domingo, 27 de marzo de 2011

Donde viven los monstruos

El escondite perfecto
La película está basada en el libro infantil de nombre homónimo. Comprendo a esas personas que han disfrutado viéndola, porque tiene sus grandes momentos visuales y musicales; pero francamente, al menos para mí, es pésima. La alegoría no va a ser comprendida fácilmente por los más pequeños, y la lentitud con la que se desarrolla una trama estirada hasta casi romperse desesperará al adulto. Es decir, la mayoría de los que la vean tendrán ganas de arrojar un cóctel molotov a la pantalla. Todo se resume en lo siguiente: un niño revoltoso escapa de su casa enfadado, se sube a una barca, viaja a la isla donde viven los monstruos, descubre que son como él y juega con ellos hasta la extenuación física y mental; momento en el que decide irse de allí y regresar a su hogar. La película intenta ir más allá, pues los sentimientos del niño están representados por cada uno de los monstruos: ira, depresión, celos, etcétera. En principio la propuesta parece interesante, sin embargo, el camino se torció hasta llevarnos al tedio más absoluto; tanto si se lee el mensaje como si no.


Me proclamo rey del hastío
La reacción de los espectadores ha sido de rechazo en muchos casos, porque no les resultó agradable ver a esas criaturas estomagantes deambular entre los árboles y haciendo diabluras pueriles; las mismas que ya se podían ver en un engañoso tráiler con imágenes muy bien escogidas y una canción tierna de Arcade Fire. Dicen que se trata de una adaptación arriesgada del cuento pergeñado por Maurice Sendak, se debe tener en cuenta que ese libro destinado a los que aprenden a leer, tiene muy poco texto, recayendo mucho peso argumentativo en las imágenes que contiene, las cuales son entrañables; el problema viene cuando se tiene la intención de meter eso en una película, ¿cómo hacerlo sin deformarlo? ¿Por qué dicen que es una adaptación arriesgada? Está claro que cualquier intento de llevar la obra de Sendak a la pantalla va a serlo. Si no fuese por la banda sonora, este filme lo hubiese tenido realmente crudo, poniéndoselo más difícil a los numerosos críticos que han tenido la osadía de puntuarlo con notas elevadísimas.


Correr, caminar, caminar, correr, jugar, dormir
Se ha librado de encabezar mi lista negra de películas porque aunque parezca increíble las he visto mucho peores, me guardo de poner ejemplos. Lo que no puedo permitir, es que se la compare con Cristal oscuro y Dentro del laberinto, como se ha hecho en varias páginas de la red. No señores, esos dos filmes están a años luz de lo que este intento malogrado de adaptación puede ofrecer. Por supuesto, no todo lo que hay en él es negativo; pero se podría decir que el yin ha eclipsado al  yang casi por completo, dificultándole al público pescar esos ínfimos instantes rescatables. Incluso el espectador más inveterado y paciente puede irritarse viendo Donde viven los monstruos. No voy a dedicarle a esto más líneas porque no se las merece.


Los personajes del cuento tras ver la película

sábado, 19 de marzo de 2011

La mujer de treinta años


¿No abundan los hombres cuya profunda nulidad constituye un secreto para la mayor parte de las personas que los conocen? Un alto rango, un ilustre nacimiento, importantes funciones, cierto barniz de cortesía, una gran reserva en la conducta, o el prestigio de una fortuna son, para ellos, como unos guardias que impiden a los críticos penetrar hasta lo más íntimo de su existencia. Estas personas se parecen a los reyes, cuya verdadera dimensión, el carácter y las costumbres no pueden ser nunca conocidos del todo ni justamente apreciados, porque sólo cabe verlos o excesivamente cerca o demasiado lejos. Estos personajes de mérito ficticio interrogan en vez de hablar, poseen el arte de hacer salir a los demás a escena sin tener que exhibirse ellos mismos; luego, con feliz habilidad, tiran a cada uno del hilo de sus pasiones o de sus intereses y de este modo se burlan de los hombres que les son realmente superiores, los convierten en marionetas y los creen pequeños por haberlos rebajado hasta su propio nivel. Alcanzan entonces el triunfo natural de un pensamiento mezquino, pero fijo, sobre la movilidad de las grandes ideas. Así, para juzgar a esas cabezas vacías, y pesar sus valores negativos, el observador debe poseer una inteligencia más sutil que superior, más paciencia que alcance en la vista, más tacto que elevación y grandeza en las ideas. 


