¿Dónde está el sueño? Los clanes devoran clanes mientras el individuo observa desde lejos, impotente; sabe que la verdad es que no hay verdad: aún somos un brote rodeado de ignotas estrellas. ¿Dónde está el sueño? Es un baile impostado, imaginario colectivo. ¿Qué espera al final? Es mejor no pensar en ello y seguir bailando. Sólo unos pocos, los más temerarios y melancólicos, encaran a la oscuridad, atisban las garras del monstruo.
¿Dónde está el sueño?
Lo de arriba es un diálogo excluido que pertenecía a uno de mis personajes —en realidad me pertenece a mí, por eso lo eliminé; desentonaba con la personalidad del personaje—. No tiene mucho mérito ponerlo en el blog, porque internet es un oasis; pero que esos pensamientos aparezcan en una serie... es muy inusual. Su creador, Nic Pizzolatto, ha construido algo temerario y melancólico. Nunca había visto nada parecido en la pantalla pequeña.
Pareja de detectives, escenario criminal, pistas, relaciones... parece lo de siempre, otra serie más; sin embargo, hay un conjunto de elementos que la convierten en un clásico instantáneo, una obra maestra: la atmósfera sombría, decadente y luctuosa; el abismal contraste entre Cohle, nihilista negativo, y los que se hallan a su alrededor, incluido su compañero, ese macho típico interpretado por el genial Woody Harrelson; el atroz antagonista, un... un... un spoiler si lo describo.
Los investigadores se mueven en un escenario lleno de religiosidad que, evidentemente, molesta a Cohle. Tened en cuenta que éste reacciona ante lo que ve, está en una situación determinada; podríamos cambiar la misa por el mitin y el resultado sería análogo. Para él, lo mejor que podría hacer el ser humano es autodestruirse, avanzar hacia la extinción. Debido a eso, resulta raro cierto diálogo suyo en el episodio final: es como si de repente hubiesen cambiado al personaje. ¿Esa anomalía viene de Pizzolatto? Puede que fuese una orden de la cadena, indignada ante tanto pesimismo.
A pesar de la diminuta mácula, True Detective es de las mejores series que han aparecido este año. Las largas concatenaciones de alabanzas que se leen por ahí, tanto de seguidores como de críticos, le hacen justicia. Hay excelencia en cada uno de sus ocho episodios. No sé si los que vendrán luego —dicen que con otro reparto— funcionarán igual de bien; pero la primera temporada ya ha cumplido de sobra. Dudo que consigan mantener el mismo nivel.
Estamos en una época dorada para las series, y pocas logran destacar entre toda esa maraña de ideas; True Detective lo ha logrado entrando por la puerta grande. Las quejas que se vierten sobre ella, denunciando que es muy densa, son síntomas de la superficialidad masiva que ofrece la televisión.
Pareja de detectives, escenario criminal, pistas, relaciones... parece lo de siempre, otra serie más; sin embargo, hay un conjunto de elementos que la convierten en un clásico instantáneo, una obra maestra: la atmósfera sombría, decadente y luctuosa; el abismal contraste entre Cohle, nihilista negativo, y los que se hallan a su alrededor, incluido su compañero, ese macho típico interpretado por el genial Woody Harrelson; el atroz antagonista, un... un... un spoiler si lo describo.
Los investigadores se mueven en un escenario lleno de religiosidad que, evidentemente, molesta a Cohle. Tened en cuenta que éste reacciona ante lo que ve, está en una situación determinada; podríamos cambiar la misa por el mitin y el resultado sería análogo. Para él, lo mejor que podría hacer el ser humano es autodestruirse, avanzar hacia la extinción. Debido a eso, resulta raro cierto diálogo suyo en el episodio final: es como si de repente hubiesen cambiado al personaje. ¿Esa anomalía viene de Pizzolatto? Puede que fuese una orden de la cadena, indignada ante tanto pesimismo.
A pesar de la diminuta mácula, True Detective es de las mejores series que han aparecido este año. Las largas concatenaciones de alabanzas que se leen por ahí, tanto de seguidores como de críticos, le hacen justicia. Hay excelencia en cada uno de sus ocho episodios. No sé si los que vendrán luego —dicen que con otro reparto— funcionarán igual de bien; pero la primera temporada ya ha cumplido de sobra. Dudo que consigan mantener el mismo nivel.
Estamos en una época dorada para las series, y pocas logran destacar entre toda esa maraña de ideas; True Detective lo ha logrado entrando por la puerta grande. Las quejas que se vierten sobre ella, denunciando que es muy densa, son síntomas de la superficialidad masiva que ofrece la televisión.