miércoles, 29 de junio de 2011

Zalacaín el aventurero

Esta portada parece estar a
punto de desmenuzarse y convertirse
en polvo, pero me gusta
Imprescindible clásico hispánico de aventuras, entretenido a la par que exquisito; didáctico a la par que tradicional. Una lectura más que recomendable para cualquier edad. Zalacaín el aventurero consta de tres partes: La infancia de Zalacaín, Andanzas y correrías y Las últimas aventuras. La primera comienza relatando las peripecias de un niño pícaro de clase baja, curtido por la vida recia e instruido por su tío-abuelo; hombre célebre de armas tomar al que le gusta lanzar peroratas desafiantes. Ya en esa etapa temprana se ganará un enemigo que le odiará profundamente, convirtiéndose en su antítesis. «Hay hombres para quienes la vida es de una facilidad extraordinaria. Son algo así como una esfera que rueda por un plano inclinado, sin tropiezo, sin dificultad alguna. ¿Es talento, es instinto o es suerte? Los propios interesados aseguran ser instinto o talento; sus enemigos dicen casualidad, suerte, y esto es más probable que lo otro, porque hay hombres excelentemente dispuestos para la vida, inteligentes, enérgicos, fuertes, y que, sin embargo, no hacen más que detenerse y tropezar en todo». 

La película me da miedo, aunque no la
he visto
La segunda parte, que es la más larga, cuenta cómo Zalacaín consigue sobrevivir gracias a diversos trabajos y al contrabando. Las amplias descripciones dejan paso a la acción; serán las numerosas temeridades de Zalacaín las encargadas de entretener al lector. Un revoltijo de situaciones dificultosas que deberán ser resueltas por el valor y el ingenio. El ritmo es veloz, tanto en viajes como en refriegas, eso permite captar —o al menos permitía, no sé si ahora pasará igual— la atención de  los lectores más jóvenes, ya que hay suficiente variedad de escenas: peleas, tiros, huidas, infiltraciones... Todo bajo la sombra de la tercera guerra carlista, que añadirá, si cabe, más emoción aún. Siempre que leí este libro sólo encontré un problema: su duración.

Baroja, gran hacedor de historias
Porque al igual que me sucedió tantas veces con las novelas de Julio Verne, ese ritmo acelerado combinado con pocas páginas, hizo que me resultase una historia corta, y además me dio la sensación constante de que iba a terminarse en cualquier momento, incluso cuando todavía iba por la mitad. De todas formas eso puede significar que la calidad sobrepasa los límites comunes; seguro que más de una vez han leído un libro muy largo que se les hizo cortísimo y al revés: un libro corto que era interminable. Señal inconfundible de que se está ante unas páginas fabulosas o, por el contrario, ante un ladrillo. Por supuesto en muchos casos esto ocurre según los gustos de cada persona. Aun así, me atrevería a decir que Zalacaín el aventurero agradará a la mayoría.

La mejor cubierta que encontré de  
Zalacaín es actual
La última parte es nostálgica y trágica; nos muestra a un Zalacaín soñador que, a pesar de su juventud, carece de las ambiciones que antaño le hicieron medrar, porque como él mismo dice: ya no hay obstáculos que se lo impidan. Es un aventurero sin aventuras, un héroe esclavizado por una vida ordinaria. Pero al final, se tomará la licencia de vivir un poco más a su modo, volviendo a caminar por sendas peligrosas y jugándose la vida. Aunque esta última fase del libro me ha gustado tanto como las anteriores, pienso que Baroja podría haberla desarrollado un poco más —¡sacrilegio, herejía! Watson está hablando mal de unas páginas escritas por uno de los grandes!—, porque es la más corta y al lector todavía le queda hambre; sin embargo, el desenlace final es magnífico. 

lunes, 20 de junio de 2011

La larga marcha

Gran cubierta, aunque un poco
embustera
Stephen King es un escritor que suele ser infravalorado por culpa del género que ha escogido, y por despuntar dentro del mismo. Pero la realidad es que ha creado grandes obras, como por ejemplo: La larga marcha. Una novela de ciencia ficción que se aleja de aquello a lo que King nos tiene acostumbrados, en la que cien corredores deberán participar en una siniestra competición donde detenerse significa «recibir un pasaporte»; es decir, ser disparado por un policía. No hay descanso, la competición sólo terminará cuando quede uno en pie. La recompensa final es sugestiva: cualquier cosa que se desee por el resto de la vida. También es efectiva, porque cada año miles de adolescentes se animan a participar a pesar de que entrar no es fácil, pues se deben superar una serie de pruebas y ganar un sorteo.

