martes, 12 de febrero de 2013

La casa de los siete tejados

Uno, dos, tres...
Quiero destacar algo ahora, al principio, para que tenga más peso: el ritmo lento, lentísimo —no basta, hay que añadir algo más—, horriblemente lento, que tiene esta novela. Es el segundo autor que ha logrado desesperarme en ese sentido; hasta ahora ese galardón sólo lo tenía el señor Flaubert..., al que debo darle otra oportunidad.

¿La mejor novela escrita en inglés, T. S. Eliot? Discrepo. La prosa es para quitarse el bombín, pero las eternas y constantes divagaciones son difíciles de soportar. No me interesa la vida de las gallinas que hay en el parterre, en serio; lo único que consiguió fue darme la sensación de que la historia se anquilosaba, de que el autor no sabía muy bien a dónde llevarme. Quizá La casa de los siete tejados me hubiese gustado más si se desarrollase a lo largo de mil páginas; con apenas trescientas parece que suceden cuatro cosas y adiós, se acabó.

Con una cubierta así... alguno
pensará que va a leer Amityville
Si tenéis problemas con aquellos libros que lo detallan todo minuciosamente, alejaros de éste. En caso contrario, la prolijidad de Hawthorne no será ningún problema, porque detrás de la casa y sus malhadados habitantes se esconde una serie de sucesos que intrigan bastante.

Lo que tenemos aquí es una familia maldecida por Mathew Maule, un hombre humilde despojado de sus tierras y acusado de brujería. El coronel Pyncheon se empeñó en construir una ostentosa casa y fundar su familia justo donde vivía Maule, y éste, con la soga al cuello, dijo: «Dios le dará sangre para beber». Tiempo después (tranquilos, lo que viene a continuación no es un spoiler porque se narra nada más empezar), cuando se inaugura la casa, el coronel es hallado muerto; desafortunado suceso que salpicará para siempre a la casa y sus habitantes. Se trata de un infame abuso de poder que dará pie a numerosas leyendas.

Igual que la primera, pero con un
tono más lúgubre. Si cuela, cuela
Aunque lo parezca, no se trata de la clásica casa maldita, sino de la triste existencia atávica que llevan sus habitantes, ahogados por sus propias costumbres y una herencia oxidada. Temen salir de la casa, porque están acostumbrados a ese pequeño universo en el que nunca necesitaron ganarse la vida; la belleza que les rodea ya no es para ellos. Se conforman con observarla desde la distancia.

Hawthorne se mofa del orgullo extremo, el desprecio que sienten algunas personas hacia el vulgo, que piensa y actúa libremente sin las ataduras de su clase. Muestra el patetismo de una pobre mujer enfrentada a la «espantosa» situación de tener que trabajar en una tienda, porque se le agota el dinero que la mantuvo inactiva durante décadas. «Una dama que se había nutrido desde su niñez con el sombrío alimento de los recuerdos aristocráticos, y cuyo credo dictaba que las manos de una mujer se mancillan al hacer cualquier cosa por ganarse el pan».

Es un gran libro, pero es bueno saber lo que se va a encontrar en su interior para evitar malentendidos. 

5 comentarios:

  1. «Una dama que se había nutrido desde su niñez con el sombrío alimento de los recuerdos aristocráticos, y cuyo credo dictaba que las manos de una mujer se mancillan al hacer cualquier cosa por ganarse el pan».

    Aquí Hawthorne se me ha ganado, pero es que últimamente no tolero demasiado bien los tochos insufribles. No me asusta leer mil páginas, pero me da pánico leer doscientas si me encuentro demasiados párrafos innecesarios.

    P.D.: para quitarse el bombín. I see what you did there... :$

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    1. ¡Eh!, que soy un reputado médico del siglo diecinueve. Tengo una colección de bombines. (No sé si he dado la impresión de ser sarcástico con lo del bombín, pero lo decía en serio: la prosa es muy buena. Lo malo es que el autor se va por los cerros de Úbeda).

      Piensa que a lo mejor Hawthorne no te desespera tanto como a mí; dale una oportunidad... Pero coge el libro en la biblio por si acaso. ;)

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    2. No, no creo que quede como un gesto sarcástico, solo un guiño de humor limpio ;).

      No sé, no sé, ahora mismo estoy muy criticón con las páginas densas. Pero quizá más adelante le dé la oportunidad que merece (al fin y al cabo en estados unidos debe ser la típica lectura de instituto, por lo que tengo entendido). Pero, sea cuando sea, seguiré tu consejo y lo cojeré de la biblioteca.

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  2. Desde luego las portadas parecen diseñadas para engañar al incauto lector poco precavido.

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    1. Cuando leas la siguiente entrada, todo eso de las portadas te parecerá una tontería. Es un truco de venta muy inocente si lo comparas con...

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