Pero no les resulta tan fácil engañar a sus mujeres. Como demuestra la protagonista de esta novela, arrepintiéndose de haberse casado con un hombre incapaz de comprender sus sentimientos y de progresar, algo que su padre ya había vaticinado tiempo atrás; pero desoyó sus consejos y se arrojó a los brazos de ese apuesto oficial, que pronto sería para ella un pozo resbaladizo del que no se puede escapar. Atada a él por un hijo y estrangulada por la alta sociedad decadente y superficial. Todo narrado con una prosa digna de admiración a la altura de su autor, Balzac. Una lectura que a pesar de sus pasajes notables, adolece de estar levemente escindida, porque al principio estaba compuesta por seis relatos independientes con protagonistas diferentes, que se juntaron para crear la novela, formando cada uno de ellos un capítulo. Por eso, La mujer de treinta años puede dejar en los lectores cierta sensación de incoherencia, aunque los relatos sean en realidad la vida de la misma mujer, disimulada con nombres distintos. Una de las interpretaciones -que yo no comparto en su totalidad- de la novela, es que el autor ha retratado de manera machista la incapacidad de una mujer para madurar y las consecuentes crisis. ¿Miedo a envejecer unido a un anhelo irracional de tiempos pasados en los que el romance aún latía con fuerza?, ¿Arrepentimiento por casarse con la persona inadecuada? ¿O un poco de ambas cosas tal vez? Júzguenlo ustedes.

jueves, 17 de marzo de 2011

sábado, 12 de marzo de 2011

Tropas del espacio

Un miembro bizarro de la
honorable infantería móvil
Relato sugestivo, el de Heinlein. Tropas del espacio nos presenta una sociedad con una marcada actitud militarista, pues sólo los ciudadanos pueden votar, y para ser ciudadano, se debe cumplir un plazo de servicio en el ejército. Una lógica sencilla, el que ha sido capaz de pensar en los demás antes que uno mismo, está más capacitado a la hora de escoger un gobierno, independientemente de sus aptitudes. Todo esto ocurre después de haber desechado de manera empírica otras posibles opciones. La novela ha sido tachada en numerosas ocasiones de ser pro militar y fascista. Antes de poner el grito en el cielo y rasgarse las vestiduras, se debe tener en cuenta que se trata de ciencia ficción, una realidad alternativa en la que el ser humano se ve obligado a una guerra larga contra una raza alienígena que amenaza con destruirle. Ellos, o nosotros. Yo al menos tendría clara la elección. Sobre todo si el enemigo está compuesto por sanguinarias criaturas insectoides y arácnidas sin compasión, con el único objetivo de eliminarnos. A lo largo de la novela aparecerá también otra raza, "los huesudos", pero no será ni de lejos tan peligrosa como la anterior mencionada.


¿No son adorables?
Volviendo a la sociedad militar, el ejército hace todo lo posible por disuadir a los posibles nuevos reclutas, porque se busca a los más decididos; el oficial que los recibe antes de que presten juramento es un tullido al que le faltan el brazo derecho y las piernas, -posteriormente reaparecerá con avanzados miembros electrónicos-, aun después del juramento, se da una última oportunidad de no presentarse y en caso de abandonar no ocurrirá nada especial, no habrá represalias. Más tarde, durante el duro entrenamiento los reclutas tienen la oportunidad de renunciar cuando gusten; por supuesto, eso implica quedarse fuera del ejército sin posibilidad de regresar. La historia ha demostrado que el servicio obligatorio no funciona, ergo, debe ser vocacional, proporcionar al estado los hombres -porque en la infantería móvil sólo hay hombres, mientras que en el puesto de piloto son más apreciadas las mujeres- adecuados para administrar la violencia necesaria en las diferentes misiones.


Si el traje se queda sin energía
se puede convertir en un problema
Los soldados usan una pesada armadura que les proporciona protección y agilidad, pues cuenta con capacidad de impulsión que les permite dar saltos elevados. Para ellos es como una segunda piel que les da todo lo necesario de manera instintiva, algo muy útil en las incursiones. La novela arranca con una elipsis espacio temporal que nos enseña la eficacia de esas armaduras, después, la historia regresa a los apurados inicios del soldado protagonista, que nos irá relatando su vida militar llena de férulas, alocuciones, injusticias y desgracias. El libro está lleno de reflexiones y diálogos extensos, eso será un lastre para el ritmo porque la historia avanzará despacio; pero contiene buenas dosis de acción. Tropas del espacio, es una de esas novelas fácilmente devorables en un par de tardes, e incita a averiguar qué sucederá a medida que transcurre la trama. Algunos de los personajes son formidables y las múltiples situaciones por las que nos llevará el protagonista avivarán la curiosidad por saber, entre otras cosas, a qué rango llegará antes del final. Con el riesgo siempre presente de la degradación, o peor aún, la muerte.