Así mejor, un buen resumen
Lo que en un principio puede parecer la clásica novela futurista desarrollada en un marco distópico, es en realidad una ucronía contemporánea de Estados Unidos, esto se infiere de algunos sucesos que se mencionan. Cada uno de los capítulos comienza con una cita irónica, en muchos casos extraída de algún concurso televisivo: «tendrá usted treinta segundos, y recuerde, por favor, que su respuesta debe efectuarse en forma de pregunta». Estamos ante una sociedad alternativa dominada por un estado policial y víctima de un paroxismo perverso, que tiene hambre de un juego extremo donde la apuesta es la vida. ¿Se convertirán los programas televisivos en algo parecido con el paso del tiempo? Porque esto podría ser una evolución negativa de los mismos, en los que muchas veces se usa el dolor a cambio de dinero: meter una mano en agua electrificada levemente para sacar una llave. O peor aún: la humillación.

King, excelente escritor; pero además, sin él,
el cine de terror despediría más miasma
La realidad es que el camino que siguen las cadenas televisivas es, por el momento, bastante oscuro. Porque la insana mezcla de participantes concupiscentes y público ávido de placeres visuales cada vez más duros, puede dar lugar a resultados cada vez más lacerantes. Sin olvidar la mercancía de vidas quiméricas que circula a través de los canales más vistos. Teniendo eso en cuenta, no es muy descabellado plantearse la pregunta mencionada anteriormente. La larga marcha podría ser profética. A pesar de que el argumento es tan válido como atrayente, King suele cometer el error de inflar demasiado las novelas, dando a veces la sensación de que no sabe cómo o cuándo darlas por terminadas. Eso no ocurre en ésta, pues tiene el tamaño justo, aunque el final puede resultar un tanto críptico.

Las similitudes entre esta película
y El fugitivo, son mera
coincidencia (no)
Personalmente hubiese preferido que alargase un poco más la trama, por ejemplo, con la inclusión de un epílogo que detallase mejor el futuro del protagonista. El libro ha inspirado a muchos escritores y guionistas. Lo más destacable sería el filme Perseguido, el cual está basado en otra novela de King que tiene ciertas similitudes —El fugitivo, ésta sí que hace una crítica genial al mundo televisivo—; aunque no lo parece, debido a que está diseñado para que el actor principal se luzca; de todas formas, si se rasca un poco la superficie está claro de dónde viene la base del concepto principal. Otras referencias podrían ser Smash T.V, un videojuego arcade, y Rollerball, película anterior a la novelas; ambas creaciones muestran una competición sanguinaria en el futuro, acercándose más a lo que se podría denominar «distopía». Son muy interesantes todas esas ventanas a una realidad alternativa, ya que al igual que haría un jugador de ajedrez, anticipan una de las posibles  próximas jugadas del sistema. «Panem et circenses».

Esta cubierta me hace dudar
Lo que La larga marcha nos sirve en bandeja, es mucho más interesante de lo que puede parecer al principio —cien corredores; un ganador; noventa y nueve muertos—, pues tiene muchas posibilidades, y la mayoría de ellas son aprovechadas con eficacia. Desde las relaciones que se van formando entre los participantes, hasta la dureza misma del reto. Todo rodeado con los nombres de aquellos que han tenido que detenerse y, a consecuencia de ello, yacen en los bordes de la carretera. Al parecer, Frank Daranbont, director, entre otras películas, de Cadena perpetua o La milla verde, ha adquirido los derechos de este libro y se dice que planea llevarlo a la pantalla grande. De momento lo que ha hecho hasta ahora no está mal, así que quizá su proyecto merezca la pena si llega a ver la luz algún día.

domingo, 19 de junio de 2011

Tutorial básico de Gimp


Este tutorial le podrá parecer excesivamente básico o inútil a los que sepan hacer lo que describiré a continuación, pero sé que mucha gente no sabe realizarlo; así que la guía está dedicada a aquellos que nunca han llegado a dominar este tipo de programas. Lo que voy a describir paso por paso, puede resultar muy útil porque tiene múltiples usos.

Trasladar una imagen de un fondo a otro

Primer paso: A veces podemos encontrar por la red imágenes que quedarían mucho mejor con algún detalle que hemos visto en otra, no obstante, programas como photoshop pueden resultar irritantes para los más profanos. Por suerte, con el «gimp», un programa gratuito, esta tarea resulta muy fácil. Lo primero que hay que hacer, es introducir ambas imágenes en el programa —el fondo que queramos usar y la imagen que queremos recortar y trasladar—, eso se debe hacer de la siguiente manera:

En la ventana central, clic en archivo y después en abrir.

Eso abrirá todas las imágenes que tenemos almacenadas en el ordenador, por tanto, podremos escoger las que queramos para manipularlas. Cada imagen tendrá su propia pestaña abajo y en cualquier momento podemos cambiar de una a otra.

