lunes, 7 de abril de 2014

Oda a «Un día de furia»

¿Cómo ha podido ocurrir? Hice todo lo que me dijeron.

El orden alzándose contra la hegemonía
del caos
Si esta película fuese una novela, esa novela sería una obra maestra. (Ahora es cuando alguien me dice que existe una novela y es malísima). La literatura que elaboro actualmente va por esta línea: historias violentas, rápidas —intento que la prosa sea invisible, nada de ampulosidades— y cargadas de hiel. Ya veremos si existe algún osado editor que se atreva con ellas.  

Una vez, en este mismo blog, escribí una entrada donde me metía con el cine, y el tufo a gafapasta provocó justificadas convulsiones y suicidios varios. En efecto, no me gusta mucho el cine; pero sí las series... incluso Verano azul o Farmacia de guardia. ¡Retruécanos! He visto hasta El chapulín colorado. No obstante, algunas películas consiguen seducirme tanto o más que la mejor de las novelas, porque son medios distintos de narrar, y Un día de furia es, para mí, una de las imprescindibles. Corre a visionarla si aún no lo has hecho.

Prendergast, antagonista en más de un
sentido
La atmósfera, el ritmo, los planos, esa banda sonora que sabe ambientar, meter caña cuando debe meterse caña; todo en Un día de furia roza la perfección. Las elipsis liman rebabas, alternan dos atractivas líneas argumentales hasta que chocan entre sí como dos locomotoras. Resultado: final apoteósico. Perdonémosle a Prendergast ser el típico poli a punto de jubilarse, porque el personaje tiene más enjundia de lo que parece: se trata del otro lado del espejo, un tipo al que no le molesta el desorden. Mientras Willian Foster sufre un cortocircuito mental en un atasco, Prendergast, que está en el mismo lugar, sonríe al ver la graciosa pintada de una valla publicitaria, sin darle importancia al estrépito de voces y pitidos. Presentados los dos polos opuestos, empieza la fiesta.

La inolvidable escena del lanzamisiles
Foster, a diferencia del resignado Prendergast, deforma la realidad para que encaje en lo que considera un mundo ideal; las cosas han de ser como él dictamine. No se trata de una mera manía, sino de una enfermedad crónica que desemboca en una actitud obsesiva, amenazadora. Debido a eso, su mujer le impuso el divorcio y se amparó en la ley para alejarse todo lo posible, algo que su ex marido no está dispuesto a aceptar.

Iracundo, recién convertido en guerrero urbano, Foster abandona su coche en el atasco para recorrer las calles en pos de un hermoso sueño: reunirse con la familia perdida y darle a su hijita una esfera de nieve. Desconoce que entró en territorio de bandas.

¡Un momento! ¿Aquí porta un bate?
Es divertido ver cómo se hace con las
diferentes armas
Otros se acobardarían al darse cuenta de dónde se han metido; pero Foster no, él defiende sus derechos implacablemente; no se amedrenta ni ante el peligro mortal. Los que  tienen la mala suerte de cruzarse en su camino descubren, demasiado tarde, a un lobo bajo esa modosidad, uno dispuesto a morder. El espectador empatiza con Foster porque a veces lucha contra sujetos infames —los pandilleros o el tontiloco vendedor de armas, un arquetipo nefando y real—, y es fácil olvidarse de que su cabeza no funciona con corrección, aunque haya instantes que lo recuerden. Cuando Prendergast, después de mucho investigar, aparece a su lado, se hace patente quién es el auténtico villano del filme, se desvanecen los pocos actos bizarros del justiciero urbano.  

No tengo ni idea de lo que dijo la crítica especializada, y me resulta indiferente: Un día de furia es brillante, una fuente de inspiración. Puede entreverse a cada segundo la rabia de Ebbe Roe Smith, el guionista que la cinceló.


4 comentarios:

  1. Pues nada, corro a visionarla ;).

    P.D.: La hiel sin artificios mola.

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    1. ¡Ahhh!, ¡aún no la has visto! No te va a decepcionar, ya verás. ¿El protagonista es villano... o víctima?

      Algún ornamento uso, pero pocos; su abuso estropearía el tono que escogí y la fluidez.

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    2. Yo tampoco la he visto. Tengo pocas referencias de ella... Aunque Robert Duvall sea un seguro en un rol secundario (incluso en el de poli a punto de jubilarse... un cliché bastante curioso...)
      Me replanteo mi postura, amigo.

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    3. Entonces me alegro de haberla comentado por aquí. Seguro que lo vais a pasar bien con ella.

      Duvall hace un papel muy bueno y el tópico es excusable: sirve para introducir momentos geniales; cada momento de Un día de furia es genial.

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