jueves, 1 de diciembre de 2011

Un repaso a las novelas de Conan Doyle: Estudio en escarlata


Me parece imperdonable que un blog con esta estética y que es, en mayor parte, de reseñas literarias, se haya olvidado casi por completo de las cuatro novelas protagonizadas por el detective más conocido de la literatura: Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, El sabueso de los Baskerville y El valle del terror. Sin olvidar los relatos, que son bastantes y se compilan en varios tomos. Sherlock no es el primero porque Poe se anticipó con su Dupin, pero sí que es el que más descuella, ¿quién no ha oído hablar de él? 

Para poner remedio a lo dicho anteriormente comenzaré por la primera: Estudio en escarlata. 

Holmes atravesando la húmeda
neblina londinense

Watson, como siempre salvo en tres ocasiones, es el narrador, algo que se deduce desde la primera parte, donde reza: «Extraído de las memorias de John H. Watson»; de manera que la historia se nos mostrará en primera persona a través de sus ojos. En ella, Doyle hará que una de las parejas ficticias más entrañables se conozca, presentándosela al lector mientras define la personalidad de cada uno. Sherlock es arrogante, inteligente y con una gran capacidad para el análisis; suele divertirse a costa de sus compañeros de profesión, aunque ellos le menosprecian considerándole amateur. Algo que, por supuesto, es falso a pesar de que Lestrade y Gregson se lleven la gloria. «Gregson es el hombre más agudo de Scotland Yard [...]. Él y Lestrade son lo mejorcito de un grupo de torpes. Actúan con rapidez y energía, pero sin salirse de la rutina. Son odiosamente rutinarios. Además se acuchillan el uno al otro. Son tan celosos como una pareja de beldades profesionales». 

Fue publicada en 1887 por Ward, Lock
& Co
Se dice que Estudio en escarlata no es lo mejor que Doyle escribió, porque no se le da ninguna pista al lector y hay un corte importante cerca de la mitad, donde el autor aprovecha para dirigirse hacia lo que le interesaba en aquella época: la novela histórica. Dicho corte, es un flashback ingenioso en el que se habla de los mormones y algunas de sus curiosas costumbres; es necesario para que las piezas encajen bien al final, pero tal vez muy extenso. Incluso con esa circunstancia desfavorable —si es que el lector la considera así—, Doyle ya demuestra ser un gran escritor, pues los diálogos resultan naturales, las descripciones son ágiles, precisas; dan los detalles suficientes sin poner a prueba la paciencia: «Lestrade, tan flaco y parecido a un hurón como siempre, se hallaba en pie junto al umbral y nos dio la bienvenida a mi compañero y a mí»; y el carisma de Holmes es inestimable. La crítica, sin embargo, no trató muy bien a esta obra; es decir, apenas repararon en ella. Pero eso no detendrá el avance de más aventuras, y El signo de los cuatro no se hará de rogar.

Grandiosa portada de Bruguera, pocas
veces se traza con tanto acierto a los dos
compañeros; además es intercambiable:
podría servir para varios títulos...

En la trama aparece un crimen que desconcierta a los profesionales: un puzle que sólo Holmes puede resolver; por tanto, solicitan su ayuda. Esta sencilla fórmula se repetirá más veces a lo largo de los relatos, convirtiéndose en la base; es un buen cebo, porque estimula a descubrir cómo se soluciona un problema críptico con la novedosa ciencia del razonamiento deductivo; ciencia que no es muy conocida por los rudimentarios policías de la época. Además de ella, Sherlock posee recursos que le permiten ampliar su campo de acción, como los disfraces o los irregulares de Baker Street, niños vagabundos que, por un chelín diario y una guinea si entregan una pista valiosa, recorren las calles espiando y buscando; para Sherlock son espías perfectos de los que nadie sospecha, algo que se corrobora cada vez que cumplen su función satisfactoriamente. Estudio en escarlata nos introduce de lleno en la escena de un crimen escabroso, donde el cadáver carece de heridas y el asesino ha escrito con sangre la palabra Rache. Averiguar cómo y quién lo ha perpetrado, será pan comido para nuestro detective.

4 comentarios:

  1. Pues no he leido ninguna novela de Sherlock Holmes, no se, el genéro policiaco o de detectives nunca me ha llamado la atención.

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  2. Si alguna vez te animas es mejor que comiences por los relatos cortos, porque son más entretenidos.

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  3. Como me pasa con muchas otras obras de la época, esta la leí de niño, y claro, entre lo poco de lo que me enteraría entonces y lo poco que recuerdo ahora... De momento estoy releyendo los relatos de Poe y La historia interminable, me temo que Doyle tendrá que esperar :S.

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  4. Me pasa lo mismo: hay libros que leí de niño y los he olvidado casi por completo. Pero bueno, mejor, más para releer xD.

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