Beberly Hills llega al espacio
Las tres películas basadas en la novela son por lo general mediocres, sobre todo las dos últimas. Tienen poco que ver con el libro de Heinlein, aunque eso no es lo importante, ya que no hace falta ser fiel al libro, el cual puede ser sencillamente una fuente de inspiración que sirva para relatar una historia parecida, con alguna que otra analogía anecdótica. Ahora bien, cuando eso ocurre, la trama puede mejorar o empeorar, y salvo unas pocas excepciones suele ser lo segundo. Con todo, la primera de las tres partes que se han hecho, es la mejor -no por ello deja de ser un filme regular-, gracias a beber directamente de la novela, contar con una banda sonora de Basil Poledouris y tener un buen director. Sin olvidar a Michael Ironside, que salva un poco la situación haciendo un papel magnífico. Las otras dos que vinieron después, fueron un intento descarado de recoger los restos del éxito que tuvo la primera. No resultó. Pasaron completamente desapercibidas y sólo fueron vistas por los que más se divirtieron con la película inicial.

domingo, 6 de marzo de 2011

Fantasmas, ¿fantasmas? ¡Fantasmas!


Las luces multicolores de la feria se agitaban acompañadas del ruido ensordecedor proveniente de las atracciones, un espectáculo dantesco, anegado de multitudes sonrientes que bloqueaban el paso allí por donde se caminase. Máscaras, peluches, gritos, petardos... una confabulación irritante que hincaba sus colmillos en mi cerebro dolorido. Me encontré con una posible salvación, la casa de los fantasmas, el único lugar en el que no se aglomeraba el gentío; tenía aspecto victoriano, eso me agradó. Pero había que montarse en unas diminutas vagonetas ridículas salpicadas de un llamativo azul eléctrico. A pesar de ello, le compré un boleto amarillento al singular feriante de la ventanilla, singular... porque era desdentado, tuerto, manco y tenía la faz tatuada con símbolos religiosos; el clásico tipo que saldría al comienzo de una película barata de terror. Me olvidé rápidamente de ese aspecto desabrido que se había quedado clavado en mis retinas, porque lo que venía a continuación era peor, o absurdo, más bien. Un payaso. El encargado de recoger los boletos era un payaso risueño que se parecía al de McDonald´s, desconozco qué pretendían con ese disfraz, pero era una bofetada al trasfondo que toda atracción de miedo debería poseer. Si al menos fuese como Pennywise* sería pasable. Sentí alivio cuando su flor amarilla no me escupió agua al acercarme, pues hizo un amago sospechoso y por un momento pensé que lo haría. Al introducirme en el vehículo, reparé en que justo detrás de mí, subidas en otro, iban a seguirme de cerca dos chicas jóvenes, las cuales chillaron aun antes de recorrer los pasillos ferroviarios del horror, asustadas por el traqueteo que indicaba el comienzo del viaje. 


Ni siquiera allí me libraría del ruido, de todas formas pensé que podría relajarme un poco y distraerme. Unas gruesas y sucias tiras de goma que separaban el mundo exterior del interior de la "mansión" me golpearon en la cabeza, la vagoneta comenzó entonces un viaje a través de un angosto pasillo negruzco en el que aparentemente no había nada, hasta que a mi derecha se abrió una puerta oculta mostrando a un perturbado balbuceante con el rostro maquillado, me recordó al batería de Kiss; pero sus intenciones macabras de asustarme fueron inútiles. Le saludé con la mano y le pregunté si se encontraba bien, porque el trabajo de actor en aquel lugar debía ser muy estresante; sin embargo, él continuó con lo suyo, ignorándome hasta que desapareció de mi vista. Menudo desconsiderado. Las chicas que iban detrás me taladraron los oídos con sus gritos, al parecer con ellas sí que tuvo éxito. Lo que vino después me molestó sobremanera, arañas de goma, muñecos brillantes, tubos que escupían vapor y una actriz que imitaba pobremente a la protagonista de El exorcista; ¿tendría problemas con la sociedad general de autores? Cuando salí de allí, escapé de la feria campo a través. No descansé hasta que los ruidos infernales se mitigaron. Horas después, comprendí por qué no me habían asustado esa fruslerías mientras recorría las calles de Silent Hill en mi ordenador. Cómo cambian los tiempos. Y cómo van perdiendo la magia aquellos lugares que otrora eran contemplados con una mirada candorosa.

No sé qué es, pero intimida más que el batería de Kiss


*Payaso de IT, novela de King.