lunes, 14 de abril de 2014

Carretera maldita

A mí de mi casa no me saca ni
Dios
Mientras alababa Un día de furia en la entrada anterior, recordé una novela de Bachman —¿es necesario decir quién se esconde tras ese seudónimo?— que comparte algo con el filme: ambas historias destilan rabia visceral, tejen una trama donde un hombre decide saltarse su cotidianidad para hacerle frente al sistema, esa bestia ciega e imparable. La similitud se termina ahí, porque Foster es muy diferente a Dawes: el primero es un lunático; el segundo, alguien dominado por la nostalgia. Incapaz de abandonar su vida, sus recuerdos, Dawes se opone a la construcción de una nueva carretera, porque ello supondría demoler su querido hogar, sustituirlo por una amplia línea de asfalto. No le interesa la oferta sustanciosa que le hace el gobierno, prefiere comprar armas y plantar cara. ¿Conseguirá defender lo suyo con el intimidante cañón de una Magnum 44? Si eso no basta, también posee explosivos y un potente rifle que podría esparcir los restos de un animal en siete metros a la redonda. ¡Venid, valientes, que os estoy esperando!

¿Carretera maldita? ¡Maldita carretera!
A Dawes, que empezó siendo alguien muy equilibrado, le afectó sobremanera la muerte de su hijo por tumor cerebral. Sólo fue capaz de superarlo aferrándose a aquello que le daba seguridad: trabajo, coche, casa. Una sólida rutina que conforma el porqué de su existencia. No son unas simples paredes lo que pretenden destruir.

Su lucha será en vano porque todo volverá a ser igual, como bien le advierte uno de los personajes. Aun así, Dawes es duro, un samurái que lucha contra lo establecido. Como sabe lo que le espera, se conforma con clavarle una astilla al león, el cual se sorprende al notar la presencia de un discrepante y hace lo posible para que el asunto no salga a la luz; trae mala publicidad eso de ver a unos gorilas sacando a alguien de su vivienda, escena horrible que, según una de las hienas que envía el gobierno, jamás debería producirse con cámaras delante, no vaya a ser que luego aparezcan más discrepantes.

Aún conservo los libros de King
que fueron editados así. Tienen más
encanto que la fría edición actual
Tal vez parezca raro, pero de King siempre he preferido algunas de las obras que firmó con seudónimo, me identifico más con ellas. Contienen tanta cólera que hasta podrían explotar como una granada. Rabia, La larga marcha, El fugitivo y Carretera maldita son, creo, las más sinceras, poseen un toque especial que las diferencia de su conspicua fórmula exitosa. Puedo imaginar a un joven King escribiéndolas a toda mecha y sonriendo al plasmar ciertos instantes.

Carretera maldita es, al igual que sus hermanas, una novela atrevida, mordaz; irradia llamas de furia con cada crítica ácida. No emplea un tono grandilocuente, pero sí muchos recursos válidos que enriquecen la lectura. Incluso hay un fragmento en el que King, buscando una confusa y atropellada reflexión, elude el uso de signos ortográficos. Aunque es un truco viejo, cumple perfectamente con su cometido. No es poca la maña del autor. Si tuviese que darle una nota al libro —algo que no acostumbro a hacer—, sería un nueve. ¡Horror! Watson le ha dado un nueve a Stephen King; Faulkner y Joyce se remueven en sus tumbas.

6 comentarios:

  1. Mira, una que no conocía. Me la apunto.

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    1. Ésta y las otras que leí de «Bachman» —todas salvo Blaze— son muy buenas, incluidas Maleficio y Desesperación-Posesión (Es mejor Desesperación).

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  2. ¡Horror! jajaja

    Yo tampoco la he leído. Me ha hecho gracia que el detonante de la historia sea el mismo que en Guía del autoestopista galáctico.

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    1. Además de ésta, te recomiendo (tal vez ya la hayas leído) El fugitivo; en ésa sí que hay mala leche de la buena.

      Anda, pues es verdad que el detonante es el mismo. No me había dado cuenta. Qué curioso.

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    2. Tampoco la he leído todavía, pero está en pendientes. La verdad es que de King no he leído mucho; voy descubriéndole con Carrie, It, poco a poco y sin prisa. Tiene mucho que enseñar y las historias son memorables, pero no es ni remotamente de mis preferidos: a mí no me gusta que los autores se explayen más de la cuenta y a él parece que le encanta :S.

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    3. No te preocupes: hay muy poco relleno en las que firmó con seudónimo. A lo mejor descubres, como yo, que te gusta más «Bachman», xD.

      Pero la verdad es que King ha escrito historias inmortales: Rita Hayworth y la redención de Shawshank es, sin duda, una de ellas. Y sus primeras novelas, perdonado el relleno, son impresionantes.

      Tendrás que perdonarle su gusto a enrollarse un poquito de más, eso sí. :P

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