deductiva; tampoco al que, disfrazado de oveja despistada, devana los hilos sueltos hasta dar con la solución. Él es de otra clase: más humano, intuitivo. Hijo de una época dócil donde la violencia sin sentido no era tan común. Sufre con cada escena sangrienta, con cada caso; sufre por sus problemas familiares, por su adicción a la bebida. Y a pesar de ello demuestra una tenacidad admirable; no se detiene, se sobrepone una y otra vez. Nunca del todo, por supuesto, porque la vida que lleva deja una huella indeleble, como la dejaría en cualquiera de nosotros si estuviésemos en su lugar. Eso hace que el personaje sea cercano, pues muchos de sus problemas están a nuestro alrededor. Tal vez ahí esté el motivo de que gustase tanto al público: es sencillo empatizar con él.
Edición del Círculo. Esta cubierta me intimida... |
Mankell, al igual que hacen otros compañeros del género, subraya un aspecto social negativo introduciéndolo en la trama como un elemento más. Cuando las sospechas parecen señalar a los extranjeros, entra en escena la xenofobia; el miedo a los que, ilegalmente, se introducen en el país. Estas denuncias que vemos en las novelas negras no son imprescindibles, pero sí necesarias, a veces.
Si no conocéis a Wallander, empezad por aquí |
Además de Asesinos sin rostro, sobra decir que hay muchos otros títulos protagonizados por Wallander. No voy a reseñarlos todos porque no quiero olvidarme de otros autores de novela negra —bastante más relevantes, por qué no decirlo—, aunque sí que hablaré de algún título más.
No me gusta mucho este genero literario. A ver si me animo algún día.
ResponderEliminarNada se puede hacer contra los gustos, pero si un día te animas, Wallander es una buena opción.
EliminarEs uno de mis autores pendientes... me confirmas que puede valer la pena...
ResponderEliminarHombre, para pasar el rato no está mal. Y hay muchos más libros de Wallander si te envicias; aunque algunos, por supuesto, son mejores que otros...
EliminarIntenté acercarme a la novela negra con la saga Millenium, y tanta densidad (aunque reconozco que la trama económica me gustó mucho) terminó por disuadirme: ni siquiera terminé el primer libro. Por como describes a Mankell (no lo conocía) esta puede ser mi oportunidad de volver a acercarme al género.
ResponderEliminarP.D.: disfrazado de oveja despistada, devana los hilos sueltos hasta dar con la solución. Empieza por cé, detective televisivo con puro y gabardina que siempre se despedía diciendo: "ah, se me olvidaba, una cosa más...". :D
A mí todo eso de Millenium no me convenció demasiado... Prueba mejor con Mankell, sí. Que sea ultracomercial, no significa que sea malo.
EliminarTe fijas en todo, ¿eh? Diez puntos por lo de Colombo. ;-)
Ése era tan astuto que sólo con su apariencia ya te estaba engañando... Hasta fue capaz de cazar al señor Spock y al capitán Kirk.