martes, 1 de mayo de 2012

Bartleby, el escribiente

Por desgracia, mi edición no tiene
el prólogo de Borges
Cuando este relato se publicó por primera vez, en una revista, pasó desapercibido; hoy se encuentra entre los más conocidos de la literatura universal. Las interpretaciones que se han hecho de él son muchas, algunas más acertadas que otras; yo voy a ignorarlas para no dejarme influenciar por ellas y poner la mía sobre la mesa, a ver qué os parece. Quizá sea un dislate, coincida con otras, u ofrezca una opinión alternativa. Aviso: me ha resultado inevitable desvelar algunas partes importantes de la trama.

Antes de leerlo tenía pensado dejarlo a la mitad para que me durase dos días, pero fue imposible, porque Melville no me permitió salir de su historia: saber cómo terminaba pasó de ser una mera curiosidad a un férvido anhelo. Eso se debe a la fascinación que desprende el protagonista, el cual no deja de ser un misterio en ningún momento: ¿quién es realmente?, ¿de dónde viene?, ¿por qué tiene esa actitud? El personaje que narra la historia, un abogado cuya oficina se halla en Wall Street, arroja un poco de luz sobre el pasado de Bartleby gracias a un rumor; pero no deja de ser eso: un rumor. La oscuridad persiste.

Desesperanza mayúscula ante una
actitud porfiada e incomprensible
En medio de un ambiente dickensiano, Bartleby se presenta en las oficinas del abogado en busca de trabajo. Tras unas pocas preguntas sobre sus cualificaciones se le contrata: parece responsable, y podría servir de ejemplo. Su aspecto denota sosiego, seriedad, pulcritud; pero, al mismo tiempo, parece un desamparado, y eso es su protección, porque inspira la suficiente lástima para que su jefe no se atreva a atacarle cuando, sorprendentemente, se niegue a cumplir las órdenes. «Preferiría no hacerlo», responderá una y otra vez.

Trabajando como si fuese la vida en ello
El abogado, que tiene a varios escribientes bajo su mandato, hace la vista gorda durante los primeros días, pues Bartleby sólo repite la frase anterior para no hacer trivialidades, y trabaja sin descanso, ni siquiera sale de la oficina; sin embargo, hay protestas porque se opone a corregir sus escritos, trabajo letárgico que recaerá en sus compañeros. Hasta aquí el abogado se muestra perplejo, mas se conforma con que ese tipo extraño sea meticuloso y copie informes sin parar... de momento, porque también renunciará a escribir.

He explicado el argumento de forma somera para que puedan entrar en situación aquellos que aún no leyeron la obra, o los que guardan un recuerdo borroso. ¿Qué ha querido decirnos el autor de Moby Dick? Creo que las últimas palabras del texto son reveladoras —«¡Ah, Bartleby! ¡Ah, humanidad!»—, porque se enfrenta a un hombre con su destino; destino impuesto por la estructura social que hemos creado. Se trata de alguien que no se acopla bien al sistema, y éste le propina una patada. Tal vez le obligaron a no salirse nunca de un determinado camino. Sé un engranaje más o púdrete. Sacrifica tu tiempo en algo que no quieres hacer. Abraza tu desgracia.

¿Para qué vamos a diseñar una
cubierta cuando podemos poner
la foto del autor?

Si esta novela es una precursora de lo que escribió Kafka, todo encaja mejor: personajes condenados por su propia sociedad; la diferencia con  Bartleby, el escribiente, es que el protagonista renuncia a ella, no al revés. ¿Cuántas veces han pensado en el trabajo eso de «preferiría no hacerlo»? Sobre todo si sacrifican una parte importante de su vida por un medio, no por un fin. El porqué que lleva a Bartleby a languidecer de manera incesante no está claro, pero sus actos sí, y de ellos puede inferirse su mayor tribulación. Pienso que el exceso de trabajo al que él mismo se sometía en el comienzo, antes de escoger detenerse, era su bálsamo particular; una estrategia para evadirse y alejarse de una realidad que le disgustaba. Pero esa constancia insana acabó por minar la poca voluntad que aún conservaba, y el muro que veía a través de la ventana le rodeó completamente.

¡Bartleby! Pronto, estoy aguardando
Oí cómo las patas de su silla se arrastraban despacio sobre el suelo sin alfombrar, y apareció luego a la entrada de su ermita. 
—¿En qué puedo servir?
—Las copias, las copias —dije yo a toda prisa—. Vamos a examinarlas. Tenga —y le alargué el cuarto cuadruplicado. 
—Preferiría no hacerlo —dijo, y desapareció suavemente tras el biombo. 
 

12 comentarios:

  1. No conocía a este autor ni sus obras.
    Gracias por documentarnos de estos autores desconocidos.

    Un saludo.

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    1. ¿Y si te digo que es el autor de Moby Dick? Jeje.

      Aunque es comprensible que no conozcas el relato. Pasa algo parecido con Dumas: todos conocen «Los tres mosqueteros», «El conde...»; pero poco más.

      Saludos.

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    2. Pues si te digo que pensaba que Moby Dick era de Dickens...

      Un saludo.

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    3. Qué curioso, no es la primera vez que me dicen algo así. El día menos pensado Melville resucitará para vengarse xD.

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  2. Pues me he leido en parte tu post, cuando has dicho que desvelabas parte de la trama he parado de leer. Indagaré un poco más sobre este libro.

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    1. Buena elección. Ya me contarás qué significado tiene para ti.

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  3. Lo primero, saludos; todavía estoy por aquí jeje.

    Tampoco yo conocía el relato, la verdad, pero no he podido resistirme y he leído toda tu reseña. Tiene muy buena pinta, a ver si me hago con él (y con ese prólogo de Borges, ya que estamos).

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    1. Hola, Pedro.

      Bueno, lo cierto es que desvelo algunas cosas del relato; pero me guardo las más impactantes, creo. Además suele venir acompañado de otros relatos cortos ^^.

      Sí, mejor con el prólogo de Borges. Seguro que está chulo.

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  4. Bartleby es uno de los mejores cuentos jamás escritos. La pregunta inevitable sabiendo que Melville facasó con Moby Dick y seguidamente escribió Bartleby, y no volvió a empuñar la pluma es.... ¿a quién iba dirigido ese "preferiría no hacerlo?.

    Saludos

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    1. Algo más escribió después de Bartleby, poco, eso sí. Desconocía que Moby Dick también fue un fracaso, si es así, la pregunta que planteas tiene mucho sentido; aunque la respuesta más evidente quizá no sea la correcta.

      Por otro lado, fuera del sentido autobiográfico, también pueden dársele otras connotaciones. He ahí la grandeza de algunos clásicos. Pero sí: quizá simplemente se rindiese ante un público que no sabía apreciar su obra. Grave error...

      Repasando su biografía, veo que descartó ir a la universidad para viajar; y un incendio en los talleres de su editor le obligó a trabajar en una aduana. Puede que esos datos también sean relevantes.

      No me hagas mucho caso, porque me gusta darle vueltas a todo. De todas formas es interesante cómo encaja mi cábala —hecha sin influencias exteriores— con esa cuestión: un hombre (Melville) que manda a paseo a una sociedad (o a un público) que no le comprende.

      Un saludo.

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    2. Justo esa fue mi conclusión. Pero yo si tenía influencia exterior tras leer Moby Dick y su prólogo. Supongo que todo nos influye. Y Bartleby me parece un personaje estupendo, uno de esos que niegan la escritura tan necesaria para todos. Por si quieres seguir investigando sobre la teoría del no, lee a Vila Matas en Bartleby y compañía, fue un libro que me descubrió a muchos de los militantes en esa región, los que escriben sin escribir.
      Un saludo

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    3. ¡Me lo apunto! Aunque a mí todo eso de los escritores que dejan de escribir me da escalofríos... Hay casos terribles, como el de John Kennedy Toole, por ejemplo.

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