Segundo paso: Ahora es el momento de recortar lo que queramos cambiar de fondo, yo voy a escoger estas dos imágenes:

El fondo


La silueta de Holmes

Lo que quiero es colocar esa silueta en el fondo, para que parezca que Holmes se está dando un garbeo por él. Con la imagen que queremos recortar seleccionada, hacemos clic en la pluma y trazamos la ruta. Si se quiere conseguir una mayor eficiencia es aconsejable agrandar la imagen; aun así, a veces este proceso puede dar problemas y existe la posibilidad de que tengamos que repetir hasta dejarlo bien.

Antes de empezar es recomendable aumentar a 200% el tamaño

Seleccionamos la pluma


Así debe quedar

Luego seleccionamos: «a partir de una ruta»

Y por último en la opción «editar» seleccionamos copiar. Y ya tenemos la imagen recortada lista, solamente queda pasarla a un fondo transparente. Para ello hacemos clic en «archivo», «nuevo» y :

En las opciones avanzadas escogemos: «transparencia»

A continuación se abrirá una ventana con un fondo de cuadrados grises, en él, debemos seleccionar «editar» y «pegar».  Y éste será el resultado:


Como podéis ver aún ha quedado una parte blanca, para eliminarla se debe repetir todo el proceso; pero tras «a partir de una ruta», tendremos que ir a «seleccionar» e «invertir». Para que la imagen se quede finalmente de esta manera:


Tercer paso y último: Ya estamos terminando. Con la imagen así, de nuevo le damos a «copiar», luego abrimos la pestaña donde tenemos el fondo y por último «pegar».

Para mover la imagen por el fondo usamos el ícono de «mover» que
he rodeado con un círculo rojo

Una vez que esté colocada en el lugar que más nos guste, tenemos que guardar la imagen en formato «JPEG», para eso: «Archivo» y «guardar». Y ya está, eso ha sido todo, fácil, ¿no?

Como la recorté muy rápido no me quedó muy bien

Si me hacéis alguna pregunta tened en cuenta que yo no soy un experto en estas cosas ni nada parecido, esto lo aprendí por mí mismo. Si os queda regular, podéis volver a recortarla hasta dejarla bien, o incluso mientras se está haciendo se pueden ir recolocando los puntos. Ánimo, es mucho más fácil de lo que parece, y una vez que se hace con presteza, se pueden lograr combinaciones muy interesantes. Si tenéis problemas con el tamaño de alguna imagen, podéis cambiárselo con «imagen» y «escalar la imagen», hasta dejarla a vuestro gusto. Otro día si dispongo del tiempo suficiente —y ganas— haré una guía de cómo darle sombras a las imágenes recortadas.

Recordad que el «gimp» debe descargarse gratuitamente, porque es  software libre y en la página oficial no piden dinero para descargarlo.

sábado, 18 de junio de 2011

Rojo y negro


Iniciar la lectura de un libro decimonónico es adentrarse, en muchos casos, en un juego de sutilezas; es decir, un entramado de indicios laxos que hacen avanzar la trama a un ritmo pausado, y para disfrutar de la historia hay que amoldarse a él. Un pequeño precio a trueque de una prosa rica que es difícil de encontrar en textos contemporáneos; los cuales han tenido que adaptarse a la evolución constante de la tecnología y las distracciones que ésta conlleva. Rojo y negro cuenta la historia de un joven estudioso que tiene la mala fortuna de nacer en una familia que valora más el trabajo físico; sin embargo, su vida dará un giro drástico cuando acuda al trabajo que le propone el alcalde: preceptor de sus hijos.

Se trata de una intriga que mezcla personajes de distinta índole social y muestra los diferentes resultados de una suma aparentemente contra natura. El alcalde es un personaje al que le gusta cambiar el entorno que le rodea a su antojo, sin dejar de buscar con ello un mayor prestigio, y por eso quiere un preceptor a toda costa; lo que no se espera es que su esposa se verá atraída por ese joven portento vestido de negro que se sabe los pasajes de la biblia de memoria. A partir de ahí, Stendhal desarrolla las distintas situaciones tensas generadas por ambiciones que, viniendo de la clase baja, son una molestia para la sangre egregia. Una novela influenciada por la sociedad imperante de la época.

miércoles, 1 de junio de 2011

Un pequeño descanso


Después de meditarlo un poco, me he dado cuenta de que este mes voy a estar bastante liado, al menos las primeras semanas; así que durante una temporada no escribiré entradas, como mucho hasta Julio -no creo que esté ocupado tanto tiempo, pero es posible-; en cuanto regrese volveré a reseñar libros, haré un tutorial básico de «Gimp» y retomaré «Una semana entre zombis».

Un saludo a todos, les deseo larga y próspera vida.