viernes, 6 de septiembre de 2013

El mundo perdido

Contra un enemigo de tal
magnitud... esas armas parecen
de juguete. Mejor correr
Pocos personajes son más egregios que Sherlock Holmes; pero esta vez, aunque vengo con un clásico de Doyle, vamos a hablar del profesor Challenger, un tipo tan furibundo como inteligente, y de la novela que lo dio a conocer: El mundo perdido. 

Challenger, con su aspecto torvo y salvaje, se aleja de la representación habitual que suele hacerse de los científicos, siempre con esas gafas gruesas, greñas y molicie. Él es un tipo robusto que podría hacer un buen papel en una obra de Tolkien: «Tenía la cara y la barba que a mí me hacen pensar siempre en un toro asirio. [...] Unos hombros anchísimos y un pecho como una barrica fueron las otras partes de su cuerpo que sobresalían de la mesa, fuera de unas manazas enormes y cubiertas de vello largo y negro». A Challenger es mejor no llevarle la contraria, porque es capaz de enfadarse y hacer una brutal demostración de fuerza. Edward, el periodista que describe sus peripecias, igual que yo hago con las de Holmes, no tarda en descubrirlo. 

¡Es él! Habría que condecorar
al ilustrador

¿Y por qué un periodista se molesta en seguirlo? Challenger sólo es un loco que narra fantasías sobre una excursión que hizo a Suramérica... o eso creen algunos. Lo cierto es que posee las suficientes pruebas para convencer a Edward y a otros dos valientes: John Roston, experto aventurero, y Summerlee, reputado profesor. Estos hombres son los únicos que se atreven a acompañarle en una nueva expedición; Summerlee es el más escéptico, duda que aún vivan esas criaturas supuestamente extinguidas de las que tanto habla Challenger. Con «criaturas extinguidas» me refiero a los dinosaurios, porque, según Challenger, hay una alta meseta donde aún pueden encontrarse. ¡Qué aventura!

Está claro en qué se inspiró Michael Crichton, ¿verdad? El célebre autor superventas y Spielberg tienen mucho que agradecerle a Doyle. Menudo tinglado se montó en los noventa con todo aquello de Parque jurásico. Recuerdo que fui al estreno, por cierto. Gran película.

Esto es el cine, amigos, es
menester añadir una chica
El mundo perdido es una novela ágil. (Tras esta afirmación, han muerto todos los autores que siguen esa moda de enganchar al lector desde la primera frase). Naturalmente, la trama no se desarrolla tan rápido como en un libro de Henning Mankell, pues Doyle se toma un poco —en serio, un poco— de tiempo para generar ambiente; mas los sucesos pasan con velocidad. Se trata de una obra apta para jóvenes y adultos, porque es amena, sencilla y didáctica. ¿Quién no ha buscado, después de leerla, las ilustraciones de los feroces dinosaurios que se enfrentan a la expedición?

Echad un vistazo a estas líneas: «Tengo la convicción, repito, de que esto que escribo está destinado a alcanzar la inmortalidad como literatura clásica de auténticas aventuras». Cuando a Doyle se le ocurrió que Edward pensase eso... seguro que no era consciente de cuánta razón llevaba el joven periodista. El mundo perdido es la estrella de todo un género.

6 comentarios:

  1. Pedazo lectura ésta. Leída cuando ni se pensaban en teléfonos móviles y recordada para siempre. Me alegra ver que la recuerdas.
    Saludos.

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    1. Y con uno de los mejores finales que he leído, además. No me da vergüenza decir que, hace unos cuantos años, soñaba con vivir aventuras junto a Challenger y John...

      Un saludo, Igor.

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  2. Esta si la conozco. Estupenda novela.

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    1. Tan buena que es de las que engendra nuevos lectores. Con eso ya está todo dicho.

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  3. Uno de los libros imprescindibles de mi infancia. Voy a tener que releerlo sí o sí.

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    1. Puedes releerlo sin miedo, que aguanta bien las segundas lecturas. Como dijo Doyle: «Divertir ha sido únicamente mi empeño. Al hombre, ese niño grande, al niño, ese hombre pequeño